Calle-calle-calle, “Maduro vete ya”, “falta poco”, “hora cero”, “trancones”, “referéndum popular”, “la ruta de la dignidad”, 350, “la salida”, “intervención militar democrática”, TIAR, “esto lo resuelve el catire Trump”, “referéndum popular”, “el país no aguanta más”, “no se dialoga con delincuentes”, “solo negociaremos a qué país se va”, “No lo llames elecciones”, “¡colaboracionistas!”, “¿con ese CNE?”, “no es gobierno, es régimen”.
“Henry Falcón será Vicepresidente”, “no voto sin condiciones electorales”, “si o si”, “operación libertad”, “Maduro abandonó el cargo”, “intervención extranjera”, “marcha sin retorno”, “abstención”. Espantajos del diccionario del vacío, arterías, engendros mermados. Quincalla conceptual que nos hundió y fortalece la revolución, que por fortuna, hace lo necesario para desvencijarse. Y la reina madre de las burradas: el llamado abstencionista en 2018.
Mentiras, errores, calumnias, necedades, destruyeron la fuerza para hacer un cambio, pero también la ilusión, que nacieron brillantes en 2015. El mundo está hecho de palabras y ellas cambian la vida de quien las pronuncia y de quien las oye, porque son el momento simbólico de la acción. Hablamos varios lenguajes al mismo tiempo sin saberlo, el verbal, los gestos, las miradas, el vestido, pero más allá de cualquier hermenéutica, se impone el que respalda la práctica.
Llamar a papá
Hay que hacer esfuerzos para no dejarse arrastrar al cul de sac al que los activistas nos conducen periódicamente. El curso actual iba (¿va?) directo a regalar la Asamblea Nacional con lo que la oposición desaparecería igual que en 2005. Hemos sido el ridículo latinoamericano, porque otros se quitaron de encima, sin implorar al “catire”, al pepetismo, a Correa.
También a Kirchner (ojo: gracias a unos tontos regresaron, lo que hace temer por nosotros). Igual al Farabundo Martí, a Evo Morales. Mientras, en cuatro años la A.N de la esperanza que nos aguaba los ojos el 5D, devino un centro migueliano que debieran allanarlo la CEV y el Cardenal en persona con un equipo Swat de exorcistas del Vaticano.
Y habrá que desviar un río de “aqua mirabilis” para que arrastre las emanaciones de esos establos de Augías. Dieciocho diputados, aunque ojo, se dice que son treinta, que algunos cobraron mucho por votar mientras otros, precio razonable por solo hacer quorum. Así murió la eticidad de la A.N, la gran esperanza democrática y la peor pesadilla de la revolución.
Pecado de soberbia porque se cometen siempre los mismos errores, pasamos por ellos de la peste al cólera, luego del cólera a la peste, nadie tuvo la sensatez de llamar a la rectificación y ni siquiera se aprende de la experiencia propia. No se sabe a ciencia cierta si fue Cicerón o Santayana quien escribió que estudiar la historia no sirve para nada porque estamos condenados a repetir los mismos errores.
Unidad para la práctica
Un abogado podría glosar la frase con otra como que “la ignorancia de la historia no excusa su cumplimiento”. Los contendientes duros, brutales, suelen devorar princesitas y príncipes, como saben Megan y Harry. Los argumentos contra la locura política se han dado durante 21 años y no hubo taladro que perforara cráneos de granito. Ya desde el abismo, es imperativo regresar a la realidad y que se entienda que terminó la comedia insurreccional. Hay que abrir una nueva etapa.
No hay otra unidad posible sino para escoger CNE, reformar la ley electoral y concurrir a las elecciones parlamentarias, reconstruir la victoriosa experiencia de la MUD y aprobar el crédito multilateral para el sistema eléctrico de Zulia, Mérida y Nueva Esparta. No buscar más subterfugios y hacer lo necesario. Pero las heridas que no cicatrizan vuelan sobre nuestras cabezas y atormentan dentro de ellas.
Y no son solo errores. La “ayuda internacional” se convirtió en el modo de vida de un estamento que no está dispuesto a renunciar a él, y por eso no acepta elegir nueva A.N ya que le es imprescindible ese Frankenstein deplorable, desencajado, impotente, pero al mismo tiempo inauditable, su caja negra.
La elección ventilaría los establos y eliminaría el poder de casta que se ejerce y eso afectaría a demasiados. Los aparentes exabruptos ya no lo son, sino defensa de sus intereses, y los detentores solo estarían dispuestos a emprender un cambio si tienen la seguridad de que el monopolio del poder se mantiene en sus manos.
Transición de amigos
Eso explica el mantra. “cese de la usurpación y gobierno de transición”, más bien de amigos que no altere la micro hegemonía. Solo así convienen las elecciones. Es momento de que la opinión pública produzca un cambio electoral sobre el organismo legislativo.
De lo contrario seguirá esta senda de tonterías, disparates y peor, envilecimiento crónico y consciente, que garantiza la permanencia de Maduro, su demiurgo, quien da los pasos necesarios para mantener ese statu quo y estimular la abstención por descrédito ¿O sería que no nos dimos cuenta de que él propició lo ocurrido los días 5N y subsecuentes?
El gobierno calculó bien los rocambolescos episodios producidos. Solo se equivocaron porque su naturaleza brutal los llevó a abusar de la fuerza bruta, bastarda e inconstitucional en la sesión del 5E, lo que desvió la atención de lo ocurrido. Todo lo demás fue fríamente calculado. “No contaban con mi astucia”.
Carlos Raul Hernandez
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