martes, 5 de marzo de 2019

BERNARD HORANDE, LOS 3 PELIGROS QUE ENFRENTA GUAIDÓ


No, no me voy a referir al peligro evidente que supone para el Presidente Encargado Juan Guaido el regresar a Venezuela.



Es obvio que ese peligro existe. Tanto lo que podría ser una detención por parte del régimen, como algo más allá y más grave. Ya sabemos de lo que hablamos.

O que algún espontáneo, grupo o individuo, se le ocurra atentar contra él.

Estos son peligros latentes. Desde el primer día que Guaidó asumió el reto.

Más bien me voy a referir a otros peligros.

El primero lo llamo “La Desesperación”. Sí, la desesperación que podría comenzar a darse entre los venezolanos al no ver resultados concretos de lo avanzado. Que se comience a percibir que el régimen de Maduro toma un nuevo aire.

Que las expectativas que se han ido generando no sean cubiertas. Que los apoyos se vuelvan tibios. Que la excesiva diplomacia domine la escena. Que los hechos esperados vayan siendo sustituidos por palabras huecas.

La crisis venezolana no admite retrasos. Todos los días mueren compatriotas por falta de comida o medicinas. A cada instante la situación se complica más y más.

Pronto estaremos en escenarios de mayor gravedad. La gasolina va a escasear. El efectivo también. Y en general todos los bienes.

En Venezuela, la urgencia no es un lujo.

El segundo de los peligros lo denominaría “La Piñata”. En cifras gruesas, la dirigencia democrática lleva más de 20 años en oposición.

Seamos realistas: a excepción de algunas gobernaciones y alcaldías ganadas así como diversos tipos de contribuciones conseguidas de variadas maneras, los políticos opositores han estado fuera del poder y fuera del alcance de recursos para desarrollar sus actividades.

Para algunos, increíblemente ha resultado un buen negocio estar en la oposición. Pero para la mayoría no.

De tal manera que ahora se presenta quizá la mejor oportunidad que se haya tenido de salir de esta pesadilla. Muchos están haciendo sus cálculos. Algunos comienzan alegremente a repartir cargos.

De los muchos venezolanos que se han visto en la necesidad perentoria de tener que irse al exilio perseguidos, hay algunas – pocas afortunadamente – alimañas muy dañinas que ya están haciendo sus maletas para regresar. Afortunadamente, estos siniestros personajes están identificados.

Guaidó debe cuidarse mucho de esto. La aspiración lógica de cualquier venezolano de servir a su país desde un cargo o desde algunos de los sectores que hacen vida en el país, es perfectamente legítima. Nadie la puede objetar.

Pero algunos episodios recientes nos indican que hay que estar pendiente del tema.

Esto no es una piñata o una rebatiña. Aquí estamos hablando de la reconstrucción de un país. No sólo se trata de recuperar a Venezuela sino hacer que esa Venezuela sea muy superior a aquella que dejamos en 1998.

Finalmente, el tercer peligro podría llamarlo “El Aislamiento”. Un fenómeno que suele darse con frecuencia entre los dirigentes políticos con mucho poder. Los Presidentes, por ejemplo.

Juan Guaidó no proviene de una carrera típica de un dirigente nacional, jefe de partido, conocido en todo el país e internacionalmente.

No. Guaidó es lo que se llama un ‘outsider’. Un dirigente con arrastre local que llega a una posición en la Asamblea Nacional y que poco a poco venía forjando una carrera política.

Gracias al típico caso de “estar en el momento correcto y en el lugar correcto”, le toca asumir una responsabilidad de dimensiones siderales: ser el líder del 90% de la gente de un país y el intérprete de sus aspiraciones, frente a un régimen altamente sanguinario, criminal y mafioso, en un momento decisivo. Nada más y nada menos.

En estas circunstancias, es relativamente fácil que alguien pueda estar mediatizado. Tanto por el círculo de los máximos dirigentes de su partido, como por allegados que lo han protegido, promovido y ayudado anteriormente.

Y es muy factible quedar aislado. No tener la oportunidad de escuchar a otros, de recibir a otros. De sopesar diferentes alternativas. Sabiendo que nunca la verdad está en un solo lado.

Hasta ahora, Juan Guaidó lo ha hecho bien. Muy bien. Diríamos que muchísimo mejor de lo que las expectativas iniciales podían pronosticar.

Guaidó tiene particulares y positivas características como dirigente. Le llega a la gente. Se ha sabido manejar estupendamente.

Desde un punto de vista estrictamente de marketing político, me atrevo a afirmar que es un tremendo producto con cualidades de primera en muchos sentidos.

Juan se ha convertido en un hueso duro de roer para este régimen. Pero debe cuidarse. Y no confiarse.

Quizá su mejor herramienta sea su propio instinto.

Un instinto que le permita manejar la creación y cumplimiento de expectativas, y al propio tiempo mantener a raya inteligentemente a quienes pueden dar al traste con la gran oportunidad que tenemos esta vez por delante los venezolanos.

Que Dios lo guíe.

Bernard Horande
@BHorande

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