martes, 5 de febrero de 2019

BERNARD HORANDE, EL …. ¿FINAL…?


Dicen que a Ariel Sharon una vez un periodista le preguntó que si, ante el conflicto con los palestinos, él veía luz al final del túnel. Su respuesta fue: “La luz la veo, lo que no veo es el túnel”.

¿Cuántas veces los venezolanos, durante esta pesadilla que ya contabiliza 20 años, no hemos visto luz al final del túnel? Viendo o no viendo el túnel.

Hasta donde la memoria me alcanza, recuerdo los impactantes sucesos del 11 de Abril de 2002 en donde creímos que el mandado estaba hecho. Luego el Paro de Diciembre de ese mismo año que se prolongó hasta Enero 2003.

Posteriormente, el Referéndum Revocatorio del 2004 y las elecciones de 2007, ocasión en que por primera vez el chavismo le otorgó la victoria a la oposición (léase bien, “le otorgó”…).

Las elecciones Chávez-Capriles de 2012. Mejor no comentar. Seguidamente, la muerte de Chávez en 2013, con lo que mucha gente pensó que ya a esto le quedaba poco. Lo mismo supusimos con la llegada de Maduro al poder: este no dura ni 6 meses.

Finalmente, las protestas de la llamada ‘Salida’ en 2014 y sobre todo, las enormes manifestaciones de 2017, que durante casi 4 meses sacudieron a toda Venezuela, cobrando múltiples vidas de jóvenes venezolanos, así como miles de heridos, detenidos, torturados y exilados.

¿Me salté una? ¿Me faltó una?

De tal manera que para nosotros los venezolanos – con especial mención, si se me permite, hacia quienes han permanecido en Venezuela durante todos estos años – el final tan deseado de esta catástrofe lo hemos sentido varias veces muy cerca.

Y a la vez, frustrantemente, muy lejos.

De allí que uno, a pesar de percibir que se está presentando una posibilidad inmensa de éxito esta vez, sea reservado con respecto a hacerse demasiadas ilusiones.

No cabe la menor duda que los signos son muy positivos. Se están produciendo hechos inéditos con una fuerza desmesurada, que hacen presagiar buenos resultados.

Como lo he dicho en privado lo repito: las condiciones (¡todas!) para salir de esta satrapía criminal castro-chavista (con sus derivaciones maduristas y diosdadistas) que se entronizó en el poder en Venezuela, son innumerables e inmejorables.

Y difícilmente podrían repetirse en mucho tiempo. Tanto a lo interno del país como a lo externo.

Esta es nuestra mejor oportunidad en todos estos años. Nos toca aprovecharla. Nos toca administrarla. Nos toca hacer uso eficiente de ella.

Nos toca ser muy inteligentes. Nos toca actuar con pasión pensando con la cabeza fría.

En política nunca existe la última batalla. No existe la última oportunidad. Siempre los acontecimientos políticos generan sus propias soluciones. El problema es cuándo.

Ni pensar cómo fueron estas últimas Navidades en Venezuela. Cómo estaban los ánimos. Cómo se anclaba la tristeza, la desesperanza. Esa terrible sensación del más nunca.

Y cómo en menos de 15 días, frente a una fecha como el 10 de enero a la que por cierto algunos factores políticos no le estaban dando la importancia debida, el país democrático y decente se levantó como un tsunami.

Un maremoto capaz de arrasar de una buena vez con los autores del peor período social, económico y político de nuestra historia contemporánea.

Hoy contamos con muchos apoyos. En particular, los de muchos países del mundo.

Pero el papel fundamental nos toca interpretarlo a nosotros los venezolanos. Si hacemos las cosas bien, nuestras probabilidades de éxito son enormes.

Manejemos las expectativas con cuidado. Manejemos las informaciones con criterio. Manejemos nuestras esperanzas con inteligencia.

Manejemos nuestras actuaciones con coraje, sentido común, determinación y claridad.

Como dice Juan Guaidó…. ¡vamos bien!

Bernard Horande
bhorande@gmail.com
@BHorande

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