A
finales del año pasado, el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y
Microbiología Gamaleya de Moscú inició estudios fase 3 de su producto vacunal
Sputnik V para los cuales se incorporaron 40 mil voluntarios en Moscú, y otros
más en Bielorrusia, India y Venezuela. ¿En qué consistía ese estudio?
Como
expliqué en oportunidad anterior, para que un compuesto químico/biológico sea
aceptado como medicamento/vacuna, según sea el caso, debe transitar un largo
proceso de pruebas preclínicas en animales, seguido por otro aún más extenso de
ensayos clínicos en voluntarios humanos, en tres fases de complejidad creciente
que conducirán a darle visto bueno a la sustancia bajo estudio solo si
comprueba ser eficaz y no tóxica.
Los
voluntarios humanos que aceptan formar parte de tales experimentos lo hacen a
través de un consentimiento informado y suscrito, en conocimiento de que están
bajo un protocolo experimental. Así lo exigen la Declaración de Helsinki, la
Declaración Universal sobre Bioética de la Unesco y otros documentos legales que regulan lo
concerniente a experimentos en humanos.
Bajo
tales parámetros, los resultados preliminares de fase 3 de Sputnik V fueron
publicados en febrero de 2021 en la prestigiosa revista científica The Lancet.
De ellos se deriva que Sputnik V goza de una eficacia de 91,6% luego de la
segunda dosis, dato que ha motivado al Centro Gamaleya a solicitar el respaldo
de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Europea de
Medicamentos (AEM), proceso actualmente en curso. Mientras tanto, varios
países, entre ellos Venezuela, ya están aplicando ampliamente la Sputnik V como
vacuna.
Nada
similar ocurre con el candidato vacunal Abdala, ingresado al país por convenio
entre los gobiernos de Cuba y Venezuela para su aplicación masiva en la
población, sin que haya información precisa sobre su eficacia o inocuidad.
Diversas instituciones y organismos científicos del país se han pronunciado al
respecto. En particular, la Academia Nacional de Medicina (ANM), a través de 35
boletines, ha sido celosa guardiana de los principios que deben regir la
aplicación de un plan nacional de vacunación, sin que el régimen haya hecho
caso de sus clamores y de su disposición a asesorar en la materia.
En
su boletín 35, la ANM se refiere particularmente a los prototipos vacunales
Abdala y Soberana. “Ambos CANDIDATOS A VACUNA se basan en desarrollos
experimentales semejantes a los que están siendo estudiados en otros
laboratorios en el mundo, pero que todavía no han resultado en el desarrollo de
ninguna vacuna de comprobada eficacia […]. La fuente principal de información
sobre los dos productos cubanos antes mencionados ha sido el periódico Granma,
el órgano oficial del partido comunista cubano”. Tenemos noticias de que las
Academias en conjunto preparan un pronunciamiento en ese sentido.
La
Asociación de Investigadores del IVIC (AsoInIVIC) explica que “para que un
candidato vacunal pueda ser considerado vacuna es importante asegurar y cumplir
con las fases clínicas de evaluación de cualquier biológico […]. Hasta la
fecha, ni los estudios fase 1 y 2 (seguridad e inmunogenicidad) ni fase 3
(eficacia) están publicados en alguna revista científica, aunque sea en formato
de pre-publicación”.
Por
su parte, el Centro Nacional de Bioética (Cenabi) menciona que “cuando se
aplican estos productos con carácter experimental, se hace en grupos limitados
de personas con buena salud, generalmente adultos jóvenes, que han dado
libremente su consentimiento informado, siguiendo un protocolo aprobado por un
comité de ética […]. La magnitud de la compra anunciada hace temer que se
desvíen los recursos destinados al sistema Covax, que sí garantiza vacunas de
probada calidad, eficiencia e inocuidad, a bajo costo”.
La
ONG Médicos Unidos Venezuela (MUV) insiste en el tema, resaltando que Abdala es
“un producto para ensayo clínico, tal como reza la caja de presentación del
producto biológico. […] Desde MUV exigimos vacunas de comprobada calidad,
eficiencia, eficacia, seguridad e inocuidad, certificación de entes
regulatorios confiables, publicación científica en revista de prestigio
internacional, autorización de la OMS, atributos que aún no tiene la Abdala”.
Son
todas estas razones valederas para considerar que Abdala o cualquier otro
candidato vacunal del cual se ignoren datos precisos publicados en revistas
especializadas o carezcan del respaldo de agencias internacionales de
vigilancia sanitaria, deben ser rechazadas como vacunas para su uso masivo en
la población hasta tanto no cumplan con tales requisitos. Los venezolanos
merecemos una respuesta científica y no política a nuestros legítimos deseos de
protección contra un virus que ya ha tomado la vida de casi 4 millones de
personas a nivel mundial.
Gioconda San-Blas
gsanblas@gmail.com
@daVinci1412
@DiarioTalCual
http://giocondasanblas.blogspot.com
Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales,
Individuo de Número, Sillón XX
Caracas, Venezuela acfiman.org
“El castigo por rehusarte a
participar en política es ser gobernado por personas inferiores a ti”. Platón
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