Época de turbulencias y peligros. Enemigos externos e internos tratan de descuajar la República Bolivariana de Venezuela. Hace un año, el 23 de febrero de 2019, tensionaron hasta casi romperla, la delgada cuerda. A través de las fronteras de Bolívar y Táchira, intentaron una invasión armada. Esa batalla sin duda la ganamos gracias a los héroes conocidos y miles de anónimos que la enfrentaron.
La otra, la batalla en la cotidianidad, afecta la moneda, el territorio, la seguridad y movilidad ciudadana. Colombia responde a intereses anglosionistas, expansionistas: saqueo, ocupación, “extensión del espacio vital” (Ratzel).
Nos aplican geometría inversa y de la ocupación. Perforan la frontera fundiendo el tejido social a su lógica criminal: redes difusas en pequeñas unidades semindependientes, móviles, cambiantes. Modelo paramilitar israelí de invasión: contrabando, ataque y desaparición del bolívar, desterritorialización, expulsión, ocupación, crimen transfronterizo y transnacional, trata de seres humanos, narcotráfico, economía sumergida y transculturación.
La intoxicación del territorio espiritual de la venezolanidad causa la destrucción social masiva. Desgarrar el espíritu de la nación, atacar al Ser de la república, su sustrato: Bolívar, nuestro gentilicio.
Vuelta al consenso de Washington y la Doctrina Monroe: control de las fronteras y mantener separados los países americanos. Debemos responder a la oligarquía transnacional con sus mismas armas: Poder judicial íntegro, castigo a los traidores, Banco Central en defensa del Bolívar y acciones ante instancias multilaterales que desnuden el asedio criminal.
Así cumpliríamos el mandato del Libertador: “la nación que quebrante primero la ley, es la única que puede llamarse infractora: y es la sola responsable de este atentado. El enemigo que se sirve de las mismas armas con que se le ofende no hace sino defenderse. Esta es la ley más antigua y la más universalmente conocida y practicada”.
Responder a los ataques mediante un sistema estratégico no lineal y no serial nos permitirá consolidar definitivamente el triunfo del 23F. Nuestra respuesta debe obedecer a la institucionalidad histórica del 5 de Julio y evitar convertirnos en la retaguardia estratégica de la corporatocracia mundial.
María Alejandra Díaz Marín
mariaalejandradiazredessociales@gmail.com.
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