sábado, 19 de marzo de 2022

ROMÁN IBARRA:NI PAZ NI GUERRA

Entender a los extremistas de lado y lado es tarea casi imposible. A propósito de los acuerdos entre el gobierno de Maduro, y la empresa constructora para la devolución del Sambil de La Candelaria, se ha formado una verdadera batahola.

Por una parte, los extremistas del gobierno molestos porque había que mantener la expropiación del inmueble y ponerlo ¨al servicio del pueblo¨, y por su parte en el bando de la oposición, la molestia inmensa porque los dueños del establecimiento lo hubieran recuperado en ¨condiciones deplorables¨.

Fotos de la presunta destrucción a la que había sido sometido, daban cuenta de unas escaleras eléctricas llenas de basura, y sometidas al abandono total, fueron desmentidas por un video realizado por uno de los miembros de la empresa propietaria, el cual circuló en las redes, dejando ver que si bien no está en perfectas condiciones, fue devuelto en condiciones aceptables desde el punto de vista de su mantenimiento.

Gente que se empeña en ver el vaso medio vacío, en lugar de verlo medio lleno. No se dan cuenta de que, aunque tardíamente, es una forma de resarcir el daño impuesto arbitrariamente a los dueños del inmueble, y también al conjunto de ciudadanos que invirtió sus ahorros; prestaciones sociales, y créditos bancarios, para desarrollar sus emprendimientos, quienes por la acción criminal terminaron en la ruina.

Lo que vale la pena resaltar es invisible a los ojos de los extremistas de lado y lado. No se dan cuenta de que ahora los dueños del Sambil La Candelaria, pueden invertir en su recuperación física, y llegar a acuerdos con los inversionistas pequeños y medianos, para ponerlo al servicio de la ciudadanía toda.

Los especialistas hablan de la posibilidad de generar más de 3.500 empleos directos; aproximadamente 2.500 puestos de estacionamiento para aliviar una zona caótica en cuanto a la vialidad se refiere; respeto a la propiedad privada, y sosiego para un sector muy deprimido de la capital.

Maduro no se reconvirtió en magnánimo de la noche a la mañana; está desarrollando su visión de la política. Por una parte, rompe con el chavismo y sus formas (de las cuales fue parte y cómplice en su momento), y por la otra, envía un mensaje de distensión para quien lo quiera entender. Pero fundamentalmente está pensando en 2024, es decir, en las elecciones presidenciales.

Por su parte, las oposiciones no logran reunificarse, y por el contrario se repudian, con lo cual, es imposible desarrollar una alternativa confiable y creíble para derrotar a Maduro en las presidenciales de 2024.

Parece que disfrutan más siendo oposición, si esto les permite a unos seguir disfrutando de la ayuda humanitaria mil millonaria en dólares para no trabajar, autoproclamándose como ¨oposición legítima¨, y a otros dividiendo partidos para asegurar la ¨propiedad¨ de estos bajo su apellido, y también aquellos que se prestan bajo cualquier excusa para lavar la cara del gobierno y sus tropelías.

Se pierden oportunidades de negocio para el país con el saboteo de las relaciones directas de gobierno a gobierno, entre EEUU y Venezuela, y hasta envían cartas al presidente Biden para que no compre petróleo venezolano, según The Wall Street Journal, en medio de la crisis provocada por Putin y las sanciones impuestas desde occidente por la invasión a Ucrania. 

Por nuestra parte, todo lo que signifique enderezar entuertos; respeto a la propiedad privada; generación de empleos, y corrección de vicios, es saludable.

No obstante, se hace necesario desarrollar una alternativa sólida y confiable que reúna, y organice una fuerza política y social poderosa, que presente un programa de cambios aceptable para todos, y luego de paso a un liderazgo que abra el camino de la recuperación verdadera, conjurando el peligro y destrucción de los últimos 23 años.

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela 

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