BITÁCORA INTERNACIONAL
Hablar de la Carta Democrática Interamericana (CDI) se ha convertido en
un “retornello ad nauseam”. Cada día, dirigentes de la oposición nos
repiten que hay que aplicar la CDI para liberarnos de Maduro y eso en forma de
cascada va drenado hacia los ciudadanos de a pie. Preocupa que esto se convierta en otro
referéndum revocatorio sin “plan B”. ¿Se acuerdan de aquello de que “el plan B
es que funcione el plan A”? Bueno, cuando tumbaron el plan A no había plan B.
El mismo Chúo Torrealba lo confesaba cuando declaró que “…tras el despojo del
revocatorio la unidad se quedó sin política”.
Para evitar esto hay que tener muy claro varios aspectos. Comencemos
subrayando la importancia de haber ganado la Asamblea Nacional (AN), pues esto
junto al talante moral del secretario general de la OEA Luis Almagro permite
que ahora hablemos de aplicar la Carta.
Ella ya fue invocada en junio del 2016 cuando una veintena de países
aceptaron escuchar el informe de Almagro. Entonces no se tomaron decisiones
sino la de apoyar el “diálogo/buenos
oficios” impulsado por el régimen a través de Unasur. Como sabemos, los “buenos oficios” de los
“tres chiflados” expresidentes y el
diálogo que promovió el Vaticano solo consiguió prolongar la agonía de los
venezolanos, frustrar esperanzas,
dividir a la oposición y permitir una cierta recuperación del régimen.
Aunque las manipulaciones del régimen y la
suspensión del referéndum y de
las elecciones regionales mostraron la confiscación del derecho a elegir y la
cara de la dictadura.
Por petición de la AN, Almagro actualizó el informe que ahora debe ser
discutido. Se necesitan 18 votos primero para que se efectúe la reunión del
Consejo Permanente y luego para que la OEA actué. Desde ya hay que descartar lo
del ultimátum de Almagro. Lo más que se podrá lograr sería la creación de un
grupo de amigos, otros buenos oficios o diálogo, pero con presencia de la OEA
con los que el régimen no colaborará.
Para que el régimen sea excluido de la OEA se requieren 26 votos que no
se tienen, en especial por los compromisos crematísticos del Caribe y
Centroamérica con el régimen. Recordemos que hay 15 países en Petrocaribe y 10
en ALBA que son fáciles de presionar. Además, sería un error excluir el régimen
de la OEA y fomentar su aislamiento internacional.
Entonces para qué impulsar la CDI si tiene pocos efectos prácticos en lo
doméstico. Primero, no hay que desdeñar ningún frente de lucha y la aplicación
de la CDI aunque sea muy “light” es un golpe al régimen y mejora el
posicionamiento internacional de las fuerzas opositoras. Segundo, esto alinea
más fuerzas internacionales que podrían cooperar en la transición y
consolidación de un nuevo gobierno democrático. Tercero, permite contrarrestar
las alianzas internacionales como la creada del Foro de San Pablo en apoyo del
régimen. Y, finalmente, facilita neutralizar o redefinir nuevas alianzas con
otros gobiernos que prefieren mantener el “status quo”.
La CDI ni tumba gobierno ni traerá a los marines ni a los cascos azules.
Seremos nosotros quienes sacaremos al régimen de Miraflores, pero una comunidad
internacional favorable a ese cambio facilitará el proceso.
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
Internacionalista
Canada
Caracas - Venezuela
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