¿Por qué
ocurrirá el 23 de febrero? La ayuda humanitaria ofrecida a Venezuela es
producto del terrible desmejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos,
a pesar de ser probablemente - por sus dimensiones geográficas, demográficas en
proporción a las riquezas/bellezas naturales que posee - la nación con mayor
potencial del mundo, la más rica.
Sí bien es
cierto no hay hambruna como la concebimos en países africanos, es cada vez más
común observar familias enteras buscando qué comer en los cestos de basura, ya
no son los multiplicados indigentes (de todas las edades) los únicos en
hacerlo, hoy se ven personas “bien vestidas” que desde hace años han sido
arrastradas a una sobre vivencia indigna. Más aún, sí a esa dramática realidad
sumamos las familias en hogares que pasan hambre, obligadas a comer una vez al
día o que algunos de sus integrantes soportan días sin hacerlo para cederle su
bocado a sus hijos, comenzamos a darnos cuenta que en Venezuela sí hay
hambruna.
Organizaciones
criollas e internacionales llevan los registros de desnutrición, las cifras son
impactantes. “Cáritas Venezuela” señala en 2018, 20 de cada 100 niños menores
de 5 años presentan desnutrición, 45% de los emigrantes venezolanos salen del
país con desnutrición aguda. El diputado a la Asamblea Nacional, José Guerra
(economista), informó que 80% de la población come menos de dos veces al día.
Ello no
termina allí, la crisis del sistema de salud es dantesca, 90% de los hospitales
no cuentan con equipos, insumos, salubridad ni recurso humano, crisis que no es
ajena a las clínicas privadas. Debemos sumar la escasez de medicinas que oscila
en 80% así como el impagable costo de las que se encuentran. La crisis por
carencia de alimentos (por escasez o hiperinflación) y la crisis del sector
salud, sin lugar a dudas atestiguan una crisis humanitaria gigante.
Pero
continuamos, adicional a lo prenombrado, se suma el cavernario sometimiento a
controles, racionamientos, condicionantes a derechos y libertades que padecen
los venezolanos, amén de una violencia institucionalizada cada día peor. La
insensibilidad de un aparataje gubernamental inquisidor y excluyente, servicios
básicos como agua potable, electricidad y transporte en ruinas, formas de
control social vulneradoras de derechos humanos, militarización y partidización
de lo civil, la aniquilación de todo el espectro constitucional y democrático,
instituciones públicas de espaldas a las necesidades del pueblo… una sociedad
abandonada a su suerte. Dicho esto ¿Se atreve señalar que en Venezuela no hay
crisis humanitaria?
El chavismo
dejó de ser un problema venezolano, la diáspora afecta gravemente las economías
de la región. La sal picante afinidad del régimen venezolano con otros
regímenes antidemocráticos como el norcoreano, cubano, turco, ruso,
nicaragüense y sirio, así como su cercanía con grupos terroristas como las
Farc, lo han puesto en el ojo del huracán mundial. También hay que agregar
presuntos vínculos con el narcotráfico, corrupción globalizada como “Panamá
Paper”, Odebrecht y tan súbitas como multimillonarias cuentas bancarias que
riegan la banca internacional, entre otras.
El próximo
23 de febrero será una fecha donde el proyecto chavista, exitosísimo para
gobernantes y sus allegados (riquezas, lujos y privilegios) pero una indignante
calamidad para el pueblo (crisis humanitaria), deberán aceptar el fin de su
tiempo. Asediado por un impaciente rechazo popular de más del 90%, por la
acción decidida de la comunidad internacional influyente/determinante, se dará
cuenta no controla los escenarios, el chavismo está a merced de quienes por
tanto tiempo ultrajaron. Esa fecha será la cachetada final que los hará pisar
tierra, afrontar lo que inevitablemente deberán afrontar.
Leandro
Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
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