martes, 10 de diciembre de 2019

ARIEL PEÑA: NI IZQUIERDA NI DERECHA, LA CONTRADICCIÓN ES ENTRE LA DEMOCRACIA Y EL TOTALITARISMO, DESDE COLOMBIA

La izquierda y la derecha que son términos que  se utilizan en la política, especialmente,  en sana lógica se deben de tomar como  simples formalismos, porque la verdadera contradicción  en los países latinoamericanos es entre la democracia y el totalitarismo, representado el segundo por el anacronismo marxista, al cual los mamertos de la región no han  renunciado, y por eso le cambian  de disfraz, llamándolo  alternativo, progresista, bolivariano, indigenista, socialismo del siglo XXl, foro de Sao Pablo y otras hierbas; mientras que la democracia está representada por partidos y movimientos que tienen como principio a  la libertad individual, que es  la condición suprema de la humanidad.  

El totalitarismo que también se hace llamar izquierda, con el oportunismo que lo caracteriza, está utilizando las movilizaciones que comenzaron el 21 de noviembre con el paro, para promocionar desde diferentes sectores las candidaturas presidenciales de Gustavo Petro y Sergio Fajardo para el 2022, y se encuentran  en un forcejeo buscando quien le saca los mejores dividendos políticos a la protesta, de ahí que  Gustavo Petro en su Twitter critica al Polo Democrático por seguir bajo la égida del Moir y convoca a crear un Frente Democrático del cual él sería  su candidato, lo que demostraría que a eso que denominan izquierda poco le importa las reivindicaciones sociales y económicas de la población, pues lo que le interesa son sus candidaturas presidenciales que desde luego hacen parte del totalitarismo. Sin olvidar que las etiquetas izquierda y derecha surgieron en la revolución francesa hace 230 años y actualmente se prestan para confusión  e intrigas, como lo estamos viendo actualmente en Colombia.  

 Hay que recordar una vez más, que el filosofo español José Ortega y Gasset (1883-1955), decía: “ser de izquierda es,  como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil, ambas en efecto, son formas de hemiplejia moral”, con esto demuestra el pensador ibérico que esa simplificación no es adecuado ni procedente. Y los demócratas deberían  mejor   denunciar y enfrentar  ideológica y políticamente para el caso colombiano, al marxismo leninismo enemigo de la libertad y la democracia.  

El sátrapa ruso  de Lenin rechazaba de alguna forma el termino izquierda, en su  texto titulado “la enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo” lo que demostraría que para el totalitarismo comunista las denominaciones izquierda y  derecha  no les preocupa y solo las usan como táctica de acuerdo a las condiciones para la toma del poder, por ello los demócratas no se pueden  dejar imponer las dicotomías del marxismo leninismo como son: izquierda o derecha y también capitalismo o socialismo, porque fue Antonio Gramsci que al hacer la simbiosis entre el marxismo y el maquiavelismo buscaba dividir la sociedad frente a dos alternativos siguiendo la premisa de Nicolás de Maquiavelo, quien planteaba que no había que permitir la neutralidad y  buscar siempre que la sociedad no tenga sino un par de opciones.  

Por el rezago ideológico de algunos pueblos latinoamericanos, se echa en el mismo saco al sindicalismo, la izquierda y el  marxismo, claro que para el caso colombiano la situación es todavía más confusa, pues en los llamados grandes medios de comunicación hay  “líderes de opinión” cuyo desconocimiento en la materia es patético, con lo cual la falta de discernimiento no permite que estos temas se aproximen a la realidad.  

Los dirigentes sindicales, no se puede olvidar que el comunismo totalitario ha sido enemigo de la lucha de los trabajadores, y Lenin consideraba  a los sindicatos como un simple apéndice del partido o sea que eran un objeto  para la toma del poder. Precisamente   no hay que pasar por alto que lideres anticomunistas  o  antimarxistas como Ronald Reagan  y lech Walesa quienes fueron presidentes de EE.UU y Polonia respectivamente,  antes de asumir la más importante dignidad de sus naciones habían sido sindicalistas destacados, y al ser  enemigos acérrimos del comunismo totalitario,   se convirtieron junto al papa San Juan Pablo ll en los  sepultureros del comunismo con la caída del muro de Berlín que condujo a la debacle de la Unión Soviética.  

La izquierda  se  consideraba en la revolución francesa como una corriente que buscaba las transformaciones sociales y el cambio  de gobierno, luego el marxismo o comunismo totalitario que  siempre pretende  montar   camarillas eternas en la dirección  del Estado, de acuerdo a las enseñanzas de la revolución  francesa  no se puede ubicar  específicamente en la izquierda, de ahí  hay que reiterar que el marxismo por su ceguera y superstición es antihistorico y no tiene ni vigencia ni defensa, y lo único que le ha aportado a la tierra son grandes desgracias y sufrimientos.  

 En los asuntos morales que se ventilan en la  mencionada  izquierda como el aborto, la eutanasia, el matrimonio gay, la adopción de niños  por parte de parejas homosexuales etc; cuestiones  que si las  miramos desde el punto de vista del liberalismo clásico, se  deberían de tomar como  comportamientos individuales en una actitud frente a la vida que la sociedad y el Estado deben  de analizar, buscando no perjudicar a otros, ya que la libertad de la persona acaba en donde comienza la de los demás; haciendo énfasis en la responsabilidad propia del individuo y la sociedad en su conjunto; así que la conducta personal  solo se restringe cuando afecta a otros, y el respeto y la tolerancia deben de ser premisas fundamentales para no agredir ni material ni moralmente al ciudadano.  

La incompatibilidad entre sindicalismo y marxismo es  inocultable, sin dar lugar a encuentros, porque desde la aparición del engendro comunista totalitario, siempre este aspiró a tener el dominio de las organizaciones de los trabajadores, no para propiciar las reivindicaciones sociales y económicas de los obreros sino para utilizarlos de masa de maniobra, buscando la toma del poder político para implementar una dictadura en donde a los primeros que  se atropella es a los trabajadores, por ello fue que se repudiaron las  tesis de Marx en la primera y segunda internacional en el siglo XlX. Así  que el  destino del marxismo  igual que el nazismo, el fascismo y el apartheid es  el basurero de la historia, pues su carácter absolutista, cruel e inhumano no le da cabida  dentro de la civilidad y la ética.  

La independencia y la democracia sindical es  el centro de gravedad del accionar de los trabajadores, entonces no se puede permitir que sectas como el marxismo manipulen la lucha obrera, por ello no  deben existir   vínculos  entre las organizaciones de los  trabajadores y  el comunismo totalitario,  porque eso lleva a una situación  kafkiana o como se dice tradicionalmente es revolver el agua con el aceite. Subrayando que repudiar al marxismo o ser anticomunista no  es una herejía y se encuentra en la lógica y la razón.  

Indudablemente para nuestros pueblos, la contradicción principal es entre la democracia y el totalitarismo, ya que izquierda y derecha son formulas inanes que  alucinan y dispersan. 

Ariel Peña
arielpena49@yahoo.com

@arielpenaG

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