Estrategia,
palabra mágica de cualquier plan político, empresarial o publicitario. Se
conocen algunas descabelladas que contra todas las posibilidades tuvieron éxito
por influjo del azar. Juana de Arco logró la toma de Orleans gracias a que por
ignorancia mandó a poner una torreta de asalto al revés y el disparate resultó
arma salvadora.
Contra todo principio militar, Fidel Castro avisó que invadiría
Cuba alertando a los militares que lo esperaron en la playa y masacraron al
centenar de hombres que desembarcó, de los que apenas doce conservaron la vida.
Y
esos sobrevivientes derrocaron a Batista porque el ejército se desmoronó y
principalmente el propio dictador. “Ni el siete porque es muy tarde ni el cinco
porque es muy temprano: el seis” dijo Lenin porque ese día se instalaba en San
Petesburgo el Congreso de los soviets de todas las Rusias. La clave de que
tomaran el poder, de paso sin disparar un tiro, fue que el ejército estaba en
el caos por la guerra con Alemania, los soldados peleaban sin municiones, ni
alimentos, ni botas, a diez grados bajo cero y Lenin hábilmente centró su
política en abandonar inmediatamente la guerra.
Ahí
comenzaría la construcción del socialismo entendido como la imposición de una
dictadura terrorista y la expropiación de la sociedad. Pero al mismo tiempo se
desarrollaba en Europa un intenso debate. El ideólogo y conductor de la
socialdemocracia alemana, Eduard Berstein da un viraje radical y propone una
estrategia que rompe con la revolución a cambio de un programa evolutivo de
reformas pacíficas, por la vía electoral y sin resabios leninistas.
Violencia
vs consenso
Según
él y quienes lo siguen el asalto al poder es políticamente primitivo y lo que
corresponde en una sociedad civilizada es, por el contrario, mantener la estabilidad
de las instituciones y entre el capital, el trabajo y el Estado. El objetivo
del socialismo era mejorar la democracia y jamás implantar una utopía
colectivista. Dice que “el movimiento lo es todo, el fin no es nada”. El
movimiento es la lucha por mejorar la sociedad y la condición de las mayorías,
y el movimiento mismo se convierte en su propio objetivo, Antonio Gramsci en
Italia llega a conclusiones parecidas y concibe la estrategia socialista en las
sociedades occidentales de manera muy similar a Berstein.
Y
en su obra de madurez, la idea de revolución social en óptica marxista
leninista se hace borrosa, en la niebla de una reforma intelectual y moral por
consenso y no de dictadura, término que disuelve en el de hegemonía. Con los
ejemplos de Mao, Castro, Ho Chi Min, Pol Pot y tantos otros, en los países del
Tercer Mundo la izquierda se asocia a la estrategia leninista o maoísta. Desde
México a la Argentina optaron por la violencia de guerrillas rurales o urbanas,
lenguaje violento, anuncio de catástrofes, amenaza de dictaduras para liquidar
la democracia burguesa.
De
esa manera aterrorizaron a quienes podían apoyarlos y las sociedades les
cerraron el paso, mientras en Venezuela se inauguraba un proceso democrático
que demostró la aberración del comunismo. Rómulo Betancourt derrocó al
movimiento insurreccional y fundó una democracia ejemplar que lo fue incluso
cuando las elites la entregaron. Pero a partir de los fracasos guerrilleros de
los 60, del socialismo militar y de la Revolución Sandinista de los 80, se
produjo un cambio estratégico en la revolución. Habían comprobado que la
confrontación y el lenguaje violento no servían, era necesario fingir una
posición democrática y pasar los lobos por corderos.
Con
mis hígados
Comenzó
la prédica hiperdemocrática, la denuncia de la perversión de las instituciones
que debía corregirse, los crímenes cometidos por las empresas nacionales y
transnacionales, la oligarquía y los medios de comunicación, la ola neoliberal
en los programas de reforma que recogían del piso las economías destruidas por
el populismo. Pero todo eso se hacía a nombre de la paz y la democracia, por
medios electorales y se juraba respetar la propiedad y demás garantías
constitucionales. Ese inmenso engaño recibió el nombre de socialismo del siglo
XXI y se impuso en una larga lista de países de la región.
Pero
a diferencia de Venezuela en varios países los organismos judiciales o
parlamentarios no se entregaron a la bestia, sino que la enfrentaron, como en
Argentina, Brasil, Paraguay y Honduras, y en este último tuvieron que sufrir
hasta castigos norteamericanos. Igual en Chile el sistema político y la
sociedad rechazan las extrañas involuciones de la segunda presidencia de
Bachelet, mal asesorada por la diputada Vallejo. En ninguno hubo invasiones
extranjeras, ni golpes de Estado, ni guerras civiles. Derrotaron las amenazas
estrategias electorales exitosas.
Prácticamente
todos ellos superaron la peste por vías democráticas y con sus propias fuerzas.
Mibelis Acevedo @Mibelis, es una artesana de las palabras que cultiva la razón
y la verdad y no le teme ni siquiera al repulsivo pitón invasor de los
Everglades, alimaña cinematográfica que ha creado un problema porque depreda la
fauna local. En prevención de más desgracias formuló un deseo civilizado. “Así
la misma democracia que abrió sus puertas generosas al chavismo, será la que
diga que jamás, jamás mereció gobernarnos”.
Carlos
Raúl H ernandez
@CarlosRaulHer
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