Quienes no voten por Trump el próximo 3 de noviembre que no se quejen después de la pesadilla que se nos vendrá encima con Joe Biden y sus manejadores de la izquierda vitriólica.
Las primarias demócratas para las elecciones generales de este fatídico 2020 fueron quizás las más numerosas en la historia del partido del burro. Tanta era la desesperación por vengarse de la inesperada y vergonzosa derrota sufrida en 2016 que más de 24 candidatos se disputaron el privilegio de sacar a Donald Trump de la Casa Blanca. Uno de ellos fue el vicepresidente Joe Biden, una criatura con más de 45 años en el pantano de Washington y tres aspiraciones fallidas a la presidencia de la nación.
Biden no fue postulado por sus habilidades, que son precarias, sino porque era el único con el "pedigrí político" para justificar el rechazo de Bernie Sanders, quién infundía un terror visceral al establecimiento demócrata. Irónicamente, el historiador y columnista Victor Davis Hanson afirma que el 20 por ciento de los jefes del Partido Demócrata consideran a Biden incapaz de cumplir las funciones que demanda la presidencia del país. Así y todo, le dieron la orden al congresista negro por Carolina del Sur, James Clyburn, de que apoyara a Biden en las primarias de su estado en que fue fueron completados los votos necesarios para que el vicepresidente fuera postulado. Por lo que podemos decir que Biden fue salvado por la campana de James Clyburn.
Pero Biden no podía dejar de ser Biden. Lleva muchos años plagiando y hablando sandeces para no "meter la pata" a la primera oportunidad. Y así lo hizo. En un momento en que se le escapó a sus manejadores, insultó a varios votantes llamándoles "gordos", "mentirosos" y "locos". A un negro partidario de Trump le dijo: "Si votas por Trump, tú no eres un verdadero negro." Lo primero que le dijo a un periodista que le hizo una pregunta incómoda fue: "Tú eres un perro mentiroso".
Por otra parte, este partido que ha postulado a Biden yo no es el partido de John Kennedy, Sam Nunn y Bob Graham. Es el partido de Bernie Sanders, Kamala Harris y Alexandria Ocasio Cortéz. La energía del partido está en una izquierda fanática representada por esta gente que está imponiendo su voluntad en forma tan absoluta que hasta la bruja de Nancy Pelosi les tiene miedo. De ahí que Biden haya sacado de su closet de disfraces su traje de camaleón. Este es un Biden muy distinto del que proclamaba como su mentor al Senador por West Virginia, Robert Byrd, miembro destacado de la organización racista Ku Klux Klan.
Lo primero que ha hecho este camaleón congénito es cambiar radicalmente sus posiciones políticas. En la década de 1980 apoyaba el trasporte masivo de estudiantes para lograr la integración escolar de blancos y negros. Hoy propone que los estudiantes se queden en casa en aulas virtuales y estudien por control remoto. Una forma de obligar a los padres a quedarse en casa cuidando a los hijos y debilitar la economía americana. Una forma cínica de apuntalar su posición política frente al Presidente Trump. En otra de sus concesiones a la izquierda, Biden se ha declarado a favor de legalizar la posesión y consumo de marihuana al igual que proteger la institución del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Durante décadas, en concordancia con su proclamada fe católica, Biden fue un firme defensor de la Enmienda Hyde, que prohibe el uso de fondos federales en procedimientos de aborto. El nuevo Joe no sólo ha echado por la borda a la Enmienda Hyde sino ha declarado su respaldo total al aborto masivo que se realiza al amparo de la decisión de Roe v. Wade, del Tribunal supremo de los Estados Unidos. Un procedimiento que, en 2018, fue realizado en 876,000 ocasiones en este país.
En 1994, Biden votó a favor del Proyecto para el Control de Crímenes Violentos y de Aplicación de la Ley. Este fue el mayor proyecto de ley en la historia de los Estados Unidos que consistió en 359 páginas donde se crearon 100,000 nuevas posiciones de policías, se designaron 9,700 millones de dólares para cárceles y 6,000 millones de dólares para programas de prevención. Ahora el camaleón Biden tuvo una epifanía y ha dado un giro de 180 grados en que propone una reducción de los presupuestos destinados a la policía.
En otro de sus descarados cambios, Biden ha abandonado su tradicional protección a la energía producida por los combustibles fósiles y declarado su apoyo al llamado Nuevo Trato Verde, un alucinante proyecto que costaría 90 millones de millones de dólares y daría un tiro de gracia a estados como Pennsylvania. Un estado en el que creció Biden y con el que cuenta para ganar las elecciones del 3 de noviembre. ¡Buena suerte con eso!
El desorientado candidato demócrata ha declarado asimismo su propósito de resucitar la Ley de Seguro Asequible, mejor conocida por Obamacare. Una ley aprobada bajo las mentiras de Barack Obama a los votantes sobre su habilidad de mantener su médico, mantener su seguro y ahorrar 2,500 dólares al año. Y lo peor de dicha ley es el llamado Mandato Individual, por el cual los ciudadanos que no se inscriban en el Obamacare tienen que pagar una multa por el privilegio de NO tener seguro de salud. Y siguiendo en el campo de la salud, otro de los proyectos de Biden es el llamado Seguro Universal que sería financiado por el gobierno y se proporcionaría a todos los habitantes del país, incluyendo a los inmigrantes ilegales.
Pero lo que debe de ser el mayor motivo de preocupación tanto para los defensores como para los adversarios de Joe Biden es el llamado Acuerdo de Unidad suscrito por el candidato con el Senador Bernie Sanders, el comunista que pasó su luna de miel en la Cuba de Fidel Castro. Los signatario de ese acuerdo−Biden y Sanders− se comprometen a mantener fronteras abiertas y a conceder la ciudadanía americana a todos los inmigrantes ilegales que ya residen en los Estados Unidos. El objetivo final es anular todas las leyes y decretos puestos en vigor durante la presidencia de Donald Trump. Si alguien siente que estoy tratando de amedrentarlo le digo que ese es precisamente el propósito de este artículo. Quienes no voten por Trump el próximo 3 de noviembre que no se quejen después de la pesadilla que se nos vendrá encima con Joe Biden y sus manejadores de la izquierda vitriólica.
Antes de finalizar quiero dedicar unas líneas a esa cincuentenaria cabaretera que es Kamala Harris. Esta mujer ha sido un camaleón que ha cambiado de color durante toda su carrera política. Hoy sus aliados de la prensa de izquierda nos la venden como una política moderada pero su conducta de los últimos 30 años la delata como una oportunista y una izquierdista radical y fanática. Veamos.
Kamala no es una negra verdadera, no ha defendido a los negros durante su carrera y los negros no la han tenido nunca como una de los suyos como lo demostraron sus estadística como candidata a la presidencia. Es hija de un padre jamaiquino y de una madre de la India. A los 24 años tuvo una relación extra matrimonial con Willie Brown, Alcalde San Francisco y 30 años mayor que ella. Brown la designó a varias posiciones administrativas que catapultaron su carrera pública. Desde muchachita ya Kamala había aprendido el arte de utilizar el sexo para trepar en el mundo nebuloso y corrupto de la política.
Los demócratas han celebrado la designación de Kamala Harris como candidata a la vicepresidencia citando su interesante ancestro, su historia personal y su labor como Fiscal del Estado de California, pero muy pocos encontraron algo favorable que decir sobre su trabajo como senadora. La realidad es que durante sus tres años y medio en el Capitolio de Washington Kamala ha acumulado uno de los récords más izquierdistas en la Cámara Alta y se ha negado a colaborar en lo más mínimo con sus colegas republicanos.
En cuanto a su votación, el Club for Growth, una institución que analiza la conducta de los miembros del Congreso, le ha otorgado una clasificación de 13 puntos. La organización "Numbers USA", una organización que propone restringir la inmigración ilegal, le otorga una clasificación de CERO. Pero el Fondo de Acción de Planned Parenthood, una organización que promueve el aborto, le ha dado una clasificación de 100 puntos y la izquierdista Unión Americana de Libertades Civiles le ha concedido una clasificación de 86 puntos. Ahí tienen a esta mujer camaleón que nos quieren vender como moderada.
Así y todo estos camaleones cuentan con la indiferencia de los votantes y la ignorancia de las masas para vencer en las urnas al Presidente Trump el próximo 3 de noviembre. El problema para ellos es que Donald Trump es un tigre que ni descansa ni se cansa. Y, que yo sepa, ningún camaleón ha sido capaz jamás de derrotar a un tigre.
Alfredo Cepero
La Nueva Nacion
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
www.lanuevanacion.com
Estados Unidos
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