EN POCAS PALABRAS
Con la consabida fabricación de promesas, propia del Socialismo del
SXXI, el régimen ha anunciado que, luego
del triunfo de la revolución sobre la derecha apátrida en la relamida guerra
económica, este 2017 es el año de la recuperación. Las bolsas del Clap, el
carnet de la patria, los convenios con China, la recuperación de los precios
del petróleo, son algunos de los nuevos motores que nos devolverán la
felicidad.
En justicia, más que promesa, se debería hablar de proeza, porque el
reto de convertir este año a Venezuela en sociedad próspera es una hazaña casi
cósmica: la última Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) que realizan tres
universidades del país, UCV, UCAB y USB, revela que 82% de los hogares viven en
condiciones de pobreza y 52% en pobreza extrema. Una estadística que nos sitúa
como un país más pobre que Haití.
En cuanto a la quimera de precios altos de petróleo en el presente año,
es oportuno considerar que actualmente el primer productor mundial y factor de
peso en las condiciones del mercado petrolero internacional es Estados Unidos.
Su crudo y gas natural de los crecientes yacimientos de esquistos son rentables
aun a los niveles de precio más bajos de los últimos tiempos. Tampoco podemos
esperar milagros de nuestro volumen de producción, el cual ha descendido a apenas
dos millones de barriles diarios, no por ajustarnos disciplinadamente a la
cuota Opep, sino por la desastrosa administración de Pdvsa.
Por cierto, nuestra dependencia de EE.UU. es hoy mayor que nunca. Solo
los 700 mil barriles diarios que exportamos a ese país son cobrados a precios
remunerativos y en menos de 30 días. El resto, a Cuba, el Caribe y a China para
pagar deuda, casi no suena en la caja registradora. Confiemos en que a Mister
Trump no se le ocurra ningún
despropósito…
Ramon Peña
ramonpen@gmail.com
@ramonadrian42
Caracas – Venezuela
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