martes, 3 de noviembre de 2015

ENRIQUE MELÉNDEZ, ¿CON AD SE VIVE MEJOR?

La señora que vende “panelitas de San Joaquín” en la autopista se sonríe con una cierta pena, cuando me dice que el paquetito cuesta 250 bolívares, “todo está caro, señor”, y entonces, como para disculparse, pasa a contarme, que ella fue el otro día con su hija y su nieta a una tienda, en el afán de comprarle a la niñita un conjunto, y asombrada dice:                                                                           
-Una blusita y un pantaloncito: ¡18 millones de bolívares!
                                                                                                       
No se crea: la gente aún no se habitúa a eso del bolívar fuerte, y lo cierto es que esa es la verdadera devaluación: una suma con la que se compraba un apartamento al momento de Chávez comenzar su mandato, ese es el precio hoy en día de un trajecito infantil.
                                                                                                       
-Aquí hay que ir a votar –reparó la señora-, para quitarnos a esta gente de encima.
                                                                                                       
Es decir, aquí está reflejado el fenómeno del voto castigo, y que fue el motor impulsor del proyecto político de Hugo Chávez; unido al de la antipolítica; que ahora no está presente, porque entonces se sentía un profundo menosprecio por nuestra clase política, y por extensión a los partidos políticos, y hoy de nuevo la gente reconoce que “con los adecos se vivía mejor”, dicho en términos coloquiales; es decir, se puede considerar que se está fraguando un cierto sentimiento partidista en la conciencia de la gente, que sería el reverso del gobierno de estos sargentones, signado por el personalismo, y que se traduciría en este fenómeno del voto castigo, sobre todo, incitado por el profundo malestar que se siente, no sólo por esos precios, que no están al alcance de una vendedora ambulante, como la de la autopista, sino además por el tipo de sacrificio, que hay que hacer para poder conseguir las cosas, con que alimentarnos y asearnos.
                                                                                                       
La victoria de Luis Herrera Campins en el año de 1978 estuvo motorizada por este fenómeno del voto castigo. Yo recuerdo como la gente en los carros por puesto se permitía reírse de aquella derrota de los adecos, y esto porque el militante de AD se había vuelto muy atorrante. “Usted parece adeco”, solía decirle la gente a cierto tipejo de condición abusadora; unido a la fama de corrupto; pero entonces se descubrió que el copeyano era de la misma especie, y para castigar a los copeyanos se votó por los adecos; que fue cuando se comenzó a utilizar esa consigna de que “con los adecos se vive mejor” bajo el gobierno de Jaime Lusinchi; rompiendo este hilo más bien Carlos Andrés Pérez otro presidente adeco, puesto que su candidatura se tomó más bien como una gran esperanza, es decir; que se iban a vivir los tiempos de la Venezuela saudita de su primer gobierno, sólo que arrancó mal; no supo lograr un consenso en torno a su gestión, en especial, para la aplicación de su famoso plan de ajuste económico: conocido como el “paquetazo”, y al que todo el mundo le echó la culpa del famoso sacudón del 27 de febrero de 1989, cuando lo economistas han venido demostrando que el mismo fue el producto de quince años de una política económica errática, que se había iniciado con el primer mandato de Carlos Andrés Pérez, y que el propio Pérez iba a tratar de corregir, sólo que no lo lograría, habida cuenta del demasiado saboteo, del que fue objeto su gobierno, quizás a causa de la gran arrogancia, con la que asumió las cosas.
                                                                                                       
De modo que en estas condiciones se genera ese fenómeno del voto castigo, que va a favorecer mucho a Chávez; precedido, además, por su aureola de militar golpista; pues no se olvide que este es un pueblo que cree mucho en el poder de las botas; por aquello de que lo que necesita nuestra sociedad es mano dura: se vuelven locos sus ciudadanos, si se los deja solos, y de allí que Vallenilla Lanz considerara a Gómez como el “loquero de Venezuela”; incluso, a nivel de sus clases más ilustradas, que fueron las más entusiasmadas en llevar a Chávez al poder, y entonces uno por allá descubrió que “Chávez es de una ignorancia delirante”; “que Chávez lo que tiene es un basurero en la cabeza”, y así sucesivamente, cosas relacionadas con su poca preparación para ejercer su función de estadista, y hasta que por último se escuchó decir: “ya que yo lo traje, ahora lo tumbo”, y, en efecto, lo logró aquel lejano 11 de abril de 2002, sólo que no estuvo presente una dirigencia política orgánica a la altura de la circunstancia, y entonces se actuó con mucho desconocimiento de la realidad, de acuerdo a las ambiciones que se desataron en aquel momento.
                                                                                                       
Hubo una clase media que llevó a Chávez al poder, y quien al día siguiente de haber tomado posesión éste ya estaba arrepentida; lo cual dio lugar a la confrontación; al suicidio del país, como fue calificado el paro cívico nacional del 2002 – 2003, que generó la polarización social y política; que le va a permitir a Chávez despertar lo que pudiéramos conocer como el voto populista, y digo despertó porque entonces en los procesos electorales sucesivos, éste estimulará a aquellas masas populares, que se habían declarado abstencionistas, producto de ese sentimiento de la antipolítica del que hablamos al comienzo, a participar en los procesos electorales; como una forma de lucha también, y de allí el que Chávez considerara a dichos procesos batallas, catapultado por cualquier ingente cantidad de petrodólares que cayó durante todo su mandato, y que le financió lo que se conoce como el “petropopulismo”; estando de por medio, por supuesto, el fraude continuado.
                                                                                                       
¿Cómo se llegó a tener una gran fe en los partidos políticos y en la alternancia democrática en esa Venezuela, sobre todo, de las décadas de 1960 – 1970? Se pudiera decir que la maquinaria que construyó Rómulo Betancourt a lo largo del país fue un factor fundamental; seguido de otras maquinarias como la de Copei y la de URD, y la prueba es que aún queda entre los dichos populares esa expresión de que con AD se vive mejor, y eso habiendo quedado esa maquinaria hoy reducida a menos de la mitad.

Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo
Miranda - Venezuela

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