En Venezuela hay una situación de equilibrio inestable
entre el poder que nace y el poder que muere. Este balance puede ser roto por
algún acontecimiento imprevisto que desencadene el desmoronamiento final del
régimen de Maduro; al momento de escribir estas líneas no ha ocurrido, pero tal
vez esta tarde, en la madrugada, algo puede pasar que cambie de una vez el
destino de la República. De un lado está la mayoría determinante de los
ciudadanos, civiles y militares; la mayor parte de los países que cuentan en el
planeta tierra y en nuestro vecindario; una crisis económica brutal que ahoga
al 99% del país; las sanciones internacionales en contra de los personeros del
régimen y la asfixia financiera del Estado. Todos estos factores presionan la
salida de Maduro.
Del otro lado están las escopetas controladas por los
mandos militares leales (hasta ahora) a Maduro; los grupos armados
paramilitares; las FARC, el ELN; las mafias mineras y del narcotráfico; así
como gobiernos e instituciones que buscan otro nuevo diálogo que le dé tiempo
al régimen, sea porque son sus cómplices, sea porque no entienden la naturaleza
del conflicto o estén orientados por los “odios estratégicos” (Rómulo
Betancourt dixit) en contra de EEUU, país que ha asumido una posición de
vanguardia en este conflicto.
Este equilibrio inestable se va a romper en algún
momento. Las mayores probabilidades son que ocurra a favor de la libertad y la
democracia, lo cual requiere un manejo diestro por parte de la dirección
política del proceso. En este sentido, sugiero considerar dos temas: el primero
es el de las operaciones de guerra psicológica que están en marcha. Es obvio
que Maduro y la banda presidencial están, hacia afuera, en la línea del falaz
discurso por la paz y el diálogo, y, hacia adentro, con la tesis de galvanizar
al pueblo para enfrentarse “al imperialismo”. Por su lado, quienes dirigen la
acción de lado de Guaidó también desarrollan diestras operaciones psicológicas
sobre la inminencia de acontecimientos. Sólo observaría no crear expectativas
sobre situaciones que, de no darse, puedan resultar contraproducentes.
El segundo tema es la oferta de EEUU a los militares
de Maduro: si lo abandonan, les suspendemos las sanciones. Confieso que me
parece una aproximación equivocada. Gente que ha participado por 20 años en la
“revolución”, además de tener dinero mafioso puede tener una posición
ideológica para la cual el trueque propuesto no funciona. Tal vez funcione
cuando algún ofertado tenga la pijama anaranjada, pero no antes.
Maduro está condenado a salir de Miraflores porque la
situación se le ha hecho insostenible. Sin embargo, no hay que olvidar que la
situación se les ha hecho insostenible a todos los actores de nuestra tragedia.
Carlos Blanco García
@carlosblancog
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