“El centro de la moral pasa
porque el ser humano debe considerar a los otros individuos como fines en sí
mismos y no como instrumentos.” I. Kant
Las infelices declaraciones del ministro de la defensa de que se quiere
“utilizar el voto con fines desestabilizadores” y de seguidas las del jefe de
la bancada del PSUV que para ellos “no son una prioridad las elecciones regionales”,
son la expresión más contundente de que en el gobierno no existe, ni los ha
animado nunca un sentimiento democrático. El voto es para ellos, un instrumento
que se puede utilizar a conveniencia desde el poder pero jamás la manifestación
voluntaria y libre del ciudadano; es un maquillaje para enmascarar el afán
posesivo de mantenerse en él.
Esas declaraciones, antidemocráticas unas, reafirma la sentencia de
Savater de que sin antimiltarismo no
puede haber política decente, y anticonstitucional las otras, confirman el
perfil dictatorial del régimen , cuya estrategia ahora, es hacer elecciones
cuando se hayan eliminado las opciones de participación democrática de la
oposición; dicho en otras palabras, cuando logre inhabilitar a la MUD, con la
ayuda del TSJ, e impida el proceso de registro e inscripción de los partidos
políticos de oposición como órganos de soporte de la democracia.
Lo complicado de la situación es que del lado de la oposición se observa
una fragmentación suicida por ausencia de un ideal de patria, que les dificulta el análisis de escenarios y su
abordaje estratégico, ante un oponente diabólico que es capaz de usar las
argucias más degradantes con tal de sostenerse en el poder.
La falta de coherencia en el pensamiento y de cohesión para la acción
pone en peligro el uso de los mecanismos que nos quedan para rescatar la
democracia: las elecciones y el voto. Esa falta de cohesión social entraba la
posibilidad de convocatoria para que todos participemos en la reconstrucción
del país. Para que consideremos y asumamos con convicción tanto los mecanismos
de inclusión social (los derechos, el empleo, la educación, el bienestar
social) como los comportamientos y valoraciones que generen confianza en las
instituciones y fundamentalmente en los partidos políticos; que nos insufle el
sentido de pertenencia y solidaridad; que nos impulse a la aceptación de normas
de convivencia y la disposición a participar en espacios de deliberación y en
la ejecución de proyectos colectivos. El liderazgo democrático que cohesione es
hoy una imperiosa necesidad ante las fauces abiertas de la dictadura.
Neuro Villalobos
nevillarin@gmail.com
@nevillarin
Zulia - Venezuela
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