Los varguenses residentes en esta franja costera del
norte de Venezuela, hemos apreciado las obras de infraestructura realizadas por el
trisoleado gobernador de la entidad. No se pueden ocultar el terminal de pasajeros de Catia La
Mar, así como el inconcluso de la
Guayra, el cual contribuirá al caos citadino por estar
ubicado dentro de la ciudad porteña, así como tampoco las dos plazas Bolívar, en Catia La
Mar y también en La Guayra.
De igual manera esa portentosa cinta costera desde Punta
de Mulatos a Macuto, que se enlaza con el estadio que debió ser inaugurado para la
temporada del 2013, como lo prometió el citado general y menos se pueden ocultar
las jardineras revestidas de piedras, las cuales han resultado uno de los negocios más
lucrativos de su gestión.
Las inversiones efectuadas en dichas obras son mil
millonarias y es posible que lleguen al billón de bolívares, circunstancia que tiene al
militar gobernador solazado por las excelentes comisiones devengadas por sus familiares
que actúan como gestores comisionistas, ante los constructores de las mismas.
Dichas obras mejoran el ornato litoralense tan
golpeado, pero no podemos decir lo mismo en relación a la atención que dicho funcionario le
debe prestar a los servicios públicos, ya que la carencia de agua cada día que transcurre
escasea más debido a la negativa del régimen a construir nuevas instalaciones para el
acopio del vital líquido, así como la intermitencia de la energía eléctrica y de la escasez
de gas para cocinar los alimentos y de los centros dispensadores de salud al igual que el
problema del transporte, el rosario de problemas, llega prácticamente hasta el infinito.
A esta situación planteada con relación a los
servicios, quiero agregar la sostenida destrucción llevada a cabo por el gobernador varguense
del patrimonio en la región, cuestión que no comulga con su fervor, abnegación e
idolatría que siempre manifiesta, posiblemente bajo el sopor etílico, del héroe pre
independentista José María España, llegando a expresar que fue un olvidado durante la
época republicana y él lo va a reivindicar, tal como lo expresó cuando inauguró la
plaza José María España en la entrada de la urbanización La Llanada el 28 de febrero de
2012.
Si, inauguró una plaza con el nombre del prócer, pero
la casa del mismo ubicada en la calle
San Francisco de La Guayra, fue entregada por Alexis
Toledo a un colectivo y está totalmente destruida, dejando entrever que esa
idolatría pareciese ser ficticia o estimulada por elementos alucigénicos, ya que la plaza Gual y
España construida durante la gestión de la prefecto Mireya Ochoa de Fernández, inaugurada en
1991, frente a la prefectura la destruyó el general, al igual que el monumento
inaugurado por el presidente Rafael Caldera el 25 de octubre de 1997, también en La Guayra, en la
esquina de Pachano en homenaje al bicentenario de la Conspiración de los dos próceres,
lo acaba de destruir también el general trisoleado, porque lo va a remodelar con
criterios y comisiones socialistas.
Destruir es fácil, especialmente cuando se pretende
reconstruirlo midiendo los parámetros
de los porcentajes que dejan las suculentas comisiones
de dichas obras.
Ha sido muy taimado y perverso el general gobernador
con el patrimonio histórico de los varguenses, ya que en otro negocio, después que inauguró
el elevado de Pariata y colocó el adorno de la llave de agua al lado del elevado,
decidió destruir la plaza Diego de Osorio en Punta de Mulatos y trasladar dicha llave de agua
para el sitio en que estaba Osorio, lo que demuestra que son más importantes los negocios que
la planificación, porque cuanto costó el traslado del adorno de la llave de agua,
claro son los recursos del estado y de alguna forma hay que esquilmarlos.
También en La Guayra destruyó la famosa plantica,
símbolo del progreso cuando se construyó la edificación de la electricidad de
Caracas, y que formaba parte de la memoria urbana de la parroquia, pero había que eliminarla
porque según el criterio primitivo y pretoriano del citado general desentonaba con la
imagen del intergaláctico colocada en La Plaza Bolívar.
Y pudiéramos decir que La Guayra, capital del estado
Vargas, con su centro histórico, el cual tiene 17 monumentos históricos nacionales, ha
sido testigo fiel de la indolencia y maltrato del nefasto gobernador, ya que la parroquia
no ha tenido la fortuna de que le brinden una mirada de bondad y le restauren sus
monumentos. Ya citamos la casa de José María España, pero es que la Casa Guipuzcoana presenta
su peor cara por el abandono a que la tiene sometida la gobernación varguense, basta
entrar a ella o pasar por la calle Bolívar y ver sus techos destruidos ante la indolente
mirada del gobernador empresario, o continuar hasta la plaza Vargas y ver la edificación
de los servicios portuarios, la antigua corporación del puerto, adornada por una pancarta rota
del citado funcionario, que demuestra y ratifica su preocupación por los
monumentos nacionales.
De igual manera dejó a La Soublette, en Catia La Mar
sin su plaza Bolívar, ya que eliminó el busto de Simón Bolívar, ubicado frente a la escuela
Alfredo Machado.
Hay otros elementos patrimoniales como son el
cementerio de los ingleses en Guanape, destruido, Los Cilindros de Inducción Cromática que
fue la denominación que le dio el maestro Carlos Cruz Diez a la pintura cinética de los
silos trigueros de La Guayra totalmente abandonados.
Otros casos de destrucción patrimonial son la
desaparición del busto de Francisco Fajardo en Caraballeda y del cementerio indígena en la bajada
del Playón, después del teleférico en Macuto. Hay otros que en otro escrito detallaremos.
Obviamente que podemos decir que el general ha hecho
algunas cosas, pero eso no le da
patente de corzo para destruir las cosas más
sencillas, porque estas también forman parte
de la memoria urbana de los ciudadanos varguenses y
estos recuerdan con reminiscencias
y añoranzas estas plazas y monumentos, porque en algún
momento tuvieron momentos de
placidez y solaz que quedaron impregnados en la
memoria de sus vivencias.
Rubén Contreras
@RubenContreras
No hay comentarios:
Publicar un comentario