Que sepamos, hasta ahora no ha aparecido mecanismo superior a la encuesta para diagnosticar la gama social. Nada la ha sustituido porque el Focus Group cumple otro objetivo: importante e irreemplazable para cribar valores.
Pero la encuesta, aun ultra subjetiva como se recoge en la Venezuela posdemocrática es la herramienta básica de todo análisis político.
Y los estadísticos la han urdido más minuciosa. No se peca por irrespetuoso solicitar que los jerarcas políticos que disputan el estrellato se sometan a una exploración demoscópica con enjundioso informe para conocer si es oportuno dar un paso lateral y barajar nuevas cartas. Todos los registros (del último semestre al menos) muestran extenuado al liderazgo tradicional.
Jesús Seguías prescribe pactar un macro-acuerdo unitario (utópico) y no apunta al relevo del generalato. Las encuestas ignoran esta posibilidad y se ausculta al mismo y poluto muestreo.
¿Por qué? En consulta reciente de Datanalisis se situó la sumatoria de Maduro y Guaidó en 23.8 %; y en otra de Seguías, poco antes, 98 % culpa a los políticos de la crisis.
El cacicazgo legendario se cubre con una
colcha harto remendada. Décadas ha que
no asoma una pizca de ingenio. Trafica con documentación perimida. ¿No compulsa
ello a explorar opciones? Hay laboriosos receptores de afectos, atascados en el
cuello de botella de las cúpulas. Agítese el frasco para que la limonada
efervesca.
José Angel Borrego
periodistaborrego@gmail.com
@periodistaborr1
Venezuela
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