Los encuentros tenían
lugar en la oficina de Luis Augusto Vegas Benedetti, en la torre Roraima, en
Campo Alegre. Anfitrión jovial, amigo de muchos amigos, Vegas Benedetti
compartía con muchos de nosotros dos condiciones: vinculación con el mundo
empresarial y una profunda y activa preocupación por el país. En esos
encuentros y con su apoyo nació el Grupo Roraima.
Eran los primeros
años de la década de los ochenta. La crisis del 83 estimuló a un grupo de
profesionales, muchos de ellos egresados de la UCAB, a reunirse para conversar
sobre el país. Habíamos tenido contacto con la metodología de “escenarios” y
nos decidimos a utilizarla para formular lo que podía ser una propuesta al
país. Observábamos entonces rasgos y fenómenos que en estos últimos 16 años no
han hecho sino acentuarse: peligrosa dependencia de la renta petrolera,
crecimiento desmedido del sector público, estancamiento del sector privado.
Aunque acogidas por
el presidente Pérez, las propuestas del Grupo Roraima no llegaron a probarse
cabalmente en el tiempo. Las circunstancias políticas abortaron la posibilidad
de avanzar hacia un modelo modernizador, productivo, de economía de mercado,
que superara las deformaciones de concentración de poder, estatismo,
centralismo, presidencialismo, partidismo, populismo y paternalismo, visibles
en la vida nacional de entonces y profundamente acentuadas en la de hoy.
Uno de los más
proactivos participantes era Luis Vegas Benedetti. Recordarle ahora, a unas
semanas de su partida, es la oportunidad para reconstruir la figura de un
hombre alegre, buen conversador, sumamente sociable y buen hombre de familia,
amante del arte. Yuto –para los amigos y cercanos– era un empresario con
sentido de vocación social, dispuesto a impulsar agrupaciones gremiales y a
trabajar por ellas, convencido de que la responsabilidad y el objetivo último
de las empresas no termina en ellas sino en la sociedad.
Había sido gobernador
del Distrito Federal en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, en un paso
por el servicio público que le dejó muchas experiencias, le permitió conocer
otro mundo de relaciones y de necesidades y la posibilidad de manejar una
realidad bastante diferente a la suya habitual, la de hombre de empresa, muy
especialmente de mercadeo.
Su paso por la
presidencia de la Cámara de Comercio, ahora Cámara de Caracas, estuvo marcado
por el objetivo de la restitución de las garantías económicas, entonces
suspendidas. Contó para eso con el apoyo de los empresarios, pero sobre todo
con el de un equipo, animado por su entusiasmo y su capacidad de congregar.
Venía avalado por su trayectoria frente a la empresa familiar Distribuidora
Benedetti y su trabajo en compañías como Bigott, Avon, Santa Teresa, Casa
Hellmund, en todas las cuales había demostrado su enorme capacidad para la
planificación y la delineación de estrategias.
Durante su gestión al
frente de la Cámara de Comercio apoyó la fundación de Cedice. Presidente del
Dividendo Voluntario de la Comunidad y de Venezuela sin Drogas, consagró
importantes esfuerzos para conseguir el apoyo que estas instituciones
necesitaban, enfrentando a veces el desinterés y en otras hasta la oposición de
las autoridades. Supo mezclar la capacidad gerencial con la voluntad social de
servicio a la sociedad.
Su vida y su ejemplo
convocan a más de una reflexión sobre, entre otros temas, la condición
empresarial como integrada a la realidad político-social y atenta a las
necesidades y exigencias de la comunidad. Es desde esta perspectiva como debe
entenderse la relación de la empresa con la política, como dos fuerzas capaces
de unirse para potenciar su capacidad al servicio del país o de enfrentarse
infructuosamente, con fatales resultados para la sociedad.
Las discusiones del
Grupo Roraima no han perdido vigencia. Son parte del valioso legado de Yuto.
Los fenómenos descritos en los documentos del 85 y del 87 siguen teniendo
valor. Los rasgos de estatismo, centralismo, populismo no han hecho sino
agravarse. La propuesta de modernización sobre la base de la libertad y la
responsabilidad económicas como claves de la productividad sigue siendo válida
ahora como entonces.
Gustavo Roosen
nesoor10@gmail.com
@roosengustavo
Miranda - Venezuela
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