miércoles, 25 de noviembre de 2015

EDUARDO LÓPEZ SANDOVAL, CRÓNICA DE UN ECOCIDIO ANUNCIADO

Calabozo. Esta ciudad llanera fundada en 1724 está sembrada por Dios de numerosos humedales, que el llanero llama Ojos de Agua, que el Sabio Humboldt llamó Zanjonotes en 1800 cuando nos visitó. Que no son más que manantiales que fueron guía para que nuestros fundadores dibujaran la ciudad.

El primer manantial está en el Sitio de Hato donde hubo un efímero precursor intento de fundación llamado Jesús de Nazareno de Calabozo, su ubicación estuvo determinada por uno de estos humedales; posteriormente se fundó en este mismo sitio el Hato San Diego, propiedad de Diego Domínguez de Rojas, el mismo que le proporcionó guerra a la ciudad hasta casi aniquilarla, lo que dio lugar a Castillo Lara para escribir El derecho de existir bajo el sol, como complemento del título de la monumental obra, VILLA DE TODOS LOS SANTOS DE CALABOZO. 

Humedal que debemos suponer permanece a buen resguardo, en tanto este sitio de hato la historia de este milenio lo dejó fuera del área urbana. Está en lo que aún se llama Hato San Diego, en la vía que va de Calabozo a Palo Seco.

La Misión de los Ángeles está rodeada por varios manantiales, dos de ellos alimentan la llamada Laguna de La Arestinga, anteriormente llamada Lagunas del Ique. Este humedal ha sido condenado por decisiones de la actual administración municipal a morir. 

Hoy. Ecocidio.

Nombraremos, para solicitar su rescate, algunos de los restantes Ojos de Agua, o Humedales, o Zanjonotes, que las condiciones de abandono obligan a razonar el ecocidio anunciado.

Los Humedales de Calabozo esperan.

El primero, bajando el río Guárico, en la Mesa de Calabozo, está en el Hato San Diego, el del pueblo precursor Jesús Nazareno de Calabozo.

En la Misión de Arriba detrás del Hotel el Castillo hay tres manantiales,  uno de ellos alimenta el lavado de carros que está en las abandonadas instalaciones del Hotel. Quienes lavan los carros ahí tienen el dudoso privilegio de hacerlo con agua potable de manantial. Estos Ojos de Agua son desconocidos.

Además en esta Misión están las Lagunas del Ique, conocidos en estos tiempos como La Arestinga, humedal que está condenado a muerte por las autoridades municipales llamadas a ser sus madres protectoras.
En el Barrio Pozo Azul existe un manantial que precisamente le dio su nombre al Barrio. Abandonado.

Seguimos bajando con el río, está el Parque la Aguada, llamado en las viejas crónicas de Calabozo Aguada Grande. Abandonado.

Seguimos y nos encontramos con los manantiales que forman la Quebrada de Marchena, -La Tapita y Tinajón-, en el olvidado sitio de Marchena, donde desde 1750 estuvo la Misión de Abajo, razón por la que cuando el Obispo Mariano Martí nos visita ésta se llamaba Misión de la Santísima Trinidad de Marchena. Ambos humedales, abandonados.

Un poco más abajo, nos encontramos con el Pozo La Piscina. Serio intento de asesinarlo. Ecocidio en puertas.

En esta Mesa, mucho más al Este, fuera del área urbana, nos encontramos con la Laguna del Tápiz, la formación que le dio a Lazo Martí la inspiración para escribir la Silva Criolla. Suponemos permanece a salvo de la acción ecocida, como está abandonada de la memoria del calaboceño.

Los ciudadanos del mundo debemos hacer un pequeño y hermoso esfuerzo por rescatar estos humedales. Tal los llaneros por sus Ojos de Agua. Calabozo Espera.

Eduardo López Sandoval
llanerodigitalcalabozo@gmail.com
@eduardocalabozo
Guarico - Venezuela



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