MEDIAS VERDADES
Es muy frecuente encontrarse con gente que dice que lo triste de todo es
que la oposición no tiene plan para administrar el país una vez que la pandilla
gobernante salga “de palacio”, como pomposamente decía el difunto. Esta idea
está muy arraigada en personas del ambiente intelectual y político, sobre todo
en el exterior, que marcan con cierta intensidad las carencias en los
demócratas venezolanos.
Las razones de esta percepción son variadas. La desunión es un hecho que
se advierte en los contradictorios objetivos que unos y otros postulan, lo que
se exacerba en las conversaciones que sostienen en el exterior algunos
dirigentes que apelan al buenismo; al estilo “no estamos de acuerdo con las
sanciones de Estados Unidos a los jerarcas del régimen”, “queremos más jarabe
de diálogo zapateril”, entre otras maneras de expresar tibieza, falta de
determinación, carencia de coraje moral y blanduras inexcusables.
Desde lejos
se ve a un pueblo decidido a cambiar y decidido a hacerlo, pero de cerca
aparece este agudo acné en el contradictorio rostro opositor. Al parecer esta
conducta paradójica emerge de la oscura y torva necesidad de no aparecer como
“radicales”.
Esa falta de unidad a veces es vista como una tragedia, en vez de
vérsela como una dinámica de redefiniciones. Sin duda, va a separar a los que
no quieren hacer olas antes de las elecciones, que supuesta y
constitucionalmente deberían realizarse a finales de 2018, de los que
consideran que debe hacerse un esfuerzo supremo por el reemplazo del régimen lo
más pronto posible.
En el tema del plan se suele responder con más asertividad. Por supuesto
que hay no uno, sino decenas de planes de gobierno. Cada candidato, sea
profesional, aficionado, secreto o embrionario, tiene su programa, sus ideas,
sus planteamientos para el nuevo gobierno. Algunos planes son estatistas a la
manera tradicional; otros son más abiertos, y pocos francamente liberales. La
pregunta es por qué, habiendo tanto dónde escoger, muchos amigos de la causa
democrática no ven un plan.
Lo que parece reflejar esa visión es que la pregunta no es por un plan
de gobierno sino por un plan para ser gobierno. No se trata de lo que harás una
vez que llegues a Miraflores, sino de qué es lo que hay que hacer para llegar a
Miraflores y, sobre todo, sostenerte.
Aquí es donde el plan y la unidad se encuentran. Si el objetivo es el
remplazo constitucional del régimen en el corto plazo, tiene que haber un plan
y una alianza para lograrlo. Esta es la cuestión a la que hay que responder.
Carlos Blanco G.
@carlosblancog
www.tiempodepalabra.com
El Nacional
Caracas - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario