sábado, 4 de febrero de 2017

LUIS MANUEL AGUANA, EL GRAN CAMBIO

POR EL PODER CONSTITUYENTE ORIGINARIO

De Rafael Gallegos Ortiz, rescato las siguientes líneas: “La copla al alzado Joaquín Crespo de su subalterno Narciso Camero, se baja del rocinante y retrata a cuerpo entero –sin enjalma y hasta sin ropa interior- a tantos políticos venezolanos de ayer y de hoy y quisiera Dios que no de mañana: Hombre que tiene talento / brinca pa’lante y pa’trás, / y como yo no lo tengo, / brinco pa’lante no más…” (1).

Que increíble que desde el tiempo de Joaquín Crespo a esta parte, aún esta copla retrate todavía con descarnada exactitud a la clase política venezolana. Los que tienen talento giran y giran en torno a múltiples maneras de hacer las cosas, van “pa’lante” y “pa’tras” sin decidirse nunca porque estudian todas las opciones; y aquellos que no lo tienen simplemente van “pa’lante” porque no les queda otra alternativa.

No en vano Paulo Freire, quien fuera uno de los educadores y filósofos más influyentes de Brasil y Latinoamérica, indicaba: “El  problema de América latina, es que mientras el sabio duda, la ignorancia actúa”. Entonces la lección aquí, desde Cipriano Castro hasta nuestros días, es que debemos tener cierta dosis de audacia y brincar “pa’lante” y actuar aunque dudemos, así no tengamos todos los elementos en las manos.

Ese accionar del ignorante tiene hondas raíces en nuestra cultura. Explica a Chávez y mucho de lo que nos está pasando, entre otras cosas porque la gente necesita respuestas inmediatas y los problemas son complejos. El Proyecto País Venezuela no es un compendio de todas las respuestas. Pero es el primer paso para discutir entre todos el país que queremos. No es una verdad incontrovertible, ni un dogma; es un sueño, es la maqueta de una nueva casa para vivir que ponemos a la orden del país para discutirla. Una vez discutida entonces vendrá la segunda parte de esta historia que no es otra cosa de fajarnos a construirla entre todos.

Algunos creen que allí se debería hablar de economía o “de que va a vivir el país”, cometiendo el error de pensar que el Proyecto es un programa de gobierno. Primero deben existir los cimientos de la casa, la disposición primaria de las cosas, la estructura política fundamental donde se van a desenvolver los actores sociales. Esa estructura en la actualidad está severamente dañada y es por eso que la casa se nos está cayendo encima, haciéndose necesario hacer otra con urgencia. Para eso es la Asamblea Nacional Constituyente. La economía que se desarrolle en esa casa, luego de construida, dependerá de esas definiciones fundamentales, como por ejemplo la primacía de las libertades políticas (ver La Primacía de las Libertades Políticas, en http://ticsddhh.blogspot.com/2015/07/la-primacia-de-las-libertades-politicas.html).

Pero en un país lleno de necesidades como el nuestro, no de ahora sino de siempre, las decisiones se han tomado sin pensar, porque siempre hay algo urgente que resolver. Antes lo eran las necesidades agobiantes de un pueblo al que nunca le han cumplido, aun teniendo con que hacerlo, y ahora –de nuevo- sufriendo ese mismo problema solo que agravado exponencialmente y sin tener con que hacerlo. Y si no pensamos agravamos más sus necesidades.

Y en ese escenario de urgencias llegan unos locos soñadores a decir que “hay que cambiarlo todo” con una Constituyente. Por eso es que nos gana siempre el que “brinca pa’lante no más”. Y lo duro de la realidad es que hay que cambiarlo todo. No solo un cambio sino un Gran Cambio, un cambio tan grande que incluya cambiarnos a nosotros mismos. ¿Será posible hacerlo en la Venezuela de hoy? Tendremos que hacerlo si queremos salir de esta pesadilla interminable. Demasiada ignorancia de lado y lado. Demasiada mala calidad en la dirigencia. Pero esa ignorancia y mala calidad actúa  como efectivamente lo padecemos, porque nadie que tenga Poder se lo dejará arrebatar y menos por alguien que proponga algo nuevo. Y es por eso que debemos actuar, haciendo un balance entre lo que tenemos, aunque no esté completo, y las consecuencias de no actuar ya.

De una hermosa película que vi hace poco me encantaron unas frases que sentí significativas en el grave contexto de lo que nos pasa en Venezuela: Hay dos lobos que siempre están peleándose, uno es oscuridad y desesperación, el otro es luz y esperanza. ¿Qué lobo gana? Al que le das de comer…Hemos alimentado el lobo de la oscuridad y la desesperación desde que estos delincuentes se apoderaron de Venezuela. Ya es hora de empezar a alimentar al otro lobo, el de la luz y la esperanza. Pero eso no es fácil.

Requiere de hacer un esfuerzo adicional. Requiere de darles una oportunidad a otras personas que salen nuevas al escenario político con propuestas alternativas, más allá de apoyar lo mismo de siempre. Requiere de preguntar, de indagar qué es lo que proponen, de ir a su encuentro y de convencerse. De leer y averiguar en detalle cual es su alternativa y finalmente darles un voto de confianza. No es fácil porque ha habido demasiadas decepciones, pero no hay que rendirse. Hay que seguir teniendo esperanza porque solo de allí nace la luz. No hay nada más fácil que rendirse y nada más difícil que tener ideas nuevas para solucionar un problema.

Es por eso que convocamos a los venezolanos a un Gran Cambio, no solo de las estructuras políticas del país que nos generen un Pacto Social estable para las próximas generaciones, a través de una nueva Constitución basada en un nuevo Proyecto de País, sino de la manera en cómo nos vemos a nosotros mismos y como ejercemos nuestra ciudadanía. De abandonar la oscuridad y la desesperación por la luz y la esperanza. De movilizarnos sin abandonar el análisis. De que los sabios actúen por encima de los ignorantes. De que los hombres de talento cambien y “brinquen pa’lante no más”. Comencemos por cambiar la manera en como ejercemos nuestra Soberanía. Convoquemos al Poder Constituyente Originario como el primer paso para quitarle a la ignorancia la iniciativa de actuar, reivindicando el talento y la sabiduría como los cimientos del gran cambio que se merece Venezuela.


(1) Rafael Gallegos Ortiz, San Juan Vicente Gómez, ISBN 980-07-3233-0, Pág. 5,1996

Luis Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
Caracas - Venezuela

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