Me refiero a la que existe entre la conmemoración del
sesquicentenario de la batalla de Carabobo y la reiterada burla que el régimen
prodigó sobre el Campo durante el recién pasado bicentenario. De eso es que quiero conversar hoy.
Empecemos por lo menos importante: a diferencia de
1971, cuando el gobierno puso en uso importantes obras de infraestructura,
ahora lo que inauguró el régimen fue un adefesio horrible, un mamotreto que es
un canto al mal gusto. Nada más. Para aquella conmemoración, Caldera tenía
listos el distribuidor de tránsito de San Blas, en Valencia, y la autopista que
va desde allí hasta el Campo de Carabobo.
Hoy, medio siglo después, todo aquel que deba viajar
desde el centro del país hacia los estados andinos o el Alto Llano tiene, a
juro, que transitar por ambas obras. A
las cuales no se le ha construido siquiera una canal más de circulación. Y que quede claro: de los cincuenta años
transcurridos, casi la mitad han sido del desgobierno robolucionario. Se roban hasta un hueco, pero no construyen
nada. Mejor dicho, arrancan y se quedan
a medio camino. Las mejores muestras,
las vigas por donde debían pasar el tren que iba a unir a Puerto Cabello con
Caracas (y que, Boves II prometió que sería inaugurado en el 2007) y las que se
ven a lo largo del trayecto entre Caracas y Guatire. Monumentos a la desidia y el latrocinio
oficiales.
Lo que nos lleva a un segundo cometario; este,
meramente anecdótico. Mi primo Armando
me hizo revivir algo que ya había olvidado: el gentío que asistió a los actos
del sesquicentenario. Fue tanta la
gente, venida de todas las regiones de Venezuela, que las obras que mencioné en
el primer párrafo no fueron capaces de contener esa colosal cantidad de
personas y hubo de transcurrir más de veinticuatro horas para que las
autoridades pudieran eliminar la congestión.
Era que la gente, incapaz de proseguir con su vehículo hasta el Campo de
Carabobo, decidió dejarlo donde fuera y proseguir a pie por kilómetros para
estar presente.
Por el contrario, ahora, la cosa fue tan insulsa que
ni el mismo usurpador asistió. Se llena
la jeta con alegatos de bolivarianismo, pero prefiere delegar en un
mangas-meadas la representación del Estado y, más bien, se queda en Caracas
para atender a los gorrones del ALBA en otra reunión más con unos tipos que solo
aparecen por aquí cuando vienen a buscar plata.
Aparte de toda la que ya se han llevado.
Cantan loas al régimen solo porque si no, no les dan el meñeñe.
¡Ah, pero el adiposo sí apareció por el Campo; pero en
día anterior! Mejor dicho, la noche anterior. Porque había que inaugurar el horripilante
despropósito lleno de puntas —que, supuestamente, se refieren a las lanzas y
sables usados en la batalla, pero que son un altar a la santería y las
brujerías a los que son tan afectos los indoctrinados por Cuba. Santeros, babalaos, tambores era la orden del
día. Más bien, de la noche, repito,
porque en ellos es evidente lo que explicó Bolívar: que "a la sombra de la
noche solo trabaja el crimen".
Y, continuando con la mala costumbre que impuso el
Héroe del Museo Militar, Páez no es una figura de relieve en la
Independencia. Ni peleó en
Carabobo. Tanto, que en un mural con
retratos de próceres con el cual el Drácula de a locha que tenemos en Carabobo
quiso unirse a los festejos, aparecen todos ellos menos el catire Páez. En lo que debió ser su puesto, al lado del
Libertador, pusieron al pitecantropus sabanetesis. Así son de sectarios.
Esto lo que fue, fue un remedo de bicentenario. Con decir que la noticia que más ha circulado
no ha sido de los actos verdaderamente oficiales sino de un encuentro
espiritista auspiciado por el régimen.
Tan remedo es, que se ha continuado con la tergiversación a conveniencia
de la historia. El Bolívar que les gusta
es el que no es el real, sino el folclórico, el del caballo blanco. No el constructor de países. Fabricaron un hiato histórico entre 1830 y el
cuatro de febrero del 92. Después de
Bolívar, nada ha valido sino “el comandante”.
¡Y su heredero, claro!
Este, si uno le cree a la propaganda oficial, no ha
podido hacer más por la fulana “guerra económica”. Para nada hacen mención de las ingentes
cantidades afanadas por ellos; de la eternización y rotación de los mismos
ineptos en los diferentes cargos; de la colonización que le han permitido hacer
a Cuba de nuestro país, siendo que esa isla no es más grande, ni tiene más
habitantes, ni es más poderosa (en ningún respecto) que Venezuela.
Tanto es verdad lo que digo, que el usurpador
nortesantandereano, en el discurso que cometió la víspera del 24, dedicó más
tiempo a alabar a la Cuba de sus amores que a cualquier otra materia,
bicentenario incluido. ¿Cómo puede
hablar de “independencia” y “soberanía” quien no es capaz de mantener al estado
Apure (por mencionar uno solo) dentro del estado nacional y es detentado, velis
nolis, por irregulares extranjeros?
¿Cómo puede hablar de “autodeterminación” quien ha entregado las
decisiones clave a Cuba, Rusia, Irán, y China?
Desfilaron delegaciones de los ejércitos de dos de sus amos: rusos y
cubanos. Pero es el tercer año que no se
invita al del Reino Unido, que sí tiene esa prerrogativa desde los tiempos de
la epopeya. Hay que ser bien caradura...
Para terminar, copio al cardenal Porras: “No hay
unidad cuando se excluye de la deliberación pública a una porción mayoritaria
de la opinión, sometiéndola a una unanimidad intolerable o a un tácito
avenimiento. No hay unidad cuando se impone la discordia, confundiéndose la
calma con una imposición parcial desde el poder y no con la concordia
compartida por todos”…
Qué pena que los militares de hoy no puedan hacer
suyas las palabras que pronunció el Libertador, al conmemorar la batalla, siete
años después, en 1828: “El ejército no ha querido más que conservar la voluntad
y los derechos del pueblo. Por tanto, él
se ha hecho acreedor a la gratitud y al aprecio de los demás ciudadanos; y por
lo mismo yo lo respeto. Este ejército ha
sido la base de nuestras garantías y lo será en lo sucesivo (…) Yo sé que él
nunca hará más que la voluntad general, porque conozco sus sentimientos. Nunca
será más que el súbdito de las leyes y de la voluntad nacional”. Desde hace unos veinte años, ya no pueden
decir eso…
Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
Estados Unidos - Venezuela
http://www.lanuevanacion.com/index.php/opinion/alfredo-m-cepero-4/1143-que-diferencia
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