Sí analizamos los factores de sostenibilidad del poder
nos damos cuenta que el chavismo solo tiene armas y recursos que deberían ser
de la república, sin embargo, el manejo de esos recursos cada vez se les
dificulta más por las sanciones estadounidenses de la comunidad internacional
influyente/determinante. Siendo los más importantes, la legalidad y la
legitimidad son factores ajenos al chavismo amén de su obrar al margen de la
constitución y la democracia, ello le está pasando su onerosa factura.
Estudios de opinión asignan al chavismo una anémica
aceptación popular, entre 10 al 15%, valga decir, cifra que continúa
descendiendo con el pasar de los días. Al fin, de la mano de Guaidó, la
oposición consiguió capitalizar el descontento contra el régimen, descontento
que tiene muchos años, pero circulaba sin endoso. Por las circunstancias y
mucha cabeza fría, éste nuevo líder opositor ha hecho en días lo que la
oposición anterior no pudo concretar en 20 años.
Endeudada, sancionada, atiborrada de problemas
económicos y enemigos en su región, Rusia no tiene las condiciones para
“defender” a sus pares del chavismo, China sencillamente jamás pondrá en riesgo
el billonario intercambio comercial con Estados Unidos, de este modo, el
chavismo naufraga a su suerte, solo con apoyos como el de Cuba que solo sabe
reprimir, oprimir, manipular, castrar libertades y derechos, ante un escenario
de descontento popular extremadamente grave, sus ardides poco servirán, a la
par de una observación internacional atenta, colmada en su paciencia, decidida
a aportar soluciones.
A lo interno el chavismo es un calvario, cada vez son
más frecuentes sus divisiones y deserciones, únicamente la alta élite roja
rojita mantiene su unidad, debe hacerlo, saben su desunión aceleraría la
inevitable marcha del poder con sus temidas consecuencias, mismas que ya
comenzaron avizorarse a la vuelta de la esquina.
Ello no termina allí, la oposición vive su momento
estelar, obligada a reunificarse, a extrapolar sus barreras partidistas, hoy se
encuentra más sólida que nunca, con una aceptación popular inédita, de al menos
85%, misma simpatía de la que goza Guaidó. Más aún, fuera de nuestras
fronteras, los países democráticos decidieron presionar por todas las vías para
coadyuvar al restablecimiento de la democracia y la constitucionalidad en
Venezuela.
¿Por qué? Venezuela es de una importancia geopolítica
superlativa, por su ubicación geográfica, es un país continental, energético,
multimillonario en recursos naturales, con un potencial comercial inusitado,
por demás, irradia a sus vecinos gran empuje, no solo económico sino político,
de la mano cubana, el chavismo ha sido capaz de infectar la política regional y
en otras latitudes, por ello es objeto del repudio y del accionar del mundo
democrático.
Desde Chávez, los demócratas variopintos, de todas las
tendencias y profesiones, advirtieron al régimen sus malas andanzas castristas,
su terrorífico desenlace, obnubilados por el poder hicieron caso omiso, les
llegó la hora de afrontar las consecuencias. No hay guerra económica, imperios,
oligarquías, ni conjuros… lo que hoy le ocurre al chavismo es exclusividad de
sus acciones, lamentablemente, por nuestra permisividad, los venezolanos todos
estamos pagando los desmanes de ese oscurantismo, pero llegó la luz, está
amaneciendo, rumbo a un medio día del que solo depende de nosotros, de nuestro
trabajo, esfuerzo y tesón, hacerlo permanente.
Nadie hubiese querido ocurriese lo que hoy pasa en el
país, el enorme costo social, pero la política tiene vida propia, retribuye con
creces lo bueno y también lo malo. Sí no aprendimos la lección de estos
lánguidos 20 años nunca lo haremos. Llegó la hora de estudiar, trabajar, de
apegarnos a la ley, de crecer conforme a nuestro esfuerzo, de hacer de nuestros
gobernantes funcionarios públicos exigidos, nunca más comandantes de civiles
amaestrados.
Leandro Rodríguez Linárez
@leandrotango
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