Nuestras Constituciones nacionales han sido
prácticamente un “copia y pega” en cuanto a su configuración política, ha sido
y es (hoy más que nunca) una fulgente oda al presidencialismo, tanto que
básicamente nos condenan a un dictador constitucional. Entarima al presidente
como “Jefe del Estado” cuando solo debe ser jefe de gobierno, por mencionar tan
solo un simple ejemplo entre tantas mega facultades y competencias que
acompañan este cargo que más bien parece extraído de entre la Nobleza, pues
tampoco nos asegura un perfil idóneo, sino que se asemeja más a un enviado
divino.
Así es, fácilmente podríamos confundirnos con reyes,
todos nuestros presidentes han sido de esa nobleza venezolana que cuando llegan
al poder conducen al país como un gran latifundio. La amenaza del Estado
Comunal acelera esta descomposición de nuestro sistema político.
Se hace imprescindible Venezuela supere este cáncer,
el presidencialismo es un ancla segura al subdesarrollo. Basta dar una ojeada
por el mundo, la mayoría de los países occidentales que disfrutan niveles
envidiados de calidad de vida exhiben sistemas parlamentarios, no se engañen,
aunque existan noblezas éstas hoy día cumplen papeles protocolares, quienes
deciden la conducción de esas naciones son los civiles, sistemas
parlamentarios, en una armoniosa separación de poderes. El poder hay que
distribuirlo entre las instituciones del Estado y deben funcionar con sinergia,
esa es la clave.
No vamos ahondar en lo que ocurre en las naciones
frenéticamente presidencialistas porque dolorosamente los venezolanos lo
sabemos muy bien, además, en la actualidad Cuba y Nicaragua complementan este
cuadro de deshonor. Las instituciones del Estado se confunden con los partidos
políticos de los gobernantes, dando paso a regímenes de élites todopoderosas
posadas en un pueblo intencionalmente debilitado, oprimido.
¿Cómo domar a los partidos políticos y sus hegemones?
Venezuela pudiera adoptar un sistema parlamentario similar al suizo. La
jefatura de gobierno es ejercida por un cuerpo colegiado, nos explicamos: Sí
nuestro periodo presidencial es de 5 años, ese cuerpo estará conformado por 5
diputados, uno por cada tolda partidista con mayor representación en el
parlamento, cada uno de ellos será el jefe de gobierno por un año, sin
reelección a ese cuerpo, obligando a los partidos llegar acuerdos pragmáticos,
lo que favorece al país.
Otra externalidad positiva es la escogencia de los
poderes públicos nacionales, médula ósea de las democracias, necesariamente
serán electos bajo el principio del acuerdo o confianza política entre los
parlamentarios a través comisiones temporales con configuración similar a la
jefatura de gobierno pero, por ejemplo, con 10 parlamentarios de las 10 toldas
partidistas con menor representación, donde la imparcialidad de los titulares a
elegir sea la principal característica, además de lo cualitativo.
Son ideas, nos comprometemos a continuar escribiendo
al respecto, pero lo realmente necesario comprender es que Venezuela, para
retomar su camino a la prosperidad debe, en primer lugar, superar al chavismo
para luego conformar un sistema político que evite se continúe repitiendo lo
que hasta hoy nos destruye la nación. Alemania lo hizo, configuró su sistema
político a fin de evitar vuelvan a surgir nuevos Hitlers.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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