sábado, 9 de enero de 2021

JOISE MORILLO, ¡DE CIUDAD BRILLANTE A CIUDAD OPACA!

El título de este tema, en particular, no se refiere a la brillantez que le proporciona la sublime acción de la naturaleza, la creación -digamos, la luz del sol y la correspondiente sutil reflexión de la luna, la obra de Dios- a las ciudades, sino más bien a la brillantez que por el genio del hombre lucen, han lucido en las fachadas y espacios de sus construcciones las ciudades, lo cual, ha venido evolucionando para mejor con la historia y efecto de la civilización, aunado a las características de cada cultura. Se debe saber - ¡no está demás decirlo! - que esa brillantez es producto de la grandeza que le prodiga la consciencia humanitaria como propiedad única y exclusiva del ser humano, superior a todas las demás especies y, producto de la interrelación cuerpo-alma (mente) y espíritu como institución de la inteligencia. Esta voluntad es producto además de una estética conceptualizada en el pensamiento sintético a priori basado en la intuición de la belleza. Por tanto, pretendiendo ser agradable a los sentidos sesga a lo bueno, de este modo, hay combinación entre lo bueno y lo bello para consolidar algo más profundo en el espíritu colectivo y el mayor de los sentimientos, amor.

Si lo entendemos con respecto a lo dogmático o teleológico, encontramos en la obra del patricismo “civitas dei” é ste, además de contemplar la bondad de Dios creador y la eterna idea del bien en contra del pecado, tenemos en él lo que Campanella y Tomas Moro en Ciudad del sol y Utopía respectivamente contemplan que debe primar en el espíritu de las ciudades, esto es, un orden excelso para consolidar el bienestar y el progreso de todo y no solamente de muchos para no excluir y/o execrar una minoría débil e indefensa o viceversa. Producto de este espíritu estético ha habido grandes arquitectos como: Hemiunu, Diseñador y constructor de la pirámide Guiza de la dinastía de Keops antiguo Egipto, 3800 AC, Fidias constructor de la Acrópolis de la antigua Atenas. Más reciente tenemos a Le Corbusier, quien, casualmente naciera en un urbanismo - La Chaux-de-Fonds - que en el 2009 ha sido reconocido como patrimonio cultural por su valor universal y excepcional; creador del proyecto unifamiliar en argentina y urbanismos de carácter popular de clase media como, a William F. Lamb (USA), diseñador y creador del Empire Estate, a César Pelli creador y constructor de las Petronas en Malasia Etc. 

Sin embargo, el genio del hombre señalado en esas citas anteriormente, no está sujeto solamente a la estética de lo magnífico respecto a la opulencia y al derroche de la vanidad, su valor más elevado se caracteriza o se contempla en su apego a la filantropía, en la pasión por la armonía y la paz que inspira el orden el color y la comodidad del espacio que le corresponde habitar al ciudadano según sus alcances económicos y sus habilidades para producir medios de subsistencia.  Ese espíritu filantrópico es el que ha primado en mentes lucidas y genios humanitarios como Victor Pelli en Argentina y Eugenio Mendoza en Venezuela por decir algunos y muchos otros más a nivel mundial, creadores de soluciones habitacionales. Empero al abocarse a un espíritu de orden, armonía, y comodidad esta voluntad contempla la estética filantrópica de los pueblos, de las ciudades que brillan con sus edificios urbanísticos, urbanizaciones, calles pavimentadas, semáforos funcionando perfectamente, señalamientos, nomenclaturas, centros comerciales concurridos, todos iluminados y decorados con pinturas de esplendoroso brillo o con contrastes entre degradación y calidez de los colores, intensos, sedosos etc., Un verdadero émulo del esplendor de lo sublime de la naturaleza, el arco iris, el aura boreal, etc. 

Aunado a ese genio filantrópico de estética arquitectónica, en ese instrumento humanitario, llamado, de nuestra cultura occidental heredera de la griega, “polis”, tenemos a la política, la cual en términos filosóficos se ha manifestado desde el florecer de los tiempos civilizados con corrientes de pensamientos de diversas idearios, a la cual le ha correspondido, considerando su etimología, orientar, manejar, conducir lo que corresponde al gobierno de las Polis en función de: la armonía, la paz, el orden y las leyes que deben ser desarrolladas para el bien común de los ciudadanos el pueblo “pópulo”. 

La política manejada de diferentes formas de concebirse, bien sea de carácter aristotélico o platónico, estudiado por diferentes filósofos de la historia, pasando por Séneca, Plotino, Maquiavelo, Hobbes, Altini, Marx, Sartre, Rorty, Chomsky, Mariátegui, Maiz, Sarmiento e infinidades de pensadores, ha tenido como protagonistas Monarcas, oligarcas, demócratas y tiranos. Quienes, al respecto del orden y la disciplina urbanística con un sesgo estético las más de las veces por voluntad narcisista, vanidosa o en el mejor de los casos Altruista han desarrollado obras las cuales dejan su testimonio de la forma expuesta al principio del artículo. 

Ahora bien, en el marco de esto expuesto se debe considerar una pregunta que linda en el marco de la ironía y la paradoja, respecto a lo que acontece en Venezuela, que hace 20 años era un país con ciudades medianamente cosmopolitas con urbanismos y construcciones en evidente progreso cuyas estructuras mostraban el esplendor de la luz por el brillo de sus colores y las respectivas combinaciones y contraste la calidez de sus claroscuros y degradaciones cromáticas. Y, ahora en edificios y construcciones se muestra un triste deterioro de sus fachadas y estructura. ¿A quién compete la culpabilidad de esta situación lúgubre que ha transformado nuestras ciudades de brillantes a ciudades opacas; que reflejan al arribar un paisaje de desolación y desorden? ¿es que acaso la fuerza de los idealistas, de los liberales, los conservadores, los positivas, que pudieron haber inspirado a los políticos ignorantes de los elementos que sustentan el espíritu de polis no fue lo suficiente para fortalecer una impronta que trascendiera en contra de la debacle que ha ocasionado el socialismo? ¿Dónde está lo humanitario que regula lo humano demasiado humano (Nietzsche) que vuelve al hombre de Hobbes la bestia que depreda a su propia especie, al mismo hombre? ¿Dónde está en estos supuestos utópicos, la belleza y el orden que da valor a la isla de nunca jamás, o es que de verdad no pueden cristalizar el sueño de Moro y hacer que exista el lugar que hasta ahora no existe y que es de verdad lo que quiere el hombre, creador de la sociología, para definir qué sociedad es juntarse para vivir mejor?  

Hace 20 años tuve la oportunidad de visitar a Cuba un país que a priori conocía como la isla de la felicidad, esplendorosa, la desilusión más grande fue al salir del aeropuerto, entrando a la Habana, me encontré con una ciudad con edificios desconchados con la pintura desteñida etc. No era lo que me esperaba, en aquel entonces vivía en Maracaibo y note una gran diferencia, ahora después de 20 años he visto a mi Maracaibo, de Urdaneta, de Udon Pérez, Rafael M. de Baralt, de  De la Torre, y del negrito fullero (Alvarado y Aguirre), y otros tanto de la estirpe heroica, intelectual, profesional, trabajadora y folclórica de mi gentilicio; convertida, igual que la Habana, ante la gestión de gobiernos de doctrina Castro-chavista ¡De ciudad brillante a ciudad Opaca! No obstante, la apreciación es una ínfima parte del deterioro que nuestro país nacional ha sufrido por la misma causa. 

Joise Morillo
Kaojoise @gmail.com
Morillo51@yahoo.com
@kao_joi_lin
Venezuela- Estados Unidos

No hay comentarios:

Publicar un comentario