En estos días, a título de opinión
y curiosidad, entrevistamos
informalmente a varios estudiantes de los tres niveles educativos,
primaria, bachillerato y universitaria, con base en un tema del mayor interés
para cualquier venezolano: " La Constitución Nacional ".
¿Objetivo?: posible interpretación o comentarios de los muchachos.
¿Resultado?: tristeza, decepción y
una gran preocupación.
Los estudiantes de primaria, niños
entre 6 y 12 años, no tenían ni idea de lo que se les preguntaba. Ellos
obviamente, conforman una generación que
no ha sido motivada a tratar el tema.
Años atrás, en cambio, tal
planteamiento se trataba en el cuarto
grado de primaria. Sucedía cuando se impartía
una materia que se denominaba " Formación Social, Moral y Cívica ". Entonces, se instruía al estudiante acerca de la
importancia de ser un buen ciudadano. Además, era obligatoria la lectura e
interpretación básica sobre la Constitución, deberes y de los ciudadanos. Se
trataba como la más acertada respuesta a lo que denominaban buena educación,
mejor conducta y excelentes modales.
Como parte de esa materia, también
era obligatoria la lectura y el aprendizaje con base en el contenido de un inolvidable producto académico, como
es "El Manual de Carreño",
sin duda alguna, un avanzado bien para la época y que, actualmente, sería tan valiosa su lectura, como todo lo
que una sociedad cualquiera necesita
para corregir el vigente y predominante menosprecio al respeto, mientras
nadie se ocupa de detener el avance incontenible de la chabacanería.
Lo increíble es que existen hogares
en los que el tratamiento del tema, sencillamente, es calificado de
"pavoso y de oxidación familiar". Es decir, todo lo contrario a lo
que en otros momentos de la historia del país, y cuando se analizaba el tema
educativo, se le consideraba
indispensable para la formación de los
niños, por aquello de que es a esas
diversas etapas de la vida infantil
cuando más y mejor se asimilan durante la enseñanza, los conceptos
morales y el comportamiento de por vida en un ambiente de valoración del
respeto al prójimo, como de la convivencia familiar y social.
En cuanto a los estudiantes de
bachillerato, comentaron que, en cuarto y quinto año, parte de su formación académica se rige por
una materia identificada como "Formación para la Soberanía Nacional",
y que, si se quiere, se imparte con
mucha ligereza, por no calificarlo de superficialidad y despreocupación.
Alguno de ellos, sin entrar en el
tratamiento del origen de su expresión, hizo un comentario que, obviamente, no
dejó de inquietar, sobre todo, cuando lo relacionó con los componentes de la
formación, la instrucción y la enseñanza en un ambiente en el que la escasez de
educadores es "otro" mal nacional: "duele decirlo de esta
manera, pero hay quienes, entre reclamos y observaciones, siempre terminan expresando
lo mismo: al final, todo se soluciona a punta de real".
En cuanto a los estudiantes
universitarios presentes, los que están comenzando la exigente carrera de
Derecho, concluyeron la amena, respetuosa e interesante conversación
puntualizando que, en cuanto al tema
lectura, aprendizaje, acatamiento y
cumplimiento de la Constitución, todo se circunscribe al hecho de que,
"al final, todo da igual entre leerla y preguntarse si luego servirá para
lo que la necesitamos como sociedad".
En términos generales, el resultado
de este intercambio de apreciaciones concluyó evidenciando que todos los que se
atrevieron a intervenir, sin excepción, consideraron que el tema o la materia
constitucional, definitivamente, es "poco importante". Y, en su
debida oportunidad, le dedicaron atención y cruda reflexión alrededor de la
aceptación de que si se trata de "leerla y aprobarla", bastaría con
dedicarle tiempo y atención a la ventaja que te ofrece la "victoriosa
posibilidad" del caletre. Mejor dicho, del aprovechamiento de la buena
memoria , ya que, "como todo sabemos, es un tema que la mayoría lo
califica de pura paja".
Muchachos -o chamos- al final de la
conversación, de modo muy natural y propio de su particular interpretación de
lo que se les propuso como "entrevista", además, de cada 10 palabras, 5 suyas no eran
precisamente una demostración del mínimo interés por evitar que lo dicho
pudiera ser considerado -o no- vulgaridad.
En conclusión, en términos
generales, lo que se aprecia al sostener una conversación en lo descrito, es
que una parte importante de la población venezolana no ha leído la
Constitución, ni le inquieta la idea ajena de quienes consideran que deberían
hacerlo. Deducen cuáles pudieran ser -o
son- sus deberes y derechos constitucionales, pero también creen que eso no
impide que la Carta Magna pueda ser -o
sea- violada constantemente. Pero, como, al fin y al cabo, eso no plantea la
posibilidad de que todo se traduzca en una consecuencia o en una determinada
reacción, entonces, razones abundan para que se considere qué somos realmente
como sociedad, y a qué se debe que la figura del Estado sea la que hoy se tiene
por igual, dentro o fuera del territorio nacional.
Mejor dicho, esa es la
¿justificada? razón por la que en Venezuela, la población está constituida
mayoritariamente por habitantes y no por ciudadanos con deberes y derechos,
cuando la verdad es que, a todos, por
obligación, les corresponde cumplir y hacer cumplir con los mandatos
constitucionales expresados en la vigente Constitución aprobada en el año 1999.
Pero, "tanto va el agua al
cántaro, hasta que éste revienta". De hecho, durante el vigente régimen se
ha violentado tanto la Constitución, que sería muy prolongado enumerarlas. En
consecuencia, el Soberano, acosado por tantas carencias y desesperación, está
despertando, y ya sabe que cuando se une en protestas o fuerza civil, no hay
fuerza que lo detenga.
El 20 de diciembre del 2020 culminó la
"CONSULTA" hecha al pueblo soberano a nivel nacional como internacionalmente,
y con casi 7 millones de votos se aprobaron 3 mandatos de obligatoria
obediencia ciudadana y cumplimiento, según la Constitución Nacional: 1-Cese a
la usurpación, 2-Elecciones libres y debidamente supervisadas por autoridades
imparciales, 3-Aprobación de ingreso a la ayuda humanitaria internacional.
El Soberano sabe perfectamente
que la vigente Constitución tan promocionada por el régimen, como por
los partidos políticos de la oposición, les otorga claros derechos, que les son
violados con mucha impunidad y descaro muy a menudo. Y sin pretender citar
todos los derechos violados, basta con citar uno que es vital, y que no permite
contradicciones ni leguleyismos, además de que deja claro y sentado, que el
Soberano es el único dueño de los destinos de la Nación: ARTICULO 5 de la Constitución Nacional:
" La soberanía reside INTRANSFERIBLEMENTE en el pueblo, quien la ejerce
directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley ..........."
Y la sociedad se pregunta con legítimo derecho: ¿qué parte de este
artículo 5 es lo que NO ENTIENDEN ni el régimen, ni los partidos
políticos?. Hay un mandato claro del
soberano, aceptado tanto a nivel nacional
nacional como internacionalmente, y que está expresado claramente en los
3 puntos antes señalados. Se trata de:
¿cómo van a concurrir el régimen y la oposición a unas llamadas
elecciones regionales, violando e irrespetando EL MANDATO CONSTITUCIONAL del
SOBERANO ?.
Por otra parte, ¿con base en qué
argumento es que los partidos de oposición se plantean A SER PARTE de esta
violación constitucional?. 0 ¿es que acaso el único interés de los partidos que
pretenden concurrir a esas fraudulentas elecciones, es tan sólo hacerse de un
puesto oficial, o, como dicen en criollo, de
ENCAMBURARSE, además de justificarlo con la pueril excusa de que no hay que dejar espacios
libres?
Lo cierto es que es tema común
nacional, por no decir que ya es un componente de la jerga política venezolana,
de que el régimen "no da puntada sin dedal". Y que, entre otras
cosas, tampoco puede olvidarse de lo que ya es costumbre en el país desde hace
23 años. Se trata de que dicho grupo no cree en elecciones, y que, para dicho
régimen, perder es asumir que le corresponde ser cogobierno. Mejor dicho,
establecer una modalidad administrativa con base en la figura de la llamada
"Protección del Pueblo".
Tal "protección", en
realidad, no es otra cosa que el desconocimiento de la verdadera voluntad electoral
popular, a la vez que se hace de la autoridad que no le corresponde bajo ningún
concepto, a la vez que le arrebata los votos al ganador, anula a la oposición y
convierte a quienes protestan, en la
lista de los nuevos condenados a ser enjuiciados por el supuesto delito
de desconocer la autoridad.
Lo cierto es que tal presunta
verdad se impone por sobre lo que diga o describa la vigente Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela . Y eso equivale a quitarle poderes y posibilidades de acción y
gestión a eventuales posibles verdaderos ganadores electorales, además de
despojarlos de presupuesto.
Mientras tanto, el tiempo
pasa. Y prevalece la convicción de que,
sin embargo, en algún momento, el Soberano hará valer la última factura.
Egildo Lujan
egildoarticulos@gmail.com
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@egildolujan
Venezuela
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