Esta última semana ha sido muy movida, las cosas han
pasado tan rápido que no ha dado tiempo de reaccionar ni de un lado, ni del
otro. Y es que con el paso de los días continúa aumentando la presión exterior
contra el gobierno, aunque a lo interno cuente con el apoyo militar. Lo cierto
es que en apenas unas horas renació la confianza y con ella la esperanza ante
un colega poco conocido en la política nacional, al punto de que en las
primeras de cambio, el régimen –de manera peyorativa- lo calificó de “muchacho”.
Uno de los eventos más resaltantes, y que ha mantenido
a la gente con ánimos, fue la juramentación de Juan Guaidó ante miles de
personas que se volcaron a las calles, no solo de Caracas, sino de todo el
territorio nacional e incluso en más de 200 ciudades del mundo.
Otro hecho noticioso, fue la ruptura de las relaciones
diplomáticas y políticas de Nicolás Maduro con el gobierno de Donald Trump,
cuando Nicolás, en medio de su desespero, osó pedirle a los funcionarios de la
embajada de Estados Unidos que abandonaran el país en 72 horas; plazo que
extendió por 24 horas más, y recién le dio 30 días en total, para que se vayan
a su tierra de origen. Todo parece indicar que Maduro se terminó de poner la
soga al cuello.
Uno de los eventos que más ha gustado a los
venezolanos, fueron las supuestas pruebas que mostró Jorge Rodríguez acerca de
una presunta reunión entre Guaidó con Diosdado Cabello y Freddy Bernal en un
hotel capitalino. De ser cierto este encuentro, debo admitir que lo correcto en
estos casos es la negociación y diálogo para llegar a acuerdos. Esto no sería
un pecado, ni es nada nuevo, solo que muchos han satanizado estas conversaciones entre factores del gobierno y
de la oposición.
Tampoco juzgo a los “incrédulos”, pues el régimen
siempre se valió de esto para dar a entender que la oposición se “vendía” al
gobierno; pero en esta oportunidad, los vacilados fueron de aquel lado, ya que
la maldad se le revirtió y se convirtieron en motivo de burla nacional e
internacional.
La lectura que le dieron los ciudadanos a este evento,
fue que de haber sido verdad, a Guaidó no le tembló el pulso para hacer ante
miles de personas lo que le dictaba su conciencia, ni le temblaron las piernas
ante aquel que se creía “invencible”.
Otro punto importante, es que el propio Diosdado
Cabello reconoció -luego de los descalificativos a Juan Guaidó- la ascendencia
del representante de una institución que supuestamente está inhabilitada por
desacato; cuando recientemente, durante la apertura del nuevo año judicial,
Maikel Moreno también hizo un llamado a la Asamblea Nacional para sentarnos a
resolver el supuesto desacato. En fin, todo parece indicar que el gobierno
quiere negociar y, ahora sí, “cumplir”.
Lo cierto es que el régimen se encuentra gravemente
herido, en terapia intensiva, sin medicinas, ni dinero ni comida para revivir;
así como han venido padeciendo millones de venezolanos a causa de las malas
políticas de Maduro. El pueblo se cansó y salió a la calle; ya el chantaje de
una mísera caja con comida importada de México, y los míseros bonos esporádicos
que le llegan a unos cuantos a través de un carnet regulador, no los mantiene
callados, ya el pernil no es motivo, los argumentos son mayores, el pueblo
quiere libertad.
Omar A. Ávila H.
Diputado a la Asamblea Nacional
@OmarAvilaVzla
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