miércoles, 27 de mayo de 2020

RAQUEL GAMUS, IRÁN ¿AMIGO?

El ingreso de Estados Unidos en  la II Guerra Mundial significó un giro importante para Venezuela al convertirse en proveedor principal de petróleo a ese país, lo que no solo tuvo importantes efectos en la modernización del país, sino que también representó un cambio importante en el posicionamiento en el mercado petrolero mundial, de la mano con la anexión decisiva al hemisferio occidental que se mantuvo hasta el segundo gobierno de Rafael Caldera, en 1998.

Así como el desarrollo venezolano está indisolublemente vinculado al petróleo independientemente de los efectos negativos del rentismo sobre el que se ha cortado mucha tela,  ha sido  pilar fundamental de la política exterior, escenario en cuya utilización son menores las oscilaciones y controversias.

En esta larga historia en la cual todos los gobiernos independientemente de su énfasis y su inclinación intentaron mejorar el posicionamiento del petróleo hay que destacar, como indudable hito fundamental, la creación en 1960 de la OPEP como corporación mundial de países productores, en la cual como sabemos tuvo un papel fundamental Juan Pablo Pérez Alfonso en representación de Venezuela.

La crisis energética de los años setenta permitió a la OPEP vivir su mejor momento, lo que le  posibilitó la fijación unilateral de los precios, decisión en la que Venezuela fue pionera, obligando de esta manera a los países consumidores a sentarse a negociar.

En Venezuela correspondió a los primeros gobiernos de Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez (1969-1979) utilizar esa coyuntura para impulsar una política exterior autonomista y multipolar, cuya expresión más notable fue  el diálogo Norte-Sur presidido por el venezolano Manuel Pérez Guerrero, en el que el reto de las desavenencias con los países del Norte se condujo en términos de conciliación.

Además de herramienta de negociación el petróleo lo fue también de cooperación, en especial hacia Latinoamérica y el Caribe, lo que permitió a Venezuela ocupar un papel de potencia media en el continente.

Con la llegada al poder de Hugo Chávez hubo un cambio radical, no solo en la perspectiva geopolítica que prescinde de la ubicación occidental  para redimensionar  las alianzas regionales. Sustituye a  Estados Unidos y Colombia como aliados y socios naturales más importantes y desplaza las posibilidades de integración con otros gobiernos latinoamericanos en procura de una relación menos desigual con la potencia del norte,  empeñado en la ilusión de liderar un eje antiimperialista con su  protagonismo personalista  y una retórica conflictiva, cabalgando sobre el aumento exorbitante de los precios y por ende ingresos petroleros. La petrochequera se manejó discrecionalmente a diestra y siniestra para comprar voluntades dentro y fuera del país con ese fin protagónico e iluso.

La destrucción de la industria petrolera que se inició con los despidos de los gerentes y 20.000 trabajadores de Pdvsa con amplia experiencia y formación, sustituidos por incondicionales incompetentes, continuó con    el desvío de su rumbo al convertirla en vendedora de pollos y caraotas,  acompañado con una corrupción desmesurada, y que desembocó al cabo de 20 años en una chatarra que se desmorona por todos los costados.

El caos obligó a la importación de la gasolina que se regalaba al usuario, y como el cuento del lobo, la escasez de gasolina tan anunciada se presentó, para colmo de males, en tiempos de pandemia. El  gobierno de Maduro no se planteó buscar una manera de negociar una solución nacional y sensata del problema sino que optó por  acudir al auxilio de su remoto y conflictivo aliado Iraní. Después de una larga espera e interminables colas en las estaciones de servicio, vienen llegando los buques que paliarán a discreción algunas emergencias por tiempo muy limitado.

Pero la solidaridad iraní vale oro, literalmente, venden sus excedentes a precios altísimos eso sí, enarbolando las banderas de la soberanía; la solidaridad y el antiimperialismo.

Maduro se ha deshecho en halagos y agradecimientos hacia “…el presidente Hasán Rohaní (…) y a toda Irán, desde el corazón, por su solidaridad, por su apoyo, por su valentía, por su decisión”. Y como si fuera poco, adeptos al régimen de Nicolás Maduro izaron la bandera de Irán en las Torres de El Silencio, en Caracas. Esto como un símbolo de la alianza iraní-venezolana.

Circo y más circo para tratar de encubrir esta tragedia a la que nos han traído y que nos cerca más y mas cada día.

Raquel Gamus
@gamusraquel
@ElNacionalWeb 

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