Finaliza este año 2018 y con él llega a sus últimos
estertores el período de gobierno encabezado por Nicolás Maduro. Llega,
“rampando” con los codos, el fin de este período de gobierno que, sin duda
alguna, puede catalogarse como el peor gobierno que hemos tenido en nuestra
historia republicana.
Éste culmina sin ningún logro que mostrar, ningún
avance, un fracaso en toda la línea como diría el comandante Chávez. Un
gobierno profundamente impopular que pasará a la historia como una época de
destrucción y caos, el gobierno donde se entregó la V República iniciada en el
proceso Constituyente de 1999, luego del ascenso al poder del Presidente
Chávez.
PRIMERA PARTE
No hay nada que celebrar, probablemente sólo aplaudan
los enemigos de la Patria, por el flaco favor que ha hecho el madurismo en
destrozar la obra del período revolucionario de gobierno entre 1999-2012.
Parecía increíble que la nueva institucionalidad y los
extraordinarios avances políticos, sociales y económicos alcanzados a costa de
tanto trabajo y sacrifico de todo el país durante el gobierno Bolivariano,
hayan sido destruidos por este gobierno, cuyo presidente ha actuado como el
verdugo del chavismo, como Herodes: implacable contra los débiles, le pasó
cuchillo a la aún joven revolución Bolivariana.
Está claro para nosotros que este gobierno no es un
gobierno chavista y ni siquiera un gobierno progresista, tal vez es peor, que
el peor gobierno adeco de la IV República. Lo mejor que podría sucederle a la
Patria, es que el pueblo vuelva a tomar el poder usurpado por esta camarilla
infame y restablezca la plena vigencia de nuestra Constitución Bolivariana,
asumiendo una Junta Patriótica de Gobierno.
Si las fuerzas progresistas del país, civiles y
militares, salieran de su parálisis y su silencio, y se dieran cuenta de que
ésta es una necesidad impostergable, estaríamos evitando un daño aún mayor al
futuro del país y todavía a tiempo de atajar las poderosas fuerzas
antinacionales que avanzan soterradamente, en medio del caos, en un nuevo pacto
con el madurismo, que pretende darle algún piso de estabilidad o legitimidad a
este gobierno del despojo, que, increíblemente, asume un nuevo período el
próximo 10 de enero.
El madurismo se ha impuesto, haciendo todas las
trampas y manipulaciones posibles a nuestro vulnerado sistema electoral, y a
nuestras maltrechas instituciones para mantenerse aferrado en el poder. Lo hace
soportado sobre la trampa y la violencia, la ilegalidad, sobre el miedo y la
triquiñuela en que han convertido el ejercicio de la política en el país.
Los patriotas del campo Bolivariano, parecen estar
atrapados en el eterno chantaje de apoyar este desastre, o abrir las puertas a
las fuerzas de la derecha tradicional que acechan la patria. Sin darse cuenta
que hace tiempo la derecha en el gobierno, copó la escena, habiendo derrotado a
los factores revolucionarios, que, debemos decirlo autocríticamente, no supimos
entender, sumidos como estábamos en la parálisis del chantaje de la lealtad mal
entendida que, con la muerte del Comandante Chávez, se agudizó la lucha interna
por el poder, prevaleciendo lo que siempre se llamó “la derecha endógena”
agazapada tras el madurismo.
Este entregó la conducción del país a la derecha, sólo
que, con otro rostro, enmascarado en un populismo ramplón y un capitalismo
salvaje que nos ha retrogradado a etapas ya superadas por la revolución
Bolivariana, que nos ponen a la cola del mundo.
La situación de los Chavistas que aún apoyan a Maduro,
se parece un poco a la tragedia de los Aztecas cuando seguían esperando que
Moctezuma hiciese algo para detener a Hernán Cortés. Les costó la vida y la
libertad de su pueblo, darse cuenta que hacía tiempo que éste había pactado con
el conquistador y trataba de lograr, inútilmente, algún tipo de convivencia que
le permitiera mantener sus privilegios.
Es lo que busca desesperadamente el madurismo: tener
un pacto, un reconocimiento de los factores internacionales que le permita
mantenerse en el poder, ser aceptados, a costa de lo que sea, entregando todas
las conquistas populares, barriendo con la posibilidad revolucionaria,
desmontandola de raíz y entregando al capital transnacional las “joyas de la corona”:
PDVSA, el petróleo y el gas de la Patria.
Los más patriota y revolucionario que debe hacerse en
este momento, es hacer a un lado a Maduro, reagrupar a todas las fuerzas
populares, tal como hizo Cuauhtémoc ante la traición de Moctezuma, y dar la batalla
por defender y reconstruir la Patria, antes de que sea demasiado tarde.
Por otra parte, cometen un grave error, aquellos
dirigentes o políticos progresistas, contrarios al madurismo, que se pliegan al
discurso y el plan de la extrema derecha, en su repudio al gobierno. Es un
error que confunde aún más al pueblo y le da argumentos a la manipulación del
miedo que hace permanentemente maduro.
Los líderes populares, chavistas, bolivarianos,
progresistas, deben entender que hay que ofrecerle al país una opción
verdaderamente patriótica y revolucionaria, que de esta crisis podemos salir
sólo con la activa participación y dirección del bloque histórico-popular del
chavismo, salir del chantaje reduccionista de: maduro o la extrema derecha.
El chavismo-chavista tiene la oportunidad de renacer:
tenemos las ideas, el proyecto, el amor del pueblo por Chávez. Los usurpadores
han quedado al descubierto.
La posición debe ser Patria o barbarie, entendiendo
que maduro y ramos allup, son sólo caras de una misma moneda. La amenaza
externa y de la extrema derecha, sólo se puede derrotar con un fuerte bloque
popular, progresista, capaz de dirigir al país con éxito, unificarlo para salir
de este abismo al que nos ha conducido este gobierno incapaz que ha hecho
naufragar nuestra patria, no sin antes tirar todo por la borda.
Entiendo perfectamente que la opinión pública esté
cansada de los balances de la situación, sólo quieren salir de ella y ya. Pero
ojo, he aquí el peligro. Se trata de salir de esta pesadilla, pero nó por la
puerta de otro abismo: de una guerra, de una intervención extranjera o de
quedar en manos de una nueva clase política, que, entre payasadas y amenazas,
ante el desprestigio y el fracaso de la clase política tradicional, nos lleve
al fascismo.
Tal como en el “huevo de la serpiente”, el madurismo
ha incubado al fascismo en su seno y en la extrema derecha. Existen peligrosas
muestras de intolerancia, odio, revancha que están latentes, allí. Los enemigos
del pueblo han hecho su trabajo: la ética del desastre, el discurso del
“pranato”, el abuso del poder, la actuación criminal, el haberse saltado toda
la legalidad existente, la indolencia del gobierno y sus más connotados
líderes, que se reparten el gobierno como si se tratara de un asunto de
familia, propio, personal, sólo ha contribuido para llevar al país al escenario
de la aniquilación del contrario.
Para saber qué cosas tenemos que hacer, para
reconquistar el futuro, habría que hacer un profundo análisis del daño
infringido por el madurismo al país. Es como hacer una evaluación estructural a
un edificio que ha estado bajo fuego, para saber qué cosas hacer y cómo
hacerlas para poderlo habitarlo nuevamente.
Partamos del caso base, condición indispensable, de
que se ha desplazado al madurismo del poder, que, por cierto, no le gana una
elección a nadie, si estuviesen dadas las condiciones para una abierta
participación popular.
Rafael Ramirez
@RRamirezVE
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