viernes, 3 de abril de 2020

RICARDO VALENZUELA: ¿CHINAVIRUS CONTRA TRUMP?, REFLEXIONES LIBERTARIAS, DESDE MEXICO.

EU, el país más poderoso del mundo, el invencible, el del destino manifiesto recibe un golpe que nadie pudo prever, nadie lo vio llegar y ahora lucha contra un enemigo desconocido y su ejército no puede defenderlo. Un enemigo sin armamento tradicional, sin comandantes, pero con muchas interrogaciones. No pretende ganar mercados, ni territorios, pero ataca con la ferocidad de las invasiones de Gengis Khan. Es cuando se manifiesta claramente la más importante responsabilidad del gobierno; proteger a la gente. Y cuando se recibe un ataque de esa manera hay que improvisar. 

El gobierno ha respondido con un paquete económico de $2 trillones de dólares que nos asusta, pues no sabemos si es la respuesta adecuada porque no tenemos una referencia. Esta vez no podemos culpar a Bush, Clinton a Pelosi, no podemos culpar a los mercados. Entonces, al enfrentar lo desconocido ¿deberíamos haber permitido la receta clásica para que el mercado se colara y operara la creativa su destrucción de Schumpeter, antes de ponerle candado a la economía? Yo no sé. Porque en este desconocido entorno ni las sabias recetas de un Mike Milken se podrían aplicar con seguridad. 

En este caso, promover el colado de los mercados con caída de precios, caída de ventas, acumulación de inventarios y demás estrategias que en otras ocasiones lograron que los mercados se autocorrigieran, o, en otros que para evitar el dolor de la cruda al enfermo se les proporcionara la misma droga, “un estímulo”, aquí no sabemos. No sabemos porque navegamos en un mar desconocido en medio de una neblina que nos ciega. Es cuando se requiere de hombres sabios, valientes. De grandes líderes que, aun ante lo desconocido, luego de evaluar alternativas, liderean con fuerza hacia las soluciones. 

En la Segunda Guerra Mundial, Churchill demostró ser el líder de guerra más impresionante de la historia. Durante las horas más oscuras cuando los bombardeos alemanes sobre Londres no cesaban, sabía que aún con la destrucción de los activos británicos todavía serían mayores que las ventajas que pudiera tener una ascendente Alemania. Pero él estaba convencido que esos activos garantizarían la victoria.

Churchill era un “gran previsor” con la mirada de lince apuntando al largo plazo y estaba seguro de que Gran Bretaña tenía una armada más poderosa que la de Alemania. Reclutaba como aliados a Estados Unidos y Rusia, ambos mucho más fuertes que los socios de los alemanes, Italia y Japón.

Churchill previó que las economías de sus futuros aliados eran muy superiores a las del Eje alemán. Y comprendió todo esto incluso cuando la derrota tocaba a la puerta y miembros de su propio partido le pedían negociar con Hitler, a lo que él siempre se negara afirmando pelearía en las calles, en las playas, en los bosques, en los mares hasta el final, y lo único que podía ofrecer a su pueblo era sudor, sangre, dolor, lágrimas….. y la victoria.   

La "previsión" en crisis significa dimensionar los activos y débitos de una nación para, luego de compararlos, maximizar las ventajas minimizando los pasivos. El líder con esa previsión, especialmente en tiempos de conductas irracionales de la sociedad, traza un camino congruente hacia la victoria y lo sigue sin dudar, sin descanso y sin importar los gritos opositores.

Esos líderes de crisis no permiten que los invada el pánico ni la depresión cuando los medios gritan "¡Derrota!" Tampoco se aturden cuando el mismo coro grita "¡Victoria!" en tiempos de éxito. Ellos operan con sus propios esquemas y no se dejan influenciar fácilmente, pero tienen también la virtud de identificar y escoger los buenos consejos y, en su momento, seguirlos. 

En la crisis actual del coronavirus, lo que determinará la efectividad del liderazgo de Trump no es lo que los medios de comunicación gritan hoy o lo que las encuestas dirán mañana. El elogio de sus seguidores o la condena predecible de sus enemigos, nada de eso importará. Y especialmente al presidente no le importa ni unos ni otros para tomar sus decisiones.

Trump ganará o perderá si tiene o no previsión estratégica. Si entra en pánico y mantiene el país bloqueado demasiado tiempo, nos dirigiríamos a una depresión que costará más vidas que las que el virus pueda provocar. Pero si declara prematuramente la victoria e insta a regresar a la vida normal, puede reiniciar el virus y encender otro ciclo de pánico. Estas son las encrucijadas que ese tipo de líderes tienen que enfrentar y, para resolverlas, necesitan la clase de previsión que tuvo Churchill para evaluar y comparar activos, pasivos y decidir.

En cambio, Trump deberá tener la confianza para ver cómo la economía más grande del mundo, con el mayor talento médico, el ejército más poderoso y la mayor producción de energía, tecnología y alimentos pueden ser organizados como una bella sinfonía. Esa fórmula correctamente estructurada y coordinada podrá defender al país y derrotar una plaga sin permitir se destruya la economía más grande de la historia.

Si Trump exhibe tal astucia, sabiduría y valor, puede equilibrar el consenso de sus expertos médicos de un virus desconocido y peligroso, con las advertencias de sus asesores económicos de que, el cerrar una economía trillonaria, puede convertirse algo más letal. Es una decisión parecida a la que tuvo que tomar Kennedy cuando el bloqueo de Cuba para detener los buques rusos. El mismo Kennedy afirmaba que en chino la palabra “crisis” se compone de dos caracteres. Uno representa peligro y el otro representa oportunidad.

Al igual que Churchill, el líder más grande de la historia, Trump debe tener la información correcta, pero también los instintos para determinar qué consejo experto es sospechoso y cuál llega inspirado y, sobre todo, sí quien lo presenta ha usado puramente la razón y toda la información disponible. Y también qué recomendación ortodoxa es incorrecta y qué alternativa no ortodoxa puede ser correcta.

Sabemos que tiene esas cualidades y ya las ha demostrado. Si él hace todo eso, puede derrotar al virus, salvar la economía y convertir un desastre potencial en una victoria sobre la infección y la depresión. Y, por supuesto, gran duelo de sus enemigos que declaraban estar dispuestos a lo necesario y arruinar el país, si era el precio requerido para destruir al presidente. Esto también debe recordarle a la nación nunca más subcontratar industrias clave con China, y que no escuchará a quienes siempre predicen una catástrofe en tiempos sombríos solo para luego tratar de tomar el crédito por las victorias de los demás. 

Entonces, para tratar de entender algo inentendible hay que preguntarnos ¿A quién beneficia este azote que en estos momentos sufre la humanidad? ¿Quién tuvo los medios para crearlo? ¿Quién tiene la capacidad para ocultar la verdad? Porque esto no es algo que envió la providencia y a mí me parece un adelanto de cómo serán las guerras futuras de la humanidad. La lista no es muy larga y, con un poco de análisis, nos daremos una idea bastante aproximada a la realidad para saber quién es el verdadero enemigo que combatimos.

Ricardo Valenzuela  
chero.itesm@live.com 
chero@refugioliberal.net
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero
Desde Mexico

Los grandes hombres son como las águilas. Construyen sus nidos en una majestuosa Soledad. Porque un alto grado de intelecto tiende a convertir al hombre en un ser antisocial. Arthur Schopenhauer

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