Y nada hay tan peligroso e impredecible como un pueblo oprimido que vislumbra cercana su liberación.
La semana pasada la
Casa Blanca de Joe Biden anunció que estudiaba la posibilidad de cambiar la
política de los Estados Unidos con respecto a la tiranía castrista. Los motivos
para este cambio son dos. La ideología de izquierda de los titiriteros del
presidente−el más influyente de ellos el camaleónico Barack Obama−y la compulsión
por echar abajo cualquier política puesta en marcha por Donald Trump. La
noticia corrió como la pólvora y enardeció los ánimos tanto dentro como fuera
de Cuba, sobre todo entre quienes no han seguido de cerca la política americana
con respecto a la tiranía castrista en el último medio siglo. Porque, para
quienes sí la hemos seguido, esto no es nada nuevo.
La realidad es que,
desde John Kennedy hasta Joe Biden, los presidente americanos han puesto en
vigor políticas ambivalentes con respecto a la lucha por nuestra libertad. Es
probable que desearan nuestra libertad pero no hay dudas de que no estaban
dispuestos a pagar el precio por lograrla. De ahí que fueran agresivos en la
retórica y bochornosamente flojos en la acción. Hasta el mismo Ronald Reagan− aquel
campeón de la libertad que jugó un papel destacado en la desaparición de la
Unión Soviética−mandó al General Vernon
Walters a La Habana a negociar con el taimado Carlos Rafael Rodríguez.
Aunque nos moleste, para los presidentes americanos la libertad de Cuba ha sido
siempre un pequeño capítulo en el cosmos de la política internacional de esta
gran potencia.
La buena noticia, por
otra parte, es que la tiranía se encuentra en un avanzado estado de
descomposición y que ya no tiene probabilidades de ser resucitada. Ha
sobrevivido a base de terror y consumiendo recursos creados y proporcionados
por otros. Así son estos chulos diletantes de la izquierda fanática. En sus
primeros años la tiranía despilfarró las riquezas creadas por una economía de
mercado que se encontraba entre las primeras de la América Latina.
Cuando agotaron esos
recursos se cobijaron bajo la sombrilla de una Unión Soviética que se proponía
penetrar la zona de influencia de Estados Unidos y que necesitaba "carne de cañón"
para sus guerras imperialistas en
África. Cuando se vino abajo el Muro de Berlín y, con él, la Unión Soviética la
tiranía castrista tuvo la tremendísima suerte de encontrarse a un "hijo
putativo" venezolano que traicionaba a su pueblo para apuntalar las
aspiraciones imperialistas de la tiranía castrista.
Pero ya todo eso ha
llegado a su fin. Se les acabó la mística del máximo líder. Ahora les queda
únicamente el palo y el fusil, "el casco y la mala idea". Raul es un
viejo multimillonario, cansado y enfermo que ya no tiene interés en mantener un
poder por el cual oprimió y asesinó mientras vivía el brujo mayor.
Irónicamente, el mayor liberado por la muerte de Fidel es un Raul que ahora no
tiene que obedecer a su hermano y puede hacer lo que le venga en ganas. Sobre
todo en un momento en que se encuentra herido de muerte y ve pasar la película
de sus iniquidades en el umbral del infierno.
Por otra parte, la
tiranía confronta en estos momentos a un enemigo al cual no puede ni reprimir
ni intimidar. El Covid 19 está diezmando los recursos del gobierno y
desanimando a los turistas que han sido por muchos años una de las mayores
fuentes de divisas. Ante la avalancha de contagios de Covid-19 el Ministerio de
Salud Pública ha declarado que no cuenta con capacidad para albergar a todos
los enfermos. Ahora se ve obligado a llevar a personas con PCR positivo a
centros de aislamiento para sospechosos de la enfermedad.
Y para complicarle el
negocio con su satélite venezolano, la Federación Médica Venezolana pidió a la
población "no inyectarse" la vacuna cubana Abdala, al resaltar que es
un "producto biológico experimental". Todo esto ocurrió después que
la semana pasada el gobierno venezolano informara sobre la llegada de un número
no especificado de este fármaco.
Y más ominoso para la
tiranía, todo indica que, en Cuba, la gente ha perdido el miedo. Al punto, de
que bloquean las calles a plena luz del día, tal como hicieron hace algunos
días en la transitada avenida "10 de octubre". El pueblo intuye que
el gigante represor y diabólico se tambalea y que empiezan a batir vientos de
libertad. Y nada hay tan peligroso e impredecible como un pueblo oprimido que
vislumbra cercana su liberación.
Por nuestra parte, los
cubanos que no sabemos del cansancio y que después de seis décadas de
traiciones e indiferencia nos mantenemos firmes en nuestro propósito de liberar
a Cuba tenemos ahora una oportunidad única. La oportunidad de liberarla con
nuestro esfuerzo, sin pedir permiso ni deber favores que limiten el ejercicio
pleno de nuestra soberanía nacional. Los hijos de Martí tenemos ahora la
obligación de escuchar y aplicar su prédica en cuanto a que: "La patria es
agonía y deber." Si lo hacemos y seguimos su ejemplo lograremos el bien
preciado de la libertad.
Una libertad que, para
perdurar, tendrá que ser el producto do nuestro esfuerzo. Porque los pueblos
que reciben la libertad de regalo son como esos ricos qua han llegado a la
opulencia por lotería o por herencia. Casi siempre dilapidan sus bienes porque
carecen de la capacidad para administrarlos o del apego que nace de haberlos
logrado con su trabajo.
Y a aquellos que
lamentan la soledad de nuestra lucha les decimos que a la tiranía castrista ya
no la salvan ni Biden ni el médico chino. Que bendita sea esta soledad que nos
hará más conscientes de nuestras energías como pueblo. Bendita sea esta soledad
que, al demandarnos mayores sacrificios, nos hará más maduros para administrar
la república nacionalista y democrática de mañana.
Bendita sea esta
soledad que, al obligarnos a la liberación de la patria por el esfuerzo único
de sus hijos, hará posible la inauguración de la Cuba sin compromisos ni
sumisiones que postuló Martí en 1895.Y bendita sea, por lo tanto, esta soledad
que nos permitirá, en el holocausto de la reconquista, encontrar el lugar digno
y empinado de pueblo orgulloso de sus tradiciones y su historia que nos
corresponde bajo el sol.
Alfredo M. Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
Director de
www.lanuevanacion.com
Cuba - Estados Unidos
No hay comentarios:
Publicar un comentario