domingo, 10 de marzo de 2019

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ, LOBOS, OVEJAS Y PITONES


Estrategia, palabra mágica de cualquier plan político, empresarial o publicitario. Se conocen algunas descabelladas que contra todas las posibilidades tuvieron éxito por influjo del azar. Juana de Arco logró la toma de Orleans gracias a que por ignorancia mandó a poner una torreta de asalto al revés y el disparate resultó arma salvadora.



Contra todo principio militar, Fidel Castro avisó que invadiría Cuba alertando a los militares que lo esperaron en la playa y masacraron al centenar de hombres que desembarcó, de los que apenas doce conservaron la vida.

Y esos sobrevivientes derrocaron a Batista porque el ejército se desmoronó y principalmente el propio dictador. “Ni el siete porque es muy tarde ni el cinco porque es muy temprano: el seis” dijo Lenin porque ese día se instalaba en San Petesburgo el Congreso de los soviets de todas las Rusias. La clave de que tomaran el poder, de paso sin disparar un tiro, fue que el ejército estaba en el caos por la guerra con Alemania, los soldados peleaban sin municiones, ni alimentos, ni botas, a diez grados bajo cero y Lenin hábilmente centró su política en abandonar inmediatamente la guerra.

Ahí comenzaría la construcción del socialismo entendido como la imposición de una dictadura terrorista y la expropiación de la sociedad. Pero al mismo tiempo se desarrollaba en Europa un intenso debate. El ideólogo y conductor de la socialdemocracia alemana, Eduard Berstein da un viraje radical y propone una estrategia que rompe con la revolución a cambio de un programa evolutivo de reformas pacíficas, por la vía electoral y sin resabios leninistas.

Violencia vs consenso

Según él y quienes lo siguen el asalto al poder es políticamente primitivo y lo que corresponde en una sociedad civilizada es, por el contrario, mantener la estabilidad de las instituciones y entre el capital, el trabajo y el Estado. El objetivo del socialismo era mejorar la democracia y jamás implantar una utopía colectivista. Dice que “el movimiento lo es todo, el fin no es nada”. El movimiento es la lucha por mejorar la sociedad y la condición de las mayorías, y el movimiento mismo se convierte en su propio objetivo, Antonio Gramsci en Italia llega a conclusiones parecidas y concibe la estrategia socialista en las sociedades occidentales de manera muy similar a Berstein.

Y en su obra de madurez, la idea de revolución social en óptica marxista leninista se hace borrosa, en la niebla de una reforma intelectual y moral por consenso y no de dictadura, término que disuelve en el de hegemonía. Con los ejemplos de Mao, Castro, Ho Chi Min, Pol Pot y tantos otros, en los países del Tercer Mundo la izquierda se asocia a la estrategia leninista o maoísta. Desde México a la Argentina optaron por la violencia de guerrillas rurales o urbanas, lenguaje violento, anuncio de catástrofes, amenaza de dictaduras para liquidar la democracia burguesa.

De esa manera aterrorizaron a quienes podían apoyarlos y las sociedades les cerraron el paso, mientras en Venezuela se inauguraba un proceso democrático que demostró la aberración del comunismo. Rómulo Betancourt derrocó al movimiento insurreccional y fundó una democracia ejemplar que lo fue incluso cuando las elites la entregaron. Pero a partir de los fracasos guerrilleros de los 60, del socialismo militar y de la Revolución Sandinista de los 80, se produjo un cambio estratégico en la revolución. Habían comprobado que la confrontación y el lenguaje violento no servían, era necesario fingir una posición democrática y pasar los lobos por corderos.

Con mis hígados

Comenzó la prédica hiperdemocrática, la denuncia de la perversión de las instituciones que debía corregirse, los crímenes cometidos por las empresas nacionales y transnacionales, la oligarquía y los medios de comunicación, la ola neoliberal en los programas de reforma que recogían del piso las economías destruidas por el populismo. Pero todo eso se hacía a nombre de la paz y la democracia, por medios electorales y se juraba respetar la propiedad y demás garantías constitucionales. Ese inmenso engaño recibió el nombre de socialismo del siglo XXI y se impuso en una larga lista de países de la región.

Pero a diferencia de Venezuela en varios países los organismos judiciales o parlamentarios no se entregaron a la bestia, sino que la enfrentaron, como en Argentina, Brasil, Paraguay y Honduras, y en este último tuvieron que sufrir hasta castigos norteamericanos. Igual en Chile el sistema político y la sociedad rechazan las extrañas involuciones de la segunda presidencia de Bachelet, mal asesorada por la diputada Vallejo. En ninguno hubo invasiones extranjeras, ni golpes de Estado, ni guerras civiles. Derrotaron las amenazas estrategias electorales exitosas.

Prácticamente todos ellos superaron la peste por vías democráticas y con sus propias fuerzas. Mibelis Acevedo @Mibelis, es una artesana de las palabras que cultiva la razón y la verdad y no le teme ni siquiera al repulsivo pitón invasor de los Everglades, alimaña cinematográfica que ha creado un problema porque depreda la fauna local. En prevención de más desgracias formuló un deseo civilizado. “Así la misma democracia que abrió sus puertas generosas al chavismo, será la que diga que jamás, jamás mereció gobernarnos”.

Carlos Raúl H ernandez
@CarlosRaulHer

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