
“… En América Latina, algunas
experiencias recientes de regímenes que han transitado a la democracia han
mostrado que las dificultades para impulsar un nuevo modelo de desarrollo
económico son un factor que atenta contra la vigencia y la consolidación de la
vida democrática. Sin embargo, la propia crisis económica fue un condicionante
para el derrumbe de los regímenes autoritarios y para el inicio de la
transición democrática”.
“… El sentido de confianza
interpersonal es un ingrediente necesario para la vida democrática porque
alimenta la capacidad organizativa de una sociedad y, con ella, la posibilidad
de que se desarrolle una participación política eficaz. Es también un factor
indispensable para el buen funcionamiento de las reglas democráticas del juego,
esto es, para que se reconozca al otro como un adversario con el que hay que
convivir, para que se considere a los partidos contendientes como oposición
leal, que actúa en función de las disposiciones normativas establecidas. La
confianza interpersonal es entonces, un requisito para la construcción de un
compromiso de largo plazo con instituciones democráticas que promueven el
pluralismo y la competencia institucional”.
“… La cultura política sirve de
sostén a la vez que es respaldada por las instituciones políticas vigentes,
pues no es posible pensar en ciudadanos que mantengan una visión de la política
basada en la confianza interpersonal y la satisfacción frente a la vida sin que
existan instituciones que animen y den sentido a dichas percepciones.
Por ejemplo, difícilmente una sociedad
puede desarrollar una cultura de la legalidad, es decir, de respeto y sujeción
al marco normativo, que es el fundamento indispensable a una cultura cívica, si
las leyes no se respetan regularmente o si la aplicación de las mismas está
sujeta a un manejo discrecional o a una interpretación casuística. Sin embargo,
para que las leyes se respeten es necesario que los individuos estén dispuestos
a someterse a ellas, es decir, que encuentren beneficios claros en el
cumplimiento de las disposiciones normativas.
De igual suerte, la construcción de una
cultura de la legalidad dependerá de que el marco legal se aplique regularmente
y de que existan pruebas de que eludirlo es evidentemente más costoso
económicamente y socialmente para los ciudadanos.
De igual manera, tampoco se puede esperar
que se desarrolle una cultura de la pluralidad si no existen condiciones para
que diferentes partidos políticos y organizaciones sociales de todo tipo tengan
las mismas oportunidades para agregar y articular intereses y para movilizar a
la población en favor de los programas y proyectos que defienden”.
“ … La socialización política.
Que hace referencia al tema de cómo, qué y cuándo aprende la población acerca
de la política, es un proceso de aprendizaje e interiorización de valores,
símbolos y actitudes frente a la política, de larga duración y mucho menos
directo, formal y cognoscitivo que el aprendizaje escolar… La socialización
política sirve de lazo de unión entre las orientaciones de una población hacia
los procesos políticos y las normas que el sistema reclama como las guías de su
desempeño. La socialización es la adquisición de una inclinación hacia
determinado comportamiento valorado de manera positiva por un grupo, junto con
la eliminación de disposiciones de hacia una conducta valorada negativamente por
dicho grupo… Visto desde el punto de vista del sistema político, la
socialización política es la garantía de la perpetuación de de la cultura y de
las estructuras que lo configuran, pues fomenta su reconocimiento y aceptación
por parte de los ciudadanos, lo que no es sino una manera de reforzar su
legitimidad. En otras palabras, el objetivo de la socialización es conseguir
que los individuos se identifiquen y estén conformes con la estructura
normativa y política de una sociedad.
“… Para fomentar la cultura cívica es
importante preparar a los individuos para su eventual intervención en el
sistema político y crear el entorno político apropiado para que el ciudadano
actúe y participe en los canales institucionales. Para lograr tal propósito es
necesario que haya congruencia entre los valores e ideas que se transmiten y
las estructuras en que aquellos se expresan.
“ … Para modificar la cultura
política …. Ahí donde la diversidad social no se ha polarizado al punto de
enfrentamiento, las culturas autoritarias alimentan conductas políticas de
retraimiento o de apatía entre la población que no son sino manifestación de
una contención, la cual en el momento en que se encuentra un resquicio para
expresarse lo hace, y generalmente en forma explosiva, más allá de los canales
institucionales existentes.
“… Una cultura política democrática es
ideal para las sociedades en proceso de cambio, sobre todo si dicho cambio se
quiere en sentido democrático, en la medida que constituye el mejor respaldo
para el desarrollo de instituciones prácticas y democráticas. Es una barrera de
contención frente a las actitudes y comportamientos anticonstitucionales que
violenten la vigencia de un Estado de derecho. Al mismo tiempo, es un muro en
contra de eventuales inclinaciones a la
prepotencia o a la arbitrariedad
del poder, ya que se resiste a reconocer autoridades políticas que no actúen
con responsabilidad, es decir, que no estén expuestas al escrutinio permanente
de las instancias encargadas de hacerlo.
“… Los valores culturales no solamente dan
apoyo y consistencia a las instituciones de una sociedad, sino que pueden jugar
un papel significativo en el desarrollo económico y político de la misma,
comprenderemos que promover expresamente una cultura política democrática ayuda
a la construcción de instituciones y organizaciones democráticas.
“… La construcción de una sociedad
democrática requiere, entonces, de una estrategia de varias pistas, ya que hay
que promover declaradamente las bondades de los valores democráticos, a la vez
que impulsar la construcción de instituciones que funcionen a partir de los
principios de legalidad, pluralidad, competencia, responsabilidad política, es
decir, a partir de principios democráticos”. (1).
Hoy concluye 2018. Hace sesenta años los
venezolanos disfrutamos (luego de diez largos años) la navidad, con el
advenimiento del nuevo año, en disfrute de democracia plena. 1958 fue un año
promisorio y lleno de expectativas. Luego de cuarenta años de aquello –con errores
y aciertos cuyo balance, como el actual, es necesario tenerlo presente para no
cometer los mismos errores en el futuro inmediato- comenzó en 1998 un periplo
también lleno de expectativas. Éstas recurrentes esperanzas, transcurridos
veinte años de desaciertos, no solamente se vieron truncadas, sino que se
agravaron arrastrando al país al caos
generalizado inédito en lo económico, social y político que, como un todo,
configura la médula de la Crisis Nacional.
Pienso que la pasada navidad y el advenimiento
del nuevo año será el último que padeceremos bajo el yugo totalitario. Para que
la predicción se materialice se hace necesario que la ciudadanía y la población
en general asuma la responsabilidad de propiciar la transición para recuperar la república como sistema. Ni la
transición ni el republicanismo serán
producto de diálogo y negociación alguna entre parte de la oposición organizada
y el gobierno. La razón es diáfana: Maduro y su combo no lo permitirá ni lo
facilitará… “Ni lo uno, ni lo otro. ¡Todo lo contrario!
En cinco días se instala de nuevo la
Asamblea Nacional. Es el único de los Poderes Públicos constitucionales que
ostenta el inequívoco rango de legitimidad. Esta legitimidad de origen y de
actuación ha sido objeto por parte del Poder Ejecutivo de diversos actos
tendentes a desvirtuar el contenido programático que le otorga la Constitución
Nacional. Sin embargo Maduro se ha atrevido a hacerlo de manera ladina;
haciendo uso de peculiar derecho torcido. Prevalido de tortuosas acciones oblicuas
y torticeras emanadas del TSJ con la finalidad exclusiva de minimizarla.
Todo indica que el nuevo periodo será
presidido por un joven parlamentario procedente de un partido opositor
duramente golpeado por la dictadura. Al jefe, luego de largo presidio en
cárcel, se le mantiene vilmente secuestrado en su casa. Los sucesores
jerárquicos también han sido, de igual modo, objeto de persecución represiva.
Uno se encuentra en el exilio y el otro (parlamentario principal) asilado desde
hace más de un año en la embajada chilena.
Al novel diputado comienzan a lloverle
consejos variopintos. El más oportunista y sinvergüenza proviene de una persona
que se autodenomina de “izquierda”. Es converso por partida doble. Le indica,
con inaudito desparpajo, que una vez juramentado como presidente de la AN,
proceda a efectuar la ansiada negociación politiquera (como la realizan siempre
todos los politicastros de ocasión) “de manera abierta y no oculta como lo
vienen haciendo con el gobierno para procurar acuerdos” (sic … ¡Como si
viviéramos en una auténtica y paradisíaca democracia!
Otros piensan que se trata de un mero
problema jurídico. Que debe asumir “ad hoc” las riendas del Poder Ejecutivo
ante la ilegitimidad manifiesta de Nicolás Maduro. No deseo ponderar la
pertinencia o no de tal propósito. De acuerdo –sin duda- a lo asentado en los
principios constitucionales señalados en la CN. La asumo (la propuesta) como
una táctica política acertada en condiciones de normalidad republicana. En la
actualidad constituye simplemente un acto de presunción utópica. Sería un
“saludo a la bandera”. ¡Para nada repudiable! Pero inocuo nada más, si no viene
acompañada de acciones políticas concretas de presión en la calle…
La conducta de los hombres públicos en
muchas ocasiones se ve determinada y mediatizada por la edad biológica. En
algunos casos la juventud biológica no cuenta -en principio- con la necesaria
experiencia. En contraste la madurez biológica reprime y represa principios
éticos irrenunciables. Cayendo en la alcahuetería pura y simple. Como lo hacen
los políticos de gabinete.
Algunos historiadores conceptúan la
actividad desplegada por Rómulo Betancourt en 1936 (luego de la muerte del
dictador y su retorno del exilio) como
el comienzo del periplo formativo de Estadista. La célebre frase: Hay
que reconocer el congreso (elegido a dedo por Juan Vicente Gómez) y aceptarlo
con un “pañuelo en la nariz”. (sic). Recordemos que las “masas populares”
estaban en la calle ansiosas de libertad y de justicia. Estrenaban un nuevo
método desconocido para los compatriotas de entonces: Las masas en la calle
exigiendo libertad luego de 27 años de barbarie. El gobierno sucedáneo se
tambaleaba. La mayoría de los nuevos y emergentes dirigentes políticos no
provenientes de las tradicionales “montoneras” no alcanzaban los treinta años
de edad. Estos accedieron a dialogar con Eleazar López Contreras estableciendo
la correspondiente negociación política. Esta permitió, al final, que el último
de los “generales en jefe” (de verdad verdad) se afianzara en la presidencia
luego de ganar el tiempo necesario para su apuntalamiento.
Al rato, la mayoría
de los incautos, pero aguerridos jóvenes fueron reprimidos “jurídica” y
policialmente, encarcelados y exiliados. Gobernó por cinco años (restó uno la
duración del periodo) y, al final, -como de costumbre- designó a dedo a su
sucesor. Este último, a su vez, permitió una parcial apertura democrática
mediante la legalización de los partidos, libertad de prensa y sin detenidos
políticos. Pero carente de la elección universal, libre y secreta para elegir
presidente y parlamentarios. Sólo se elegían mediante el voto popular a los
concejales. Por tal razón (diez años después de la muerte del dictador) los
venezolanos gozábamos de una chucuta
democracia por faltarle el voto como ingrediente fundamental.
Aparentemente la transición impuesta duraría hasta 1950. Todo producto del
apaciguamiento de las masas populares desbordadas en 1936. Al final la
democracia sin sordina se instauró a plenitud el 18 de octubre de 1945. Una vez
que el ya no tan joven veinteañero de 1936 encabezó la Junta Revolucionaria de
Gobierno. Enmendando el error originario cometido. ¡Esta vez sin el pañuelo en
la nariz!
La narración es hecha de forma apresurada,
apretada y casi atropelladamente. Los acontecimientos debemos recordarlos y
tenerlos presente ahora para no perder las perspectivas. Nuestro país no
soportaría seis años más de totalitarismo. La evocación no significa que los
hechos históricos se repitan de manera idéntica. Sólo lo hago con la intención
de establecer una pertinente ayuda memoria para no cometer viejos errores y
tropezar con la misma piedra.
El nuevo presidente de la AN jugará un rol importante en esta nueva
etapa del proceso. En sus manos estará actuar con sindéresis. No pretendo
cometer la pedantería de darle consejo alguno. Pero me tomo la libertad de
señalarle la insoslayable circunstancia histórica. Deberá asumir
responsabilidades y tomar decisiones congruentes. Independientemente de las tácticas
políticas aleatorias y coyunturales posee el obligatorio sustento teórico
emanado y otorgado por los artículos 333 y 350 de la Constitución Nacional para
actuar de manera pronta, apropiada y expedita.
El poder real de la ciudadanía en esta
delicada etapa está cimentado en la calle. Con la protesta cívica, activa,
continua y no espasmódica. La oportunidad y los medios están al alcance de la
mano. El 10 de enero es propicio para realizar una Huelga General o Paro de 24
horas. ¡Lo demás viene por añadidura!
Procede instaurar un gobierno de transición democrática plural y amplio.
Notas:
1.- Jacqueline Peschard. La Cultura Política
democrática. Séptima reimpresión en pdf. Noviembre 2012. Instituto Federal
Electoral. México DC.
Cheye36@outlook.com
https://jravendanotimaurycheye.wordpress.com
@CheyeJR
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