CHINA HOY
EL PASO ATRÁS DE TRUMP
Un profesor de la Universidad de la Universidad del Aire de Montgomery,
en Alabama donde se forman los componentes de la Fuerza aérea de los Estados
Unidos dice que mientras los conflictos no siempre son evitables, los desastres
si.
David Benson se refería a las posibles consecuencias que tendría para
norteamérica y para China que los dos países se embarquen en una guerra
comercial, un tema que pareciera indefectible entre las dos primeras potencias
mundiales. No es para nadie una novedad que mientras el mandatario chino en
apariencia cada día quiere orientarse más a abrir la economía de su país a las
fuerzas de la globalización, el norteamericano anuncia a cada paso su apego a
un proteccionismo pronunciado que le devolvería a los Estados Unidos esa condición
de “grandiosidad” que fue su más cara promesa electoral.
¿Son esas dos tendencias compatibles entre los dos grandes colosos que
acaparan una inmensa tajada del comercio mundial? ¿Es decir aperturismo y
protección a la exportación por un lado, y proteccionismo por el otro, pueden marchar de la mano sin
que cada uno de los colosos pague un altísimo precio para mantener sus líneas
de actuación?.
En el escenario actual la tambaleante economía china aun es altamente
dependiente de sus exportaciones y lo será durante un largo tiempo. Por ello
cuidar este segmento de su dinámica económica garantiza una cierta paz social
que no debe ser alterada ya que aún el país exhibe gran fragilidad debido a la
desigualdad.
Estados Unidos tampoco tiene todas las de ganar consigo por razones
harto diferentes No es posible negarle a Washington – aunque el estilo de
Donald Trump nos resulte altamente insufrible- la posibilidad de intentar
medidas que temperen las consecuencias negativas que, sin duda, el libre
comercio abrazado con tanta pasión le ha
hecho sufrir a las industrias norteamericanas . ¿ El divorcio de sus connacionales
de ese liberalismo destructor del bienes tar en muchos estados de la Unión no
se ha constituido en un componente importante del mandato que Donald recibió de
sus electores?.
Visto lo anterior ¿Le convendría a estos Estados Unidos en manos
republicanas desestabilizar a China por la vía de un comercio bilateral
restringido? ¿Se crearían en Norteamérica nuevos puestos de trabajo como
consecuencia de la asfixia económica del gigante de Asia? ¿Una posición
proteccionista del mercado los Estados Unidos frente al universo de productos
chinos de importación traería como consecuencia un mejoramiento en la calidad
de vida del consumidor de ese país? La respuesta a las tres anteriores
preguntas es no.
Asi pues, cada gobierno está atrapado en su propia camisa de fuerza y
mal haría su contraparte en ignorar o en desconocer las limitaciones económicas
y políticas que tiene el adversario.
Esta incompatibilidad manifiesta debe buscar una vía para manifestarse y
una forma para zanjar las diferencias, sin que la consecuencia sea catastrófica
para cada lado o para los dos al unísono. Xi como buen político lo sabe y Trump
como buen negociador también.
Ya el el hombre de negocios dio un significativo paso atrás al reconocer
el principio de “una sola China “después de haber vociferado su desacuerdo a
todo pulmón y pretender reconocer al gobierno de Taipei.
Más de un episodio de este género deberá repetirse en el contexto de las
relaciones bilaterales. Ahora el turno es de China.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Internacionalista
El Nacional
Miranda - Venezuela
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