martes, 18 de abril de 2017

GIOCONDA SAN BLAS, JAIRO

CAÍDO EN MANIFESTACIONES POR LA LIBERTAD

Apenas contaba 16 meses de edad cuando en enero de 1999 comenzó esta trágica época signada por una revolución de muerte, tristeza, degradación y ruina. Se llamaba Jairo Ortiz y tenía solo 19 años de edad. Quién sabe si más de una vez me lo crucé por estos espacios de los Altos Mirandinos donde ambos habitamos. ¿Sería aquel bebé juguetón que en brazos de su madre nos festejaba en el centro comercial? ¿O más adelante, el niño de las travesuras en el parque? ¿O el liceísta delgaducho que se estiraba al ritmo de sus hormonas y sueños? ¿O aquel joven que la semana pasada me sonrió en los pasillos universitarios, apurando sus pasos en búsqueda del ansiado título universitario que le abriera los caminos del futuro?

Nunca lo sabré. Jairo, ese joven asesinado por un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana, no conoció otro sistema de gobierno que éste de destrucción, ruina y exterminio. Y fue ese mismo régimen el que decretó su muerte por el simple hecho de estar en una concentración de jóvenes armados de entusiasmo,  que quieren vivir en esa libertad que nunca han conocido pero que la sienten en sus corazones.

Jairo se une a esa larga lista de estudiantes que han caído en manifestaciones por la libertad en años recientes. Jesús Mohamed (2002), Douglas y Julio (2008), Jesús (2009), Angelo, Daniel, Geraldine, Génesis y José Ernesto (2014), Kluiverth (2015), entre muchos otros, se suman a los más de 200 mil asesinados en la Venezuela de los últimos 18 años. Asesino de Jairo es el policía que ejecuta a sangre fría, con gatillo alegre, bajo la protección de un número siniestro, 8610. Por si se nos olvidó, número de la resolución del Ministerio de la Defensa, que desde enero de 2015 y reiteración del TSJ en sentencia Nº 00840 de 2016, permite inconstitucionalmente a los cuerpos de seguridad del estado el uso indiscriminado de armas de fuego contra la población civil, sin que medie ninguna provocación salvo la corazonada del funcionario, transgrediendo cualquier convenio internacional sobre la materia. En realidad, el policía acaba siendo la mano ejecutora de una política de estado tejida por el régimen en contra de los ciudadanos que osen expresar sus desacuerdos a la barbarie en la que estamos sumergidos.

La política general es precisamente la represión despiadada, sintetizada en la malhadada resolución 8610. Es lo que estamos viendo y sintiendo. Allí están sus frutos: los muertos de hoy, de ayer, del último mes, de años pasados. Jóvenes, la mayoría de ellos, participando en protestas pacíficas para exigir un mejor país, ese país al que todos aspiramos y al que ellos, más que nadie, tenían derecho. Ellos  no estarán con nosotros para incorporarse al cercano amanecer de la nueva patria que nos espera para reconciliarnos como nación, para hermanarnos en la empresa conjunta de construir un país de instituciones sólidas y desarrollo duradero. Su ausencia definitiva crea en nosotros el deber moral de luchar por esa patria que ellos soñaron sin haberla vivido.

Jairo era estudiante universitario y también se ensayaba como poeta en las redes sociales. No le interesaba acumular bienes de fortuna porque “El dinero no es poder, el verdadero poder es el conocimiento, y déjame decirte que ansío tener más poder del que tengo”. Amaba la vida  (“La única manera de no temerle a la muerte, es hacerle el amor a la vida, de lo contrario ya estás muerto en vida”) pero ésta se le mostró mezquina a sus 19 años al cruzarle la bala de un PNB deshumanizado con el plan de una supuesta patria bañada en sangre bajo el número 8610.


“Vive hoy como si fuera el último día de tu vida, porque el mañana es inseguro, el ayer no te pertenece y solamente el hoy es tuyo”, nos dijo Jairo, con una sabiduría de ancianos, mientras  un Jairo enamorado hablaba de la muerte en lo que sin saberlo, sería uno de sus últimos trinos (@jairo_ortizj ‏): “Estaba muerto antes de conocerte, y así si en un futuro mi cuerpo perece, mi alma estará a tu lado para siempre”.

Gioconda San Blas
gsanblas@gmail.com
@daVinci1412
Miranda – Venezuela

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