Hablar de gerencia, es un tanto pasearse por temas
referentes al “éxito empresarial”. A la “gestión empresarial”, al “liderazgo
empresarial”, al “emprendimiento”, a los “negocios”. Incluso, a la
planificación, organización, administración, coordinación y control de la
empresa. Temas todos convencionales al carácter de la “gerencia”.
Aludir hoy día a la “gerencia”, obliga a tocar otros
ámbitos que posiblemente tocan, con mayor incidencia, lo que a la “gerencia”
puede y debe competir, Así, como a lo que ella apuesta. O por lo que su
ejercicio, sentido y naturaleza, pugna entre los múltiples frentes los cuales
debe conocer en su tránsito hacia el manejo integral de una organización. No
sólo en cuanto a metas. De igual manera, al atender procesos, instrucciones,
programaciones. Y desde luego, dificultades de todo tenor
Iniciar esta disertación, podría obligar a alguna
definición de gerencia. Sin embargo, entre las muchas que pueden leerse, es
difícil dar con una que atine una explicación que integre los elementos sobre
los cuales se formaliza su concepción, realidad e incumbencia. No obstante,
cabría aventurarse a explayar un concepto que, de algún modo, sirva de razón al
hecho que envuelve la dinámica gerencial.
A ese respecto, podría asomarse no tanto un concepto
seguro en términos de su alcance. Pero sí, una hipótesis que quizás pueda
funcionar en cuanto a las consideraciones que comprometen su explicación.
Así que luego de un tanteo teórico, la gerencia sería
algo así como la disposición humana a sacar el mayor provecho de lo que menos
podría ofrecerse. Y para lo cual, luce imprescindible contar con la voluntad y
capacidad necesaria a los fines de conciliar posturas, ideas y objetivos
expuestos por quienes son parte del conjunto hacedor de una determinada tarea
en proceso. Ello, en un todo con las actitudes y aptitudes mutuamente aportadas
ante el ámbito de oportunidades y escenarios de posible acomodo organizacional
y funcional.
Esta noción de gerencia, permitiría adentrarse a lo
que quiere referir la frase que intitula esta disertación: “en el trajín de la
gerencia”. Expresión siempre repetida por quien en vida supo actuar apegado a
lo que pudo deducir del ejercicio gerencial que desempeñó como funcionario al
servicio del desaparecido Ministerio de Obras Públicas venezolano.
Así se expresaba el ingeniero Luís Ángel Colina Prieto
cada vez que dejaba ver el grado de complejidad que había detrás de cada tarea
de planificación, organización o coordinación que honraba su gestión laboral.
Escucharlo decir “aquí, en el trajín de la gerencia”, era advertir que desde la
gerencia había que vencer las dificultades para ganar el espacio en tiempo y
recursos propios de cualquier obra de ingeniería de carácter gubernamental. De esa forma, el
gerente demostraría su cualidad de líder y su valor en la eficiencia y eficacia
alcanzada.
Era el “trajín” al cual refería Luís Ángel, con el
orgullo de quien sabía apreciar el talento de cada quien. Y con base en lo que
las capacidades dejaban ver, actuaba a condición de la medida de conocimiento,
experiencia y disposición del trabajador. Así que a partir de la respectiva
evaluación realizada, procedía a asignar las responsabilidades a cada quien.
Fue la fórmula pertinente que este venezolano, a quien
el Estado venezolano encargó importantes trabajos de alta ingeniería, pudo
deducir. Y fue como la ecuación que utilizó para despejar las incógnitas que
complicaban cada problema a resolver desde óptica y praxis de la gerencia
pública.
Así, combinaba la confianza con la disciplina y la
motivación al logro. De esa forma complementó la razón necesaria para
fundamentar sus estimaciones gerenciales. Así, como para asegurar sus cálculos
de ingeniería y límpidos presupuestos
que garantizaban la realización de cada trabajo o ejecutoria. En consecuencia,
hizo que la responsabilidad que toda faena demandaba, se convirtiera en la
razón para lidiar con las dificultades que implicaba el ejercicio de la
ingeniería de rango estatal.
El ingeniero Luía Ángel Colina Prieto, al momento de
responder a la asidua pregunta sobre el avance de cada una de las obras,
lograba que su actitud se convirtiera en una declaración no sólo de disciplina
laboral y seriedad profesional. También, de moralidad, virtud y civismo. Fue
así como condujo su ejercicio profesional. Apegado al deber y dignidad propio
de la ética e integridad humana. Pero que en su tiempo, signó la administración
gubernamental que regía cada decisión elaborada y tomada.
Por eso, Luís Ángel Colina Prieto, entendiendo lo que
comprometía una labor que significaba actuar en concordancia con la
responsabilidad y moderación que caracterizaba sus actuaciones como gerente
público, a sabiendas de lo que implicaban sus palabras, siempre contestaba con
la mayor humildad: “en el trajín de la Gerencia”.
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela
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