domingo, 6 de marzo de 2016

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, DOCTRINA DE LEGITIMIDAD DEMOCRÁTICA

El concepto de legitimidad en materia jurídica se refiere a aquella capacidad de la persona para obrar, para adquirir derechos y cumplir obligaciones en sus relaciones con los otros en los diversos planos de su actuación. Esta sería la llamada legitimidad de causa que transforma a la persona en titular de un derecho sustancial. Por otra parte, se relaciona con la misma aquella otra que se refiere a la capacidad del individuo para estar en juicio o intervenir en procedimientos. En ambos tipos de legitimación surge un elemento fundamental: la capacidad, la aptitud, la habilitación para desempeñar como persona sus cometidos con efectos en el mundo jurídico. Alguien que no sea el titular de un derecho no puede ejercerlo; alguien que tenga la titularidad del mismo debe evidenciar su condición, la cualidad y la adecuación de sus acciones.

La legitimidad política, por su parte, reúne estas características y otras, exige por un lado detentar la titularidad de gobernante y, al mismo tiempo, de manera indispensable y condicionante, la capacidad de proceder adecuadamente para alcanzar los objetivos colectivos conforme a los fines de la nación.

En las modernas democracias, si bien la legitimidad electoral resulta necesaria, es preciso además poseer auctoritas, la demostración de competencias públicas que se evidencia en las propuestas, desenvolvimiento y resultados del ejercicio del mandato, la aceptación y reconocimiento que produce entre los ciudadanos y que confirma las razones en virtud de las cuales fue elegido.

La legitimidad que involucra el consenso social que genera un gobierno, la valoración de sus políticas y sus efectos relacionados de manera directa con su capacidad de materializar el bien público, administrando responsablemente los recursos, asumiendo y solucionando los problemas nacionales, mereciendo y conservando el respaldo mayoritario o general de la población.

Cuando la sociedad formula sus mandatos y el gobierno los incumple, cuando éste no satisface las demandas sociales, cuando su conducta inclusive causa daños y perjuicios al país en el orden político, social, económico, cultural y moral, un gobierno se deslegitima y se desnaturaliza y el pueblo debe y puede ejercer su derecho a exigir rectificaciones, responsabilidades, sanciones y, además, revocar por los medios legalmente establecidos el mandato que otorgó.

El derecho público moderno contempla tales mecanismos reconociendo el derecho de los pueblos a expresar su voluntad, y ante ella ninguna autoridad debe interponer obstáculos y trabas pretendiendo impedir su libérrima decisión, tal y como lo sostiene la doctrina democrática, que privilegia la autodeterminación de los pueblos, las libertades políticas, la vigencia y defensa del Estado de Derecho y los intereses nacionales superiores siempre a los de un grupo político o social. Cualquier obstáculo indebido, sustantivo o procedimental, con el que se pretenda impedir la decisión popular de revocar un mandato constituiría un acto y conducta antidemocrática prohibida por el derecho nacional e internacional y repudiada por el pueblo.

La legitimidad es exigible además del Poder Ejecutivo, a todos los otros del Estado, y la misma se evidencia cuando cumplen sus obligaciones y competencias administrando rectamente el sistema de justicia; garantizando la vigencia de los derechos humanos; sosteniendo el equilibrio institucional de manera autónoma e independiente, garantizando la legalidad y asumiendo los roles que les son propios. Si tales condiciones faltan, los sujetos y entidades responsables perderían su respectiva legitimidad.

Finalmente, existe una importante relación entre los conceptos de legalidad y de legitimidad. Ambos coinciden cuando la actuación del gobierno se ajusta a las normas y está conforme a la voluntad de la nación. Su conducta debe justificar la fe y la confianza pública que fue depositada para dirigir "según la razón", tal y como lo expresó Platón, alcanzando el consenso de la sociedad a la cual se debe asegurar el bien común, obligación inexcusable un gobierno serio, competente, justo, honesto, responsable y verdaderamente democrático.

Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfdiazbermudez
Anzoategui - Venezuela

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