La marcha fue convocada por la Juventud Patriota de Madrid, una facción de extrema derecha de la ciudad y fue secundada por grupos de derechistas de toda España. Según voceros policiales, contaba con el permiso para su realización.
Por supuesto que la extrema derecha es sumamente
peligrosa y a lo largo de la historia, desde su aparición, ha causado numerosas
tragedias. Al mismo tiempo que en la actualidad advertimos el renacimiento de
movimientos inspirados en este tipo de ideologías, también vemos proliferar
agitadas tendencias de ultraizquierda tan o más temibles que los que le hacen
contraste. La extrema derecha se reconoce de inmediato, como vimos en la
reciente demostración en Madrid, no genera dudas, se mostraron tal cual son,
sin ocultar ni disimular. En cambio, la ultraizquierda se mimetiza tal como lo
hace el camaleón; muchas veces se camufla respaldando a una serie de corrientes
loables y en esta diferencia radica parte de su peligrosidad. Además, como
notamos también en España, la extrema izquierda establece alianzas con el
radicalismo islámico.
Estos tres extremismos resurgidos en el presente o,
como muchos opinan, nunca se fueron, son profundamente antisemitas, en esencia
porque el judaísmo ampara el libre pensamiento y se identifica con el sistema
democrático y de derechos. Debemos recordar que lo que empieza con los judíos,
no termina con ellos. Como el poema del pastor luterano Martin Niemöller:
“Vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío… Luego
vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí”.
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