Tal vez ninguna ciudad personifica de manera más
perfecta la idea del progreso que la Florencia del Renacimiento. Conocida como
“la Joya del Renacimiento Italiano”, y algunas veces, “la cuna del
Renacimiento”, Florencia era el corazón de muchos desarrollos revolucionarios
que podemos mencionar. La ciudad contribuyó a grandes avances en política,
negocios, finanzas, ingeniería, ciencias, filosofía, arquitectura, y —sobre
todo— logros artísticos. Florencia produjo proyectos históricos de arte a lo
largo del Renacimiento Italiano (1330-1550 EC), particularmente durante el
siglo 15 EC, la época de oro de la ciudad. Los contribuciones de diversa gama
de los florentinos al progreso humano son todavía más impresionantes cuando se
considera que una pandemia mató a la mitad de la población de la ciudad en el
siglo 14 EC.
Hoy, Florencia es la ciudad capital de la región
italiana de la Toscana. Dicha región, conocida por su belleza natural y
arquitectónica, bien puede ser la región más frecuentemente fotografiada de
Italia. Florencia también es la ciudad más poblada de la Toscana, con más de
300.000 habitantes y 1,5 millones de residentes incluyendo toda el área
metropolitana. Con su larga historia e impresionantes paisajes, Florencia es un
destino turístico popular y muchas veces obtiene un lugar en las listas de las
ciudades más bellas del mundo. El Centro Histórico de Florencia ha sido
designado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Florencia también es
un centro importante para la industria italiana de moda.
Esto es apropiado dado que la historia del surgimiento
de Florencia hacia su protagonismo empezó con los textiles. Más precisamente,
con los textiles de lana. La Toscana tiene muchas ovejas y tierra de pasto, y
durante siglos Florencia produjo lana localmente. Pero alrededor de 1280 EC,
los florentinos empezaron a importar la lana de Inglaterra. La lana inglesa era
de mayor calidad. El río de Florencia, el Arno, hacía posible limpiar grandes
cantidades de lana importada.
Florencia gozaba de una ubicación central para el
comercio entre el Este y Oeste. Algunos comerciantes florentinos se dieron
cuenta de que su ciudad estaba perfectamente ubicada para combinar la lana de
alta calidad de Inglaterra con los mejores tintes de Asia —resultando en
textiles de lana singularmente lujosos. Los textiles de lana florentinos pronto
estuvieron en alta demanda alrededor de Europa. Para el siglo 14, un tercio de
la población de Florencia trabajaba en la industria de textiles de lana.
De tal manera que el comercio internacional colocó a
Florencia en el camino hacia el éxito en los negocios de textiles. La boyante
industria textil de la ciudad creó una clase de comerciantes grande y rica.
Conforme los florentinos se enriquecieron, nuevas innovaciones de finanzas y
banca aumentaron todavía más la prosperidad de la ciudad.
Conforme aumentaba la riqueza de Florencia, su gente
necesitaba intercambiar cantidades cada vez mayores de florines (esto es, la
moneda de la ciudad entre 1252-1533 EC). Entonces Florencia se convirtió en la
primera ciudad en siglos que produjo monedas de oro. Los banqueros florentinos
pronto se volvieron destacados expertos en la valoración de monedas, y el
florín se convirtió en la moneda más confiable en Europa.
Además, Florencia se convirtió en la primera
ciudad-estado cuyos banqueros cobraban intereses sobre sus préstamos.
Históricamente, la mayoría de los banqueros alrededor de Europa no cobraban
interés porque hacerlo era ampliamente considerado como un pecado llamado
usura. Sin embargo, conceder préstamos sin cobrar interés es riesgoso y
usualmente es algo que no genera ganancias. Como resultado de esto, durante
muchos años, los judíos se encontraban entre los únicos europeos que podían
entrar al negocio de prestar dinero sin terminar en la bancarrota. Pero los
banqueros cristianos de Florencia encontraron un vacío legal con un poco de
contabilidad creativa: ellos presentaban al interés como un regalo voluntario
por parte de los prestatarios o como una compensación por el riesgo asumido por
los prestamistas (Aquellos que no pagaban los cargos técnicamente voluntarios
muchas veces eran puestos en una lista negra elaborada por los bancos de
Florencia y luego no podían conseguir préstamos).
Cobrar intereses le permitió a los banqueros
florentinos hacer que el crédito esté ampliamente disponible de una manera
rentable y, por lo tanto, sostenible. No solo puso eso al alcance de muchos
florentinos los préstamos, sino que los banqueros florentinos pronto se
volvieron los prestamistas de dinero predilectos para los ricos y poderosos
alrededor de Europa, incluyendo a la realeza y al Papa. Los servicios
financieros de los banqueros también incluían facilitar el comercio
proveyéndole a los comerciantes cartas de intercambio, las cuales les permitían
pagar sus deudas mientras se encontraban en un pueblo distinto al de sus
acreedores —un concepto familiar para cualquiera que alguna vez haya enviado
por correo un cheque moderno. Los bancos de Florencia lograron abrir oficinas o
sucursales en varias ciudades. Los banqueros florentinos también perfeccionaron
la contabilidad por partida doble.
Mediante sus rentables industrias de comercio de
textiles y la banca innovadora, Florencia rápidamente llegó a ser la ciudad más
rica de Europa durante el Renacimiento. La riqueza mejoró las vidas de personas
comunes y corrientes en toda la ciudad. Por ejemplo, Florencia fue la primera
ciudad en Europa que pavimentó sus calles en 1339 EC. La riqueza de la ciudad
derivó en algo más que mejorar las condiciones materiales —también produjo un
cambio en la forma de pensar de la gente. El humanismo y el clasicismo se
pusieron de moda. El humanismo era un movimiento intelectual que se enfocaba en
los logros del ser humano y en el goce de los placeres de la vida, como los
jardines bellos y el arte. El humanismo
contrastaba de manera marcada con la anterior creencia en el ascetismo. La
clase alta y media de Florencia se volvió cada vez más involucrada en
actividades intelectuales, como el estudio de la historia y de los textos
romanos clásicos, todo lo cual les permitió recuperar el conocimiento perdido
en muchos campos. Es apropiado que el significado literal del Renacimiento es
“volver a nacer”. Por ejemplo, mediante el estudio de los escritos romanos antiguos,
el artista Raphael (1483-1520 EC) logró recrear un excepcional pigmento de
pintura azul inventado por los egipcios antiguos.
Los florentinos consideraban que su ciudad era la
“Nueva Roma”. Eso era en parte porque ellos recuperaron gran parte del
conocimiento de los romanos antiguos, el cual había caído en desuso. Como los
romanos antiguos, los florentinos renacentistas también sentían que su hogar
representaba la ciudad-estado republicana ideal, garantizando la libertad
individual y el derecho a la participación política a una porción de la
población. Aunque, al igual que la Roma republicana, Florencia no era una
verdadera democracia sino una oligarquía. La república también eran notoria por
sus intrigas políticas.
El sistema relativamente inclusivo de Florencia, el
apetito clasicista por el conocimiento, el entusiasmo humanista por la vida, y
la libertad fortalecida por la creciente prosperidad todos se combinaron para
dar lugar al ideal del “Hombre renacentista”. Muchos florentinos se esmeraban
por obtener una amplia pericia en diversos campos como el arte, literatura,
historia, filosofía, teología, ciencias naturales, y el derecho. El educador
Pietro Paolo Vergerio (alrededor de 1369-1444 EC), que estudió en Florencia
entre otras ciudades, escribió el tratado educativo más influyente de la época.
Ese tratado, “Sobre los modales de un caballero y los estudios liberales”,
publicado en 1402 EC o 1403 EC, ayudó a crear el concepto de una educación
integral en las artes liberales.
Florencia fue la primera ciudad-estado en Italia en
tener un lugar para el aprendizaje —la Universidad de Florencia— establecida en
1321 EC, luego trasladada cerca de Pisa en 1473 EC. El académico Giovanni
Boccaccio, hoy mejor recordado como autor del Decameron (una colección de
historias conocidas en conjunto como l’Umana comedia o “la Comedia Humana”),
ayudó a hacer de la universidad una capital temprana del humanismo
renacentista. Junto con el académico Francisco Petrarch (1304-1374 EC), a cuyo
re-descubrimiento de las cartas de Cicerón algunas veces se le atribuye el
haber iniciado el Renacimiento Italiano, Boccaccio popularizó escribir en
lengua vernácula en lugar de hacerlo en Latín. El mejor poeta de Florencia,
Dante Alighieri (alrededor de 1265-1321 EC), escribió su poema narrativo, la
Divina comedia —que todavía es ampliamente considerado el trabajo literario más
importante de Italia— en lengua vernácula. Esa obra fue tan popular a lo largo
de Italia que ayudó a establecer el dialecto toscano local como la versión básica
y estandarizada del italiano, reemplazando a otros dialectos regionales.
Mientras que eran educadas menos que los hombres, las
mujeres de familias ricas durante el Renacimiento eran educadas en los clásicos
y algunas veces en las artes. Un ejemplo notable fue el de Sofonisba Anguissola
(alrededor de 1535-1625 EC), una mujer noble italiana que estudió pintura bajo
el aclamado artista Michelangelo (1475-1564 EC). Aunque él pasó gran parte de
su vida en Roma, Michelangelo se consideraba a sí mismo como un florentino
(trabajó en Florencia durante su juventud). Anguissola obtuvo éxito profesional
y se convirtió en pintora oficial en la corte del rey de España. Su éxito
allanó el camino para que otras mujeres europeas opten por carreras artísticas
serias.
El auge de Florencia no careció de dificultades. En
los 1300s, la pandemia de la Plaga Bubónica azotó Italia. Para 1348, la
pandemia había llegado al interior de Italia, incluso a Florencia, y esta plaga
volvió a la ciudad de manera periódica. Se estima que la enfermedad mató a
aproximadamente la mitad de la población de Florencia. Tal pérdida abundante de
vidas creó una intensa disrupción económica y social. Incluso después de la
tragedia, Florencia continuó innovando y creando. Para el siglo 15, la ciudad
había entrado a su época de oro. Los ciudadanos destinaban sus fortunas hacia
el patrocinio de las artes, y la Iglesia Católica también pagó por muchos
proyectos artísticos. El Papa Julius II (1443-1513 EC), en particular, era
conocido por su patrocinio de las artes. La familia banquera más rica de
Florencia, los Medici, también se volvieron famosos por respaldar
financieramente a los artistas del Renacimiento.
Florencia estaba llena de genios. Si pudiese dar un
paseo por la ciudad en el siglo 15 EC, se hubiese podido topar con el polímata
Leonardo Da Vinci (1452-1519 EC). Nacido y criado en Florencia, Da Vinci era el
principal ejemplo del hombre renacentista, cuyos libros abarcaban temas desde
la anatomía hasta la cartografía y desde la pintura hasta la paleontología. O
podría conocer al artista mencionado anteriormente, Raphael, considerado como
uno de los tres grandes maestros del Renacimiento, junto con Da Vinci y
Michelangelo. Podría encontrarse con un joven Niccolò Machiavelli (1469-1527
EC), quien trabajó como un funcionario en la República Florentina, escribió el
famoso tratado “El príncipe” y es muchas veces denominado como el padre de la
filosofía política y las ciencias políticas modernas. Pudiese encontrar al
explorador y comerciante Amerigo Vespucci (1454-1512 EC) de quien las Américas
derivan su nombre. Podría pasar por el taller de arte dirigido por el artista y
empresario Andrea del Verrocchio (1435-1488 EC), quien preparó a muchos de los
mejores artistas de la ciudad, incluyendo a Da Vinci. El taller de Verrocchio
también ayudó a cultivar una atmósfera de competencia en Florencia en torno al
desarrollo de nuevas técnicas de arte. Podría cruzarse por el camino con
Filippo Brunelleschi (1377-1446 EC), muchas veces denominado el primer ingeniero
moderno y el padre de la arquitectura renacentista, quien diseñó la icónica
catedral de Florencia. O, quizás se encontraría con Sandro Botticelli
(alrededor de 1445-1510 EC), todavía otra leyenda artística de Florencia.
Mientras que el arte europeo se había degradado
durante las Edades Oscura y Media hasta consistir de figuras sencillas
caricaturescas, el Renacimiento no solo resucitó el estilo de escultura
híper-realista y proporcional de los antiguos griegos y romanos sino que fue
más allá desarrollando técnicas de pintura extraordinariamente sofisticadas.
Los artistas florentinos perfeccionaron la
proporcionalidad y la perspectiva (acortar líneas para crear la ilusión de
profundidad). Además, ellos desarrollaron las llamadas “cuatro técnicas” canónigas
del Renacimiento Italiano: cangiante, chiaroscuro, sfumato y unione. Sfumato es
una manera de nublar sutilmente los contornos para dar la ilusión de una
tercera dimensión. Chiaroscuro es un método para contrastar la pintura clara y
oscura para lograr una sensación de profundidad. Cangiante crea la ilusión de
sombras utilizando una paleta limitada de colores, y unione es una técnica de
transición de colores que produce efectos dramáticos. En pocas palabras, los
procesos y técnicas de los artistas florentinos establecieron la base de la
pintura occidental tradicional, con sus métodos que todavía se usan luego de
cientos de años.
Los florentinos produjeron muchas de las pinturas y
obras de arte más aclamadas en la historia. Estas incluyen el Nacimiento de
Venus, Primavera y Venus y Marte de Botticelli; la escultura de David y las
obras de arte en la Basílica de San Pedro y en la Capilla Sixtina como la
Creación de Adán elaborada por Michelangelo; La Escuela de Atenas (mencionada
en nuestra edición séptima de Centros de Progreso) realizada por Raphael; y La
última cena y La Virgen de las piedras elaboradas por Da Vinci.
La Mona Lisa —un retrato de inicios del siglo 16
realizado por Da Vinci y el cual muestra a la esposa de un comerciante
florentino— es hoy la pintura más visitada del mundo. Ubicada en el Museo del
Louvre, atrae alrededor de 8 de los 10 millones de visitantes anuales del
museo.
No todos estaban contentos con la prosperidad y las
creaciones artísticas de Florencia. El progreso rara vez se da sin
controversia. Una reacción anti-humanista y pro-ascetismo liderada por el
fraile Girolamo Savonarola (1452-1498 EC) brevemente envolió a Florencia en una
agitación. Savonarola alentó a sus seguidores a destruir las pinturas, los
instrumentos musicales, los textiles finos, las joyas, los libros humanistas
(como los trabajos de Boccaccio), y otras posesiones supuestamente pecaminosas.
La quema masiva de dichos objetos fue denominada como la “fogata de las
vanidades”. El movimiento de Savonarola, algunas veces considerado como un
precursor de la Reformación Protestante, eventualmente logró que este sea
excomulgado por el Papa. La quema de las llamadas vanidades de Florencia paró y
muchas de las obras maestras de la ciudad sobreviven hasta el día de hoy.
Las innovaciones en el comercio, los negocios y la
banca ayudaron a hacer de Florencia próspera y los florentinos gastaron sumas
enormes en el patrocinio de las artes. Como el escritor Eric Weiner señaló, “La
genialidad es cara”. Los comerciantes y banqueros de la ciudad fueron tan
importantes para el florecimiento de Florencia como lo fueron para los artistas
que ellos financiaron. En retorno, esos artistas realizaron extraordinarios
experimentos creativos y produjeron uno de los logros artísticos más notables
del mundo. Siendo el centro del Renacimiento, Florencia no solo revivió el
conocimiento perdido de los textos greco-romanos sino que revolucionó el arte
de una manera que llegaría a definir la pintura occidental. Florencia también
es el símbolo de la resiliencia frente a una pandemia. Por estas razones, la
Florencia del Renacimiento sin duda merece ser nuestro treceavo Centro de
Progreso.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 8 de octubre de 2020.
https://www.elcato.org/centros-de-progreso-parte-13-florencia-arte
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