domingo, 8 de noviembre de 2015

MERCEDES PULIDO, EDITORIAL, CUANDO SE PIERDEN LAS FORMAS HAY QUE BUSCAR LAS CAUSAS.

Aunque luce insólito por el desparpajo, se reseña que la casa militar se acercó al Tribunal Supremo de Justicia para exigir que la Presidenta del Tribunal desalojara el despacho. Vemos al Presidente de la República -mediante diferentes palabras de ganar cómo sea la contienda electoral- considerar, de ser necesaria, “masacrar” a los oponentes sin consideración alguna al ventajismo manifiesto. La Presidenta del CNE convoca a firmar un acuerdo de respeto a los resultados  y anticipa el interés de “grupos desestabilizadores del proceso” con ausencia plena de pruebas o evidencias.

El Defensor del Pueblo afirma cual “arbitro” que las declaraciones del ex fiscal Nieves no son probatorias del juicio al dirigente Leopoldo López. Los Estados de excepción fronterizos se prorrogan y amplían, limitando movilización y campañas electorales, sin evidencias de aumentar la seguridad o el abastecimiento y menos aún controlar el contrabando. Y para evitar dudas, proclama que de ser necesario se defenderá la revolución por encima de los resultados electorales mediante el mando militar-cívico.

Al no haber ninguna separación de poderes, evidentemente estamos ante un régimen dictatorial, ya que no hay contrapesos a las diferencias ni límites institucionales, por ende están concentrados todos los beneficios del poder. ¿A qué se debe tanto desparpajo?

Y si existieran dudas sobre la concentración del entorno del poder y en especial, del judicial, nos llega la entrevista al ex presidente Ricardo Lagos sobre el silencio de Latinoamérica con respecto a Venezuela, en donde resalta que en la región todos sabemos quién es demócrata y quién no lo es, pero priva el temor o el interés de no ser acusados de inmiscuirse en el país vecino. Sin embargo, al solicitarle su opinión con respecto a las denuncias del ex fiscal Franklin Nieves, considera que “no tiene elementos para pensar que haya sido así la realidad, pero es lo más probable... considerando su propia experiencia como preso de Pinochet. “Después del atentado, pensaban que yo era el autor intelectual, y el fiscal que me interrogó mantuvo la prohibición de salida del país a lo cual me indigné: Ud. es abogado igual que yo y sabe que nada de lo que ha dicho justifica eso. El fiscal me enseñó un lápiz y me respondió: esto es todo lo que tengo ante la fuerza que me está presionando, cada vez que interrumpo el juicio es porque me llaman de La Moneda para que lo deje preso”. (El Pais.es 3-11-15) A buen entendedor, pocas palabras.

El régimen no oculta su firme disposición a mantenerse en el poder. También gran parte de la población tiene aspiraciones y deseos de cambio, en algunos casos el que sea, pero cambio. Todo ello dentro de un ambiente de desconfianza y de incertidumbre que nos lleva a reconocer que la supervivencia favorece el síndrome de la “escalera”; esto es ubicarme donde mejor pueda sin lealtades, lo que repercute en un profundo caos. Ello lejos de paralizar, debería ser acicate para comprender que nada está escrito de antemano, ni el triunfo avasallador del descontento o de los deseos de cambio, ni el poder omnímodo de la manipulación y control de las circunstancias.

Para muestra basta comprobar cómo la inmensa hegemonía comunicacional no ha logrado imponer una sumisión absoluta. Nos esperan turbulencias y bajezas, ya que difícilmente los regímenes autoritarios comparten el poder, pero tampoco son suicidas.

Votar es indispensable para abrirse hacia una realidad democrática que incluya mayorías y minorías, que implique unidad con diversidad, y esto solo es posible si dejamos el maniqueísmo de blanco o negro, y aceptamos abrirnos hacia un diálogo firme que asuma las exigencias de un proceso largo de transición que proponga soluciones y asuma las consecuencias de las nuevas realidades. Las alarmas hay que oírlas no ignorarlas.

Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob

Miranda - Venezuela

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