viernes, 11 de junio de 2021

JOISE MORILLO: EL SUEÑO AMERICANO VS. “LIBERTAD”

Este, el sueño americano, no se contempla en la idea de un pueblo, sino en la idea de muchas naciones extra americanas que vieron en América -toda-, un deseo libertario, un deseo de poder y de riqueza. Sin embargo, esta idea no fue un patrón exclusivo del siglo XV; ni de tiempos posmodernos, ni contemporáneos. Tal idea es ancestral, bíblica. Se debe observar, en la alegoría de la torre de Babel, en el éxodo del pueblo judio y Moises. Además vestigios arqueológicos determinan, el deseo del individuo humano de tener libertad plena para salvar los avatares que se le presentan en el momento y el espacio de su cotidianidad, y el predominio frente a otras especies que comparten esta nave según Walter Martínez que orbita en el espacio expansivo de Hopkins, que es la Tierra. 

Ninguna presión, ni represión, ayuda a los pueblos a cristalizar culturas, ni adelantos propios del desarrollo de sus inteligencias. Fichte en su filosofía del derecho advierte que todo individuo tiene derecho a la propiedad de enseres para desarrollar sus habilidades peculiares y con estos un lugar donde criar y mantener a su familia segura. Más antes, 300 AC. Platón habla de que cada quien teniendo su ocupación no debe invadir el derecho a ejercer uno distinto a otro. O sea, “zapatero a tus zapatos”. Sin embargo, para el filósofo, la cantidad de artesanos de la misma especie se determinaba según el volumen de habitantes y la necesidad de los insumos. En otras palabras, podían haber decenas de zapateros que hacían zapatos y todo lo que ello implica, pero el mismo no debería tener derecho a ser herrero también. Esto último, parece ambiguo respecto a la libertad pero tiene lógica en el sentido de la perfección de la especie de oferta y demanda. 

Si se interpreta  el postulado -ambiguo- de Proudhon, respecto a que la propiedad de la tierra es un robo, nos encontramos que: María Corina Machado tuvo razón al llamar a Hugo Chávez ladrón públicamente; pues con la expropiaciones de inmuebles, empresas privada de toda índole  sin retribuir el valor monetario a sus titulares se cometía un robo. Un robo que como pródigo, en la creencia de que él era el Estado, convirtió al Estado que presidía en ladrón o por lo menos cómplice de latrocinio, pues cada inmueble o empresa que se establece en un terreno, las más de las veces es propiedad titular de sus dueños o poseedores. 

Ningún control extremo -a menos que sea el del cumplimiento de las leyes constituidas por la participación de los pueblos y sus naciones- ayuda a los pueblos en su desarrollo económico y social, al contrario, le somete a una dependencia que priva al individuo de desenvolverse inteligentemente. El feudalismo, producto de  la megalomanía, la violencia y la crueldad de individuos y familias vanidosas y narcisistas ejercía el control de la producción artesanal, agraria y ganadera o de rebaños de animales de cría para el consumo, mediante impuestos, los cuales consistían en arrebatarles sus productos a los agricultores y artesanos aledaños y en la periferia de las dizque propiedades del señor feudal; para luego, repartir miseria a sus “supuestos” lacayos tratados como esclavos, para su manutención y poder seguir trabajando para mantener el Feudo, al señor feudal, a nobles, a cortesanos, a cancerberos, a adláteres y al ejército que los defendiera.  

Ahí es donde está el espíritu, feudalista, fascista y tirano del llamado, comunismo, socialismo,globalismo, progresismo o como la estupida improvisación izquierdista quiera llamar al bodrio ideológico que pretende guisar el resentimiento envidioso del marxismo. 

Ambiguamente, el Estado socialista, que de principio debía desaparecer en el socialismo, según el holgazán de la Prusia renana y su mecenas Engels, en el Manifiesto de 1847-48; se apodera de todo aparato productivo en las naciones donde aplica sus garras -el socialismo-  para volver a sus pueblos miserables, mientras sus líderes, a la postre, se vuelven millonarios en moneda y propiedades, el truco es el nepotismo, donde a sus nepotes y sátrapas, convierten en testaferros. 

Lo triste del asunto, emulando a la Torre de Babel, es que la gente que ya no puede con la carga de represión, de hambre, miseria, violencia y terror, huye de tales países, parafraseando: “huid del país donde el gobierno lo ejerza un solo hombre, porque es un país de esclavos” Bolívar (Bolivia 1826). El primer ejemplo lo dio el Jacobinismo de la comuna de París, como producto de la revolución francesa, los privilegios que tenían unos pasaron a manos de otros en el gobierno. En Rusia,  entre 1870 y 1914, la producción industrial y minera se multiplicó por ocho, lo cual equivale a decir que siguió un proceso casi tan rápido como Estados Unidos durante dicho período y más acelerado que el de Europa Occidental. No obstante, basándose en el índice de producción industrial compilado por el economista Kondratiev, según Gerschenkron, este crecimiento se desaceleró desde 1885, quien, estima un boom en 1890, un casi estancamiento en 1900 y un ascenso llamativo en 1910. Desde ahí Tom Kemp, resalta este crecimiento económico. Fue la intervención del Estado Zarista, la que, en bastante medida, proporcionó el capital y el mercado, sobre todo en el sector de bienes productivos. El papel del ferrocarril, en el que la mayor parte del capital fue estatal, resultó decisivo. La red ferroviaria se inicia en 1843 (inauguración de la línea Moscú-San Petersburgo) y en 1914 había ya cerca de 70.000 kilómetros de tendido de vía. A partir de 1914, la economía cogió otro rumbo en base a proteger al socialismo, pasaron 70 años para que el pueblo volviera a respirar su libertad. De no ser por ese deseo nacionalista del zarismo los comunistas no hubiesen desarrollado la carrera armamentista que desarrollaron hasta nuestros tiempos. La idea no es defender al zarismo sino el deseo de quien ama a su país para hacerlo desarrollar, en este desenvolvimiento tuvo cierta influencia la inteligencia de Voltaire ante la monarquía de Catalina la grande. 

Los grandes cerebros de la civilización moderna han huido de países sometidos a represión del Estados, tanto comunistas como fascistas y tiranos, entre ellos Braum, Einstein, Arendt. Las diásporas siempre son productos de buscar mejores horizontes, y/o vivir con dignidad, aunque con esfuerzo y trabajo. El ejemplo actual es la huida de muchos intelectuales, profesionales  y científicos de Venezuela, quienes en países como EEUU. Canadá, México y Colombia están dando sus mejores frutos. ¡Ahí estriba la idea del sueño americano! América para los americanos y para todo aquel que quiera progresar en libertad, sin comunismo. Por ello invitó a acabar con las restricciones a quienes por esa causa -la privación de la libertad, tanto de pensamiento como de movimiento- quieran o necesiten emigrar. 

Joise Morillo
kaojoise@gmail.com
@kao_joi_lin
Venezuela - EEUU

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