Todo es más
fácil si hablas en segunda o tercera persona del singular o el plural. Si
evitas el "yo", si te sales del "nosotros". Si vuelves todo
frío, distante, impersonal. Si pones
terreno de por medio. Si te sientas en la butaca del espectador. O si haces
como los tres monitos. Si te abstraes. Si te sales de la ecuación. Eso crees.
Pero no es así. Te paras frente al espejo y entiendes que eso simplemente no es
posible, que estamos todos metidos en
este juego perverso. Con o sin darnos cuenta. Con o sin aceptarlo. Encerrados
en este estado de sitio físico y/o mental. Estamos tras rejas. Y no nos sirve
ya intentar hacer como el papá de "La vita e bella".
Yo no tengo
la menor duda que a los buenos venezolanos nos duele intensamente Venezuela. Es
tanto y tan grande y dolor que reaccionamos con rabia, con intolerancia.
Aparcamos la empatía fuera, bien lejos, donde no exija, no moleste. Alguien
pide ayuda y ya no le oímos. El dolor se ha convertido en parte del paisaje. La
vida es eso en nuestro pequeño patio. Los perros de la calle ya ni cuentan con
las sobras. Los gatos se disputan con las personas lo que hay en los basureros.
Es terrible
habernos convertido en testigos y víctimas de la destrucción del país. Y no, no
es un asunto de frases hechas, de clichés gastados que no sirven para
anestesiar el dolor. Basta de pretender rellenar con naderías lo que no hay
cómo calificarlo sino de tragedia.
El Caso
Venezuela es una serie de horror que en unos años será un
"Blockbuster", una de esas producciones que ganarán montones de
premios.
Gerardo
Blyde se monta en un avión. Va de gira por el mundo. Para explicar en qué
consiste el Acuerdo de Salvación Nacional. Para decirle al mundo que nos
estamos muriendo, que el país se está muriendo. De allí que la palabra
salvación sea la clave en el título que se le ha puesto a esta propuesta.
Alguien
dirá que todo es un desperdicio. Que todo está perdido. Que ya nada tiene
remedio. Alguno, en profundo desdén, dirá que Gerardo va de turismo. De
paseíllo, pues. El país está tan adolorido que le cuesta creer en algo, o en
alguien.
Irá Gerardo
a oficinas a explicar este triste mal del que nos estamos muriendo. Hablará sin
gritos. Lo conozco bien. Usará el lenguaje de la serenidad para intentar que se
entienda por qué estamos aún a tiempo de la salvación.
Enterrar el
espejo no sirve. Encerrarnos en una nube tampoco. Gerardo lo sabe. Lo sabe
bien. Es emisario de millones que no queremos morir. Tiene plasmada en la
frente la frase "hay que salvar a Venezuela".
Suerte, mi
buen y querido amigo. Tu suerte será nuestra suerte.
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sábado, 19 de junio de 2021
SOLEDAD MORILLO BELLOSO: GERARDO BLYDE ES EL EMISARIO
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