En esto último radican las dos posturas de las obras analizadas que dan por título este artículo.
En La hora menguada, Rómulo Gallegos, 1880-1846,
Venezuela; la época en que sucede la
muerte de Adolfo en Venezuela, -tomemos
un intervalo- entre 1800-1950, son
ciento cincuenta años de miseria política y cultural de nuestro pueblo,
rebosado de la sangre de soldados y oficiales -de la gesta emancipadora- al
principio y luego de la saga caudillista
y de la persecución política de opositores y disidentes de las dictaduras de los
años tempranos del SXX; no es muy alentadora en lo ético como en lo moral. Una
moral si se quiere fundada en falsos orgullos, prejuicios, sobre todo discriminación y un obcecado pundonor. El honor está sujeto a la vergüenza o
desvergüenza, en esto la infidelidad y la falta de pudor es además de “pecado”
deshonra.
Aquí no vale la prudencia ni ha prevalecido la ética
Nicomaquea y o postmoderna, sino una conducta basada en la mentira, ocultar al
mundo la verdad para evitar el escarnio y la crítica. Enriqueta y Amelia le han
ocultado a Gustavo Adolfo la verdad de su origen. Verdad que descubre por algo
todavía más futil -si se quiere endémico- de la conducta humana, el apego a lo
material, algo que brilla por lo superfluo, la rotura de una copa desata una
discusión entre hermanas que, Gustavo, furtivo capta desde su escondite con el
oído en la puerta del Zaguán, oye el producto de la infidelidad de Amelia con
el esposo de Enriqueta:
“(...) Y si no hubiera sido por mí, qué sería de ti?
Ni tu hijo te querría, porque Gustavo Adolfo no te hubiera perdonado el que lo
hayas hecho hijo de una culpa. Me traicionaste, me quitaste el amor de mi
marido. -Pero te di mi hijo. qué más quieres? Te he dado lo que tú no supiste
tener. Me debes la mayor alegría de una mujer: oír que la llamen madre. Y te la
he dado a costa mía. -¡Traidora!... Mala mujer. -¡Estéril!.
Gustavo Adolfo, malcriado, engreído, dueño de esa
falsa ética y desbordada moral de falso orgullo, huye y no vuelva más a su
hogar en vez de apaciguar los ánimos y hacer ver a ambas mujeres que lo que ha
valido para él, es el amor que le prodigaron y no el producto de sus errores,
propios de la naturaleza humana.
En “El mal entendido” la cosa va peor, pues, ya era
bastante el fragor de los años tempranos del siglo XX, en Europa acontece la
2da. Guerra mundial -digamos así-. Para Albert Camus, 1913-1960, Argel (Dominio
de Francia) el autor, Europa era un mundo abandonado, desprovisto de fe y de
moral; el destino y la muerte de la especie humana la decide el “hambre” de
espíritu y el desconocimiento real del valor de sí mismo y de cosas.
“los hombres deciden su destino y provocan la muerte
por inanición del espíritu.” (Camus).
Europa convulsa, vivía en la devastación; una de las
mayores tragedias en la historia. En la obra se refleja el sinsentido de la
conducta humana, como Solución Final. Sea, un extrañamiento absoluto de moral
en el tejido podrido de la naturaleza humana. La escena dos hombres y dos
mujeres, principalmente. Uno de los hombres hijo de una de las mujeres abandona
su hogar fruto de desavenencias familiares y consecuencia de los avatares de la
época siniestra en que vivía. El otro, sirviente casi un robot, solo hace caso
a las órdenes, las cuales cumple incondicional y complacientemente. Las mujeres
son una madre (Maria) y una hija (Marta), hermana del primer hombre. Viven
solas en un lugar desolado, en una posada en la que asesinan a los huéspedes
para robarles el dinero.
El hijo (Jean) y hermano de las mujeres,
respectivamente, regresa a su casa, luego de 20 años de ausencia y silencio.
Quiere compartir con ellas su riqueza, hacerlas felices, pero no se decide a
revelar su identidad, así que se presenta como un huésped más. El dilema de
Jean es no haber acertado en decir de una sola vez “yo soy Jean”, su
ingenuidad, acoplada a la ignorancia de la miseria humana, le ha llevado por un
túnel sin salida, por lo cual se hace víctima de un filicidio, Marta, es
víctima de su propia ausencia, hambre de espíritu y carencia de moral aunado al
desconocimiento total del valor de la vida humana, se entrega con anuencia de
la madre a los hombres, para asesinarlos. Maria no reconoce su propia maldad,
la sufre por la vida que le ha tocado padecer, es casi una Zombie, triste y
vacia. El sirviente cómplice se encarga del trabajo aleatorio, la desaparición
de evidencias. Luego de enterarse del fatal error -las mujeres-
sucumben a la desesperación claman la gracia -que ellas mismas no
esperan- de Dios.
La diatriba contempla la devastación -postulada por
los autores- que producen además de todas las causas externas a la conciencia
propia del individuo y los avatares cotidianos e históricos, la ignorancia, el
desconocimiento de casos y cosas causante de hechos de miseria y dolor. Acerca
de esto anterior analizado como miseria humana, Bolívar decía de nuestra
miseria política y civil, que hasta el S.XXI nos sigue maltratando, más aún
actualmente, como producto de la falta de espíritu crítico y conciencia
política, lo siguiente:
“Uncido el pueblo americano al triple yugo de la
ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni
poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros las lecciones que
hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores.
Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos
ha degradado más bien que por la superstición. (...) un pueblo ignorante es un
instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de
la credulidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento
político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras
ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo;
la venganza por la justicia. (...) la felicidad consiste en la práctica de la
virtud; que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos,
porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las
buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; que el
ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario