Hoy,
cuando se cumplen 63 años de esa emblemática fecha, nuevamente Venezuela está
sometida por la bota tiránica de quienes usurpan el poder. Aquella celebración
eufórica del 23 de enero que desde niños sentimos como la fiesta del cumpleaños
de nuestra entidad ciudadana, hoy se trastoca en triste imagen congelada en una
pintura clásica, colgada en la desvencijada pared de la patria, bajo el
alegórico nombre del “Espíritu del 23 de Enero” que permitió un pacto de élites
(Punto Fijo) que durante 40 años nos colocó en las primeras filas de la
civilización. Hoy no hay nada que celebrar. De nuevo la barbarie se enseñorea
sobre nuestra soberanía, repartiendo en grupos de poder nuestra geografía y
entregando sin pena ni gloria hasta el territorio Esequibo.
Tendremos
otro 23 de Enero? La tradición libertadora de nuestro gentilicio, seguramente
lo hará posible. Pero hay que entender que no se le puede pedir acciones
heroicas a un pueblo con hambre, sojuzgado por la persecución y arrinconado por
el miedo.
Aquí
cabe a nuestra generación, hija de aquel 23 de enero, hacer una reflexión: Acaso, vamos a pasar a la
historia como los padres y abuelos que no supimos dejarle un país libre a
nuestros sucesores?
Creo
que ha llegado la hora de empinarnos por encimas de las tumbas de la vanidad y
los personalismos e invocando el espíritu del 23 de enero, convocar a la unidad
suprema de todos, incluyendo los desertores de la causa opositora y al chavismo
sufriente, para volver a la calle, sin retorno,
para conquistar de nuevo la libertad extraviada por nuestras propias
culpas.
magnotablet@gmail.com
@Leomagnofa
Venezuela
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