Atrapados en esa camisa de fuerza llamada presidencia encargada, quienes la integran necesitan sostenerla en el tiempo porque es la única forma de ocultar el cúmulo de errores y necesitan seguir cometiendo otros para que los anteriores no queden en evidencia.
Sin calificar al adversario político de una forma que lo convierta en único e irrepetible, sería imposible justificar las actuaciones de una oposición que se comporta diferente a todas las oposiciones del mundo que en general, y a pesar de los rasgos autoritarios y de las ambiciones de perpetuidad de sus respectivos mandones, siguen organizándose para acorralarlos políticamente.
Así, llamarlo conglomerado criminal, narco régimen o régimen terrorista para diferenciarlo de otros que en muchos casos también tienen conductas criminales, tiene como finalidad convertir al que nos gobierna en un caso inédito que los libera de las responsabilidades de la política para las que fueron elegidos por millones y los autoriza a convertirse en un escuadrón de vengadores que “no pueden solos» y que deben entregar el destino de su lucha a otra potencia más entrenada en esto de lidiar con bandidos y en la que hay que poner precio a las cabezas y presionarlos de todas las formas posibles hasta que la falta de suministros los asfixie y decidan pactar su salida.
No importa que en ese intento de estrangulamiento de las cúpulas criminales se termine por ahorcar primero a una población que carece de lo más elemental y que justo en el momento que necesitaría toda la ayuda posible para enfrentar la epidemia que viene a sumarse a su ya muy precario estado, se lo deje sin nada y no se haga ningún intento por usar los recursos que dicen tener a buen resguardo para tratar de salvar sus vidas.
Lo que importa, es que no miremos hacia otros lugares del planeta. Que se desprestigie de entrada la alerta dolida y sensata de instituciones como la Iglesia, o se ignore la advertencia de sectores empresariales acerca del peligro de continuar con esta negación suicida.
Nosotros debemos seguir encerrados aquí, inmóviles, desprovistos de todo, resistiendo aunque las amenazas tengan más probabilidad de matarnos de hambre mucho antes que al objetivo.
Y para seguir adelante con tan particular forma de oponerse, necesitan quedarse en el poder aunque este sea imaginario. Necesitan la “continuidad administrativa» de esa nada que representan y evitar que a las multitudes descontentas y desesperadas se les ocurra ir a votar aún en condiciones adversas porque no pueden correr el riesgo de que, como ha pasado en otras partes, y está pasando ahora en un país lejano frente a un tirano que somete desde hace 26 años a su pueblo, decida rebelarse y se convenza de que “sí puede solo” y de que sí puede luchar por su propio destino.
Adriana Moran
adrianamoran@gmail.com
@NuevaTec47
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