La humanidad continúa transitando senderos que suman un millón de años por todos los caminos de la Tierra, tiñendo de razas la historia de monarquías, imperios y repúblicas en el devenir de culturas en búsqueda de una mejor vida, con pugnacidad porque somos átomos y moléculas en continuo enfrentamiento para responder a nuestra estructura orgánica y psicológica en acatamiento a los ordenamientos dispuestos por el Creador del Universo.
Esta raza humana a lo largo y ancho de la Tierra ha utilizado las idiosincrasias formadas en cada lugar con cambios genéticos inducidos por climas locales para elaborar cerebros cuya evolución llegó hasta el Homo sapiens, criatura que logra imponerse sobre todos los seres vivientes y la materia, en permanente combate ante la inestabilidad y reacomodos del Cosmos. De esta agresividad surgieron los militarismos, fuerzas que aplastan cuerpo y sentimientos, no importan la sensatez ni los derechos humanos, siempre la victoria sobre el más débil, desgraciadamente, muchas de ellas han sido necesarias para mantener la evolución del hombre.
De tanto intercambiar genes el homo actual está en capacidad de corregirse y plantear soluciones a esta grave falla humana, la guerra, que pronto desaparecerá de la mano militar, ahora va a ocupar su puesto la Guerra Económica, cuyos combates recién se inician para luchar sin armas de fuego, los recursos a usar son las aguas del Planeta, la atmósfera, los privilegios de la comunicación instantánea, INTERNET al frente.
Es un recurso que también ha sido evolutivo y hoy es una evidencia impostergable, que advierte con violenta intimidación: la energía nuclear, con el hidrógeno protagonizando, precisamente el componente que junto al oxígeno aseguran la existencia del agua, agente vital; que la opinión pública, advertida por los conceptos emanados de investigadores científicos, mensajeros de la opinión pública, políticos, inician desde ahora un movimiento incontenible, tendiente a desechar a todos los niveles el arma nuclear, recurso que alimenta locuras como armamento a disposición en diversos lugares, que mantiene en expectativa al mundo ante el peligro de esta arma que amenaza con extinguir nuestro hábitat planetario exponiéndonos a la catástrofe final. Y nadie halla la manera de eliminar este peligro porque se hace tarde; milagrosamente, si desaparece esa bomba se acabarán las guerras. Extinguido el peligro nuclear, para cumplir con el mandamiento omnipresente de los enfrentamientos, solo resta adoptar un sustituto: la incesante y controlada actividad comercial como uno de los recursos para evitar la Guerra Económica.
De ahora en adelante la conflictividad circulará por mares, ríos y océanos, el cielo, vías que conducen a cada lugar de la Tierra donde se impondrá la capacidad de cosechar alimentos y elaborar los utensilios en cada sitio; el régimen alimentario será abastecido con la producción natural y el esfuerzo colectivo de las regiones, lo mismo con todos los enseres que suministran el confort a nivel internacional: cada quien aportará el producto de sus capacidades, como siempre ha sucedido; pero ahora tendrá una carga de responsabilidad que le dará un puesto a nivel de las naciones.
La política se encargará de mantener los aportes, introducir convenios amistosos en el diario trajín de alimentos y mercancías. Un modus operandi en igualdad de condiciones, siempre respetando los Derechos Humanos.
Las manifestaciones de la Cultura seguirán su curso habitual, el poderoso aliento de la actividad económica y sus conflictividades resueltas serán el sustituto natural de las guerras.
La palabra Economía se colocará en su sitial de alto valor. Los aparatosos desfiles militares serán vistos por los niños de futuras generaciones como curiosas manifestaciones de gente desfilando con ropajes cubiertos de insignias de todo tipo, con gestos y gritos, mientras desplazan sus cuerpos en un aparatoso ir y venir sin propósito aparente, escenas risibles para las mentes del futuro.
La actual civilización espera este desenlace, pedimos fervorosamente nos apoye el Supremo Creador, conductor de las cuatro mil religiones terrestres.
¡OH DIOS DE LOS CRISTIANOS!
Gonzalo Villamizar Adarme
gonvillan1924@gmail.com
@GonzaloVillami2
Caracas-Venezuela
Asociación de Médicos Escritores, FMV
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