miércoles, 7 de agosto de 2019

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ: VENEZUELA RÉGIMEN DICTATORIAL CON MÁSCARA DE CAPITALISMO.

El dogma (principio innegable) de los socialistas (potenciales comunistas), que en gran número son lectores de pocas páginas, es que la economía de mercado libre o capitalismo es un sistema que perjudica los intereses de la mayoría de la gente, beneficiando solamente a una pequeña minoría de “individualistas inescrupulosos”. Condena a las masas a un empobrecimiento progresivo. Es la causa de la miseria, esclavitud, opresión, degradación y explotación de los trabajadores, mientras que “enriquece a una clase de parásitos ociosos e inútiles. 

Vale destacar, que la estrafalaria “argumentación” antes citada no fue obra de Karl Marx ya que fue desarrollada mucho antes que Marx entrara en escena; con el agravante que sin mucho fundamento la opinión pública aceptó la condena del capitalismo sin ninguna reserva, al tiempo de propiciar conclusiones políticas prácticas en nada uniformes: 1- No existía más que un camino para acabar con estos males: la completa supresión del capitalismo, y por tanto defendían el traspaso del control de los medios de producción de manos privadas al Estado. Aspiraban a establecer lo que denominaron socialismo, planificación capitalismo de Estado (todos estos términos significan lo mismo), y en el futuro, afirmaban, solo una autoridad central debería dirigir todas las actividades productivas. 2- Tanto el capitalismo como el socialismo debían ser rechazados. 3- Se debía establecer el intervencionismo como sistema de organización económica de la sociedad (a mitad de camino entre el capitalismo y el socialismo), reteniendo las ventajas de ambos y evitando las desventajas inherentes a cada uno. El Estado, como “árbitro imparcial”, debería interferir y poner un freno a la codicia de los capitalistas y asignar una parte de los beneficios a las clases trabajadoras. Instaurar el monopolio exclusivo del gobierno, en lugar de lo que luego Marx llamó “anarquía de la producción” haciendo referencia a que lo trascendente no es el modo de distribuir una cantidad fija de productos sino el modo de producir todos aquellos bienes que la gente desea disfrutar; siendo en consecuencia el capitalismo y el socialismo dos formas de organización irreconciliables, a pesar de lo cual los intervencionistas sostienen que es posible mejorar el sistema capitalista a través de la interferencia gubernamental en las acciones de los capitalistas y empresarios por medio de la regulación y regimentación de los negocios. 

Una vez que el gobierno ha conseguido el control de los negocios, nada subsistirá de la economía de mercado, ya que los ciudadanos no determinan qué y cómo debe producirse lo cual queda en manos del gobierno a la luz de una “planificación gubernamental total” que en la práctica constituye un modelo de socialismo que conserva la apariencia exterior del capitalismo, manteniendo, sólo aparente y nominalmente, la propiedad privada de los medios de producción, al extremo que el intercambio de mercado se convierte en una máscara (socialismo con apariencia exterior de capitalismo). En fin, el intervencionismo es un método para transformar el capitalismo en socialismo, a través de una serie de pasos sucesivos. 

En el Manifiesto Comunista de 1848, Karl Marx y Frederick trazaron un plan para la transformación en etapas del capitalismo en socialismo: el proletariado debería ser elevado a la posición de clase gobernante y usar su supremacía política para “arrebatar gradualmente todo el capital a la burguesía” por intermedio de incursiones despóticas (gobierno, sin leyes ni reglas) sobre los derechos de propiedad y sobre las condiciones de producción capitalistas. Años más tarde, en 1867 en El Capital, Marx vio las cosas de un modo diferente: el socialismo no puede aparecer antes que el capitalismo haya madurado plenamente; no existe más que un camino hacia el colapso del capitalismo: la evolución paulatina del mismo capitalismo. A tenor de ello, Marx y la escuela del marxismo ortodoxo rechazan cualquier política que pretenda restringir, regular y mejorar el capitalismo. 

A la luz de algunas corrientes del pensamiento económico, la idea que la libertad política puede ser preservada en ausencia de libertad económica y viceversa, es ¡ilusoria!; al punto que cuando los ciudadanos no tienen libertad para comprar y vender en el mercado se transforman en virtuales esclavos dependientes de las concesiones de un Gobierno Omnipotente (Ludwig Von Mises) de donde surge el nazismo, que niega el gobierno del pueblo y la filosofía política de la libertad de pensamiento, expresión y prensa, la propiedad privada de los medios de producción y el libre comercio, que en esencia se condicionan mutuamente en un contexto donde  los intereses de los seres humanos son básicamente los mismos: lo que es mejor para mi interés es también mejor para el interés de otras personas. 

El cómo deben emplearse los factores de la producción y qué debe ser producido, ha de ser determinado por el consumidor a través de sus compras y abstenciones de comprar en el mercado; alejado de la acción gubernamental con vista a una “planificación” donde es sólo el gobierno el que elija y haga cumplir sus dictados a través del aparato de coerción (imposición de un castigo o pena con el objetivo de condicionar el comportamiento) y de compulsión (conducta obsesiva) al extremo de autoproclamarse como el gran Dios Estatal. 

Reflexión final: Detener la gran destrucción y muchas desgracias humanas que se avecinan en Venezuela, pasa por armonizar la libertad económica y la libertad política luego de la culminación del régimen dictatorial.  

Jesús Alexis González
@jesusalexis_gon
http//:www.pedagogiaeconomica.com

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