martes, 22 de diciembre de 2015

GOLFREDO DÁVILA, EL 2016

El 2016 debe ser el año de la reconciliación de la familia venezolana. Es hoy el clamor de las mayorías y, será así, aun cuando los dos hombres que controlan el poder, sigan buscando pleitos y a pesar que persista la conflictividad social y política, motivada por los graves problemas económicos y sociales, tales como la escasez, la inflación y la inseguridad. Lo importante en todo caso, es que comienza a verse la luz en el túnel.
 
No olvidemos que todavía ellos controlan el poder ejecutivo y en medio de la tranquilidad y el sosiego que despiertan los aires de cambio, veremos a Maduro haciendo gala de sus sandeces y de su incapacidad y a Diosdado altanero y amenazante, tratando de crispar el clima político. Pero esta vez, la violencia verbal, un estilo que siempre les favoreció, surtirá el efecto contrario. Esta dupla no ha asimilado el deslave ocurrido el 6 de diciembre y de continuar con esa conducta, aceleran los pasos hacia su salida definitiva del poder.

Sin embargo, hay que armonizar el clima político, restituir la confianza en el país y buscar soluciones a los graves problemas que nos aquejan. La nueva Asamblea Nacional puede contribuir en esa tarea, enalteciendo el respeto como norma de convivencia, presentando leyes para la emergencia y medidas para adecentar las instituciones, frenar la corrupción y lograr la repatriación de miles de millones de dólares ubicados en bancos extranjeros, apropiados indebidamente por potentados enchufados. En ese orden, deberá reformar algunas leyes viciadas y derogar otras; producir cambios en la política del TSJ, del CNE y del Poder Ciudadano; desmontar la hegemonía comunicacional del régimen; ponerle freno al proceso de destrucción de PDVSA y la CVG; reducir en forma sustancial el gasto militar y renegociar la deuda externa, que ocupa un porcentaje muy alto del presupuesto nacional.

Asimismo, ha de producirse un proceso de recomposición de las fuerzas políticas y sociales, mayor intensidad y pluralidad en el debate sobre los problemas de educación, salud, seguridad alimentaria y servicios públicos; honrar la lucha de los universitarios y promover mayor respeto a la autonomía de las organizaciones sociales; se espera la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados; se tratará de normar las disputas por el liderazgo y la hegemonía en la oposición, mientras que el PSUV y el Polo Patriótico sufrirán un descalabro descomunal, alimentado por la sordera, ceguera y terquedad de Maduro, quien tuvo el tupé de culpar al pueblo por la derrota sufrida.

Todo indica que el gobierno ha trazado el rumbo de su aislamiento. Con el chantaje y las amenazas, se produce el efecto búmeran y un cambio de mirada y escucha de sus seguidores. Si a ello se agrega la amplitud de espacios de participación; la reducción de la autocensura de los medios; la puesta en escena de casos ocultos de corrupción, perpetrados por mafias, que disfrutaban de los dineros públicos en forma inmisericorde, mientras le ofrecían villas y castillos a la gente, pues de seguro se abrirá aún más el espectro para los cambios.

Le corresponde al liderazgo opositor y a los nuevos diputados, aparte de legislar y controlar, elevar su compromiso social, acompañar a la gente en sus reclamos; involucrar a todos los sectores del país en el diálogo social; dar el paso inicial para la reconciliación y convertir el discurso de la unidad en un hacer político cotidiano.

¡FELIZ 2016!

Golfredo Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
Zulia - Venezuela

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