COMO LAS ÁGUILAS DEL ZULIA
17 años llevando una cruz a cuestas no es cualquier cosa. Sin embargo
los venezolanos no se doblegan, ni abandonan la pelea. Perseverar a pesar de
todas las derrotas que le ha propinado el régimen, es garantía de victoria. Sin
embargo no basta con ello, en esta lucha tan desigual, en la que al frente
tenemos a tramposos y estrategas militares, pues hace falta mucha sagacidad,
unidad de verdad, una estrategia consensuada y un programa común de
convivencia.
Las águilas tenían 17 años sin ganar el campeonato, es que cuando se
tiene un buen equipo y sobre todo una buena estrategia, los resultados son
positivos. Pero en nuestro caso, aparte de dejar flancos al descubierto, no
coincidimos en la caracterización del régimen y no identificamos claramente sus
estrategias.
Sabemos que cuentan con el imperio de la violencia y las armas,
que tienen al árbitro como uno de sus mejores jugadores, que estamos ante la
competencia más desleal de las conocidas, aun así no logramos unirnos y se la
colocamos de bombita cuando gastamos energías y tiempo peleando entre nosotros.
En esta dura batalla entre David (el soberano) y Goliat (el régimen), la
injusticia se ha impuesto y el “árbitro” le sierra los caminos al pueblo; no
sólo han sido derrotas electorales, ellos ganan huyendo de las elecciones, para
colmo, cuando el régimen languidece, uno de nuestros jugadores mete un autogol,
bien sea por falta de pericia, por mala intención, o porque coloca el interés
personal o grupal por encima del interés nacional, creando un efecto devastador.
Además, el pueblo tal cual harakiri político, le confirió por mucho
tiempo un poder supremo al caudillo, que contó con dinero a granel para hacer
lo que quiso, para malgastar y regalar a otros países, sin medir consecuencias;
se configuró un Estado cleptocrático, con buena parte de la riqueza se destruyó
nuestra economía y nos llevó a un sistema catastrófico de vida.
Más allá de
eso, nos colocaron un muro, quizás peor que el visionado por Donald Trump. Es
una especie de prisión, o algo similar a lo que fueron los ghettos en la
Alemania Nazi, donde forzaban a la población judía a vivir en condiciones
miserables. Este régimen de igual manera, nos hace la guerra, nos agrede física
y moralmente, busca bajar la autoestima de los venezolanos, de hecho ya son 3
millones de jóvenes los que han emigrado. Estamos encerrados en nuestra
prisión, no por que existan barrotes, ni por el acostumbrado enfoque
cuartelario de estos trúhanes, sino porque se ha castrado la iniciativa
ciudadana, su creatividad y capacidad para innovar.
La guerra hiere a todos, a opositores, a los que se visten de rojo para
lograr un derecho, o los que simulan cierta “irreverencia” al congraciarse con
sus amos, gritan, insultan y agreden al disidente. Es la prisión de la verdad,
mientras la mentira anda suelta; la sobrevivencia hace que cobren vida la
manipulación y el chantaje. Pero haberle quitado el derecho a la alimentación y
a la salud al pueblo ha sido un boomerang para el régimen, por ello inventaron
el denigrante carnet de la “patria”. Acostumbrada manera tramposa y sucia de
hacer campaña electoral, es algo peor que la discriminación, con ese carnet
crean dos tipos de ghettos, los que tienen hambre y les siguen la corriente y
los que tienen hambre y no le hacen el juego.
No podemos conformarnos con tumbar el gobierno por las redes sociales,
ni confiar en aquel dicho popular “a cada cochino le llega su sábado”. Nos hace
falta mayor conexión con el pueblo, hay mucho descontento pero atomizado, sin
organizarse, esa debilidad se subsana promoviendo un poderoso movimiento social
y político que surja desde las bases, ello implica mayores esfuerzos, habilidad
política y autocrítica, para corregir y marcar el rumbo. Así se puede triunfar
y demoler la cultura atrasada del populismo aberrante.
Golfredo Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
Vanguardia Popular
Zulia - Venezuela
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