En
estos 20 años de brutal depredación y
represión perpetrada por un régimen afincado en el apoyo de la dictadura
castrista y por un Alto Mando Militar envilecido, que incumple su misión
constitucional y continúa enriqueciéndose en actividades ilícitas –desde el
narcotráfico que comandan con los terroristas de las FARC y el ELN, el
contrabando de gasolina, la explotación del oro, hasta el negocio con los
alimentos importados para someter a un pueblo hambriento–, y a costa de ser
repudiados por siempre, todos esos verde olivas reconocidos como grandes
corruptos se hicieron chavistas cuando Hugo Chávez los puso a gobernar para que
no lo derrocaran y se convirtieron en Ejército de ocupación de su gobierno y
del de su heredero político, el usurpador Nicolás Maduro. Un ejército que solo
ha significado corruptelas, ineficiencia, fracaso, represión y violación de los
derechos humanos. Representan si acaso 10 % de la Fuerza Armada, pero ejercen un control férreo sobre el resto de
la institución. Por eso y hasta ahora no se ha logrado el quiebre esperado en
la Fuerza Armada para que apoyen el cese de la usurpación y el resto de la
cartilla dictada por Juan Guaidó, que se dará con o sin el concurso de ellos.
Es cuestión de tiempo. Cada día empeora la situación para el Alto Mando,
arrastrado ante los cubanos del G-2 que lo controla en el Fuerte Tiuna; pierden
la oportunidad de salvar su pellejo y no
habrá Ley de amnistía que los libere de los juicios en cortes penales
internacionales y de las rejas.
El
momento de las definiciones es ahora, cuando la dictadura se encuentra
arrinconada por una voluntad inquebrantable en toda la sociedad de echarlos del
poder, el país dijo: ¡Ya basta!. La población está movilizada para apoyar al
actual presidente de la Asamblea Nacional en su recuperación de la democracia.
La oportunidad de hacerlo la tuvieron también los anteriores presidentes de la
AN, pero les faltó el guáramo de Juan Guaidó, un líder con inteligencia y
coraje para asumir responsabilidades,
desafíos y los retos que se le atraviesen. Y lo que es más resaltante, cumple
con lo prometido, sin estridencias, sin la inútil verborrea de sus
predecesores, con la serenidad que produce tener una estrategia planificada y
con el buen manejo del factor sorpresa.
No
se trata de un fenómeno sino de cualidades y virtudes que escasean en el
ejercicio de la política venezolana. Guaidó es valiente, arriesga su seguridad y
su vida, sale del país por los caminos verdes, obligado por una prohibición de
salida dictada por el club de ex presidarios y malandros del TSJ y regresa,
después de una gira triunfal por países latinoamericanos, donde fue recibido
con los honores de un jefe de Estado y lo hace por la puerta grande, por la entrada principal, el aeropuerto Simón
Bolívar de Maiquetía y con el sello de bienvenido en su pasaporte.
Los
bocazas mafiosos de la más alta nomenclatura, que anunciaron su detención se
quedaron con los ojos claros y sin vista, y sin capacidad de respuesta. Guaidó
tiene la mesa servida y la cooperación de la comunidad internacional para
lograr el cese de la usurpación, un gobierno de transición y elecciones libres.
Desde su proclamación el 23 de enero, en
menos de mes y medio, hemos avanzado mucho, la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea y del continente, a excepción de Cuba,
Nicaragua, Bolivia y los burdeles del Caribe donde atesoran el botín de los
jerarcas del régimen, establecieron relaciones diplomáticas con el gobierno
interino de Juan Guaidó. No queda la menor duda
que una coalición internacional actuará, como lo han hecho a través de
la historia cuando los pueblos son sometidos y oprimidos por regímenes tan
oprobiosos como el de Maduro.
Marianella
Salazar
@aliasmalula
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