martes, 8 de diciembre de 2015

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, PRIMITIVISMO POLÍTICO, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,

Las sociedades se construyen a partir de su integración y participación en el rumbo a seguir. Antonio José Monagas
PRIMITIVISMO POLÍTICO

La política tiene múltiples definiciones. Todas ellas elaboradas a la luz de consideraciones ideológicas o de motivaciones inspiradas en comparaciones con circunstancias de la vida real, en experiencias de quienes se pasearon o pretendieron hacerlo por el ejercicio de la política, o en utopías moldeadas al  calor de expectativas. Tan prolífica ha sido la política al momento de explicarse, que ha dado lugar a innumerables escritos recogidos en libros, revistas, opúsculos y hasta por enciclopedias especializadas. Desde Aristóteles hasta la actualidad, la política ha sido comentada por innumerables autores dada su capacidad para justificar no sólo la vida misma. También, sus implicaciones en el contexto de las realizaciones, proyectos, propuestas y empeños que se plantea el hombre en el transcurso de su crecimiento ético, moral y emocional. Asimismo, en su discurrir social, económico, político, cultural y hasta biológico.

En virtud de lo anteriormente expuesto, luce conveniente asentir un concepto que, aún cuando no del todo elaborado, persigue una orientación un tanto sencilla pero que contribuye a hacer translúcida la racionalidad que determina toda decisión que asume el hombre en provecho de su vida. Dice este concepto que “política es el ámbito racional en el cual adquiere sentido, razón, comprensión y significación los actos que llevan al ser humano a actuar conforme a los intereses y necesidades que determinan las preferencias u opciones que se traza en términos de su vida”. Dicho enunciado, hace ver que por encima de toda intención que manifiesta el hombre como reflejo de la dinámica de vida que adopta, pasa por el tamiz de los intereses o necesidades que configuran el abanico de consideraciones inmediatas a elegir o seleccionar entre otras que tiene presente.

En el fragor de tan intenso andar, es natural que muchos problemas se interpongan entre las situaciones que definen el punto de partida y el lugar de llegada del proceso a emprender. Es cuando los asedios, las amenazas, las tentaciones o entuertos de cualquier tenor provocan fracturas, retiradas, traiciones o intrigas que terminan convirtiéndose en improvisaciones. Incluso, en conflictos cuyo niveles de procacidad lleva a paralizar cualquier intención de desarrollo o progreso implícito. Aquel aforismo según el cual hasta los conflictos son capaces de animar cambios en los procesos que fundamentan la construcción de una nación, debe tenerse presente. Particularmente, cuando se trata de indicarle la dirección y velocidad a todo esfuerzo que encara el desarrollo económico y social que exigen las nuevas realidades.

Lo contrario, significa avivar el retroceso de situaciones formuladas como parte del abanico de ofertas que es propio del proselitismo político que incita al populismo. En estos casos, los problemas surgen cuando las incompetencias coinciden con las aberraciones que se dan toda vez que intenta actuarse a favor de ideologías que plantean revertir lo que socialmente se ha alcanzado luego de transitar crudos capítulos de una historia política de convulsiones y desventuras.

Esto no quiere decir que la vida política debe ceñirse a meras contemplaciones. Es imposible condenar al hombre a resignarse por las sacudidas que recibe de la vida. Entender que el ser humano crece y se desarrolla a expensas de lo que es capaz de alcanzar, es reconocer su condición política por encima de todo. Por eso desafía todo cuanto le impide lograr sus propósitos. Y es la razón por la cual se arroga la mayor libertad posible para hacer valer su parecer en medio de cualquier situación. Las sociedades se construyen a partir de su integración y participación en el rumbo a seguir. Así se afianzan lazos de tolerancia, respeto, justicia y cooperación.

Pensar de manera diferente, es simplemente estancar el progreso que caracteriza el devenir al que aspira toda sociedad en virtud de su trascendencia. Es cerrar el camino a las libertades que afianzan la democracia. Es incitar respuestas o reacciones de insurgencia cívica que sólo apuntan a descalabrar la sociedad sin mediar otra realidad que no sea la violencia. Es acoger una postura achacosa ante los abusos cometidos en nombre de un engolado poder político. Es por analogía, la regresión a niveles inferiores de un comportamiento político que pone al descubierto una aguda dicotomía entre lo moderno y lo primitivo. Es la exacta representación del Estado populista a diferencia del Estado civilizado. Es lo que define al primitivismo político.

VENTANA DE PAPEL

LIBERTADES QUE PESAN

Indiscutiblemente el hombre nació para vivir en libertad. No obstante, las realidades dicen otra cosa. Sobre todo, cuando se desenvuelve en ambiente caracterizados por la opresión o en lugares donde se conculcan derechos que permiten desempeños o acciones. Aunque limitadas por leyes que regulan naturalmente arbitrariedades que violenten los derechos del otro. Sin embargo, hablar de libertades obliga a precisar ciertas consideraciones.

En principio, no todas las libertades son iguales. Las libertades tienen distintos rostros. Pero lo importante de ello tiene que ver con que cada acepción o lo que sus lecturas interpretan, se halla subordinada por la razón. La razón que anima a discernir entre el poder y el deber. En todo caso, es libre quien apegado a la razón actúa de conformidad a sus necesidades e intereses. Y aún así, no siempre toda persona se permite lo que a conciencia y responsablemente puede o debe emprender.

Acá, la autoridad se convierte en un factor de amenaza o de obstáculo a derechos  que exaltan y exhortan libertades. Por ejemplo, lo que refiere a libertades políticas tan fundamentales para la vida del hombre. O a libertades económicas. También, a libertades religiosas o cuando la ética y la moralidad frenan o inhiben acciones que atentan contra los derechos de otros. O contra la institucionalidad establecida. Contra la soberanía, o en perjuicio de simbolismos o forzados convencionalismos decretados bajo la coerción de un régimen político que confunde medios con objetivos, o recursos con necesidades. No sólo la libertad se construye desde la interioridad de cada persona. Es también, la libertad que política, social y económicamente es estimulada por factores externos vinculados a esas mismas causales.

Las libertades además se estiman desde la concepción y praxis que caracteriza al Estado en particular. Advertir problemas que resultan de la no independencia de los poderes públicos. O de la falta de transparencia de una gestión de gobierno. O de la forma que utiliza un gobierno para imponer sus controles o mecanismos de adaptación de funciones a las exigencias del modelo económico imperante. O al equilibrio pretendido ante coyunturas específicas.

Son todas estas realidades constituyen formas de demostrar el grado de libertad a partir del cual un Estado se plantea canales para movilizar sus ejecuciones y comedir sus intenciones ante los problemas que le depara la incertidumbre. Son libertades cuyo costo político, económico y social no siempre se ve compensado por decisiones de carácter populista. Éstas, lejos de alcanzar su demagógico objetivo, fungen de rémora o de tranca a necesidades clamadas popularmente. En lo puntual, puede decirse que son libertades que pesan.

“No sólo son las ideologías las que determinan el rumbo que marca el devenir de una nación. También son las capacidades de sus gobernantes para comprender las realidades en función de las necesidades e intereses que, basadas en las circunstancias, van adquiriendo distintas formas en el tiempo”. AJMonagas

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

Merida – Venezuela

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